Puede sonar a un facilismo, pero el Espacio Cultural Edificio Artigas es un oasis dentro del fragor de la Ciudad Vieja. Allí, en el subsuelo de tan emblemático edificio y alrededor de donde estaba la bóveda del Citibank, hay un lugar lleno de arte y cultura. Es en Rincón y Treinta y Tres.
“Nos hemos ido consolidando como un espacio donde ciertas personas a las que les interesa el arte y ver lo nuevo que se está exponiendo nos visitan”, dice Roxana Pallotta, la directora del espacio. “Y es una alegría, porque estamos bastante escondidos acá abajo”.
Atreverse a bajar tiene su recompensa.
“Inauguramos en agosto de 2019, tuvimos una breve parada de varios meses por la pandemia pero después seguimos trabajando”, cuenta Pallotta. “En general hemos expuesto obras de artistas uruguayos e intentamos mantener vivo sobre todo el legado de algunos artistas a los que —aunque es un país muy rico en expresiones artísticas— a veces no se los recuerda”.
Así, según Pallota, sepone en valor tanto a consagrados como a jóvenes creadores y explora disciplinas no tan frecuentes en la oferta local.
El espacio fue iniciativa de la propia administración del edificio que quería destinar un lugar al arte. Con el apoyo de fondos públicos, se ha mantenido ya por seis años. “Si bien hacemos todo con un presupuesto acotado tratamos de sacarle mayor de los partidos”, dice la siempre entusiasta Pallotta.
Hasta la semana que viene y en el marco de los 200 años de la Declaratoria de la Independencia, el Espacio Cultural Edificio Artigas presenta Postales del Bicentenario, exposición que recorre la historia y las tradiciones a través del arte.
“Para el Día del Patrimonio se nos ocurrió hacer una muestra que acompañara el Bicentenario con expresiones artísticas vinculadas a nuestra historia y tradición”, explica Pallota mientras recorre la coqueta sala. “Son expresiones a veces ausentes en la oferta local”.
Hay platería hispanoamericana, atriles para Biblia, aspersorios de agua bendita, hebillas, cuchillos, rebenques, utensilios de cocina y un juego de té alusivo al Centenario en 1930 junto con pinturas y esculturas de artistas contemporáneos (un par de esculturas de Cecilia Mattos) y clásicas (un Manuel Rosé, por ejemplo).
Gran parte de la exposición proviene de colecciones privadas, aunque las anteriores se han armado, incluso, con obras del propio edificio, que en sus corredores incluye arte.
“Acá tuvo su escritorio Ricardo Pascaledurante muchos años, y por suerte a alguien se le ocurrió que en lugar del arrendamiento podía entregar una obra o dos como pago y entonces hay algunas de sus esculturas”, cuenta la directora. “También de Octavio Podestá y AntonioPena”.
La escultura es una parte importante de la oferta. Han hecho muestras de Felix Bernasconi (“un gran maestro de artistas”, dice Pallotta) y de escultores europeos y latinoamericanos, algo que “para la plaza montevideana fue totalmente inusual y que incluía una escultura en bronce de Degas, un Rodin pequeño y hasta un Antonio Illanes”.
El edificio, por sí mismo, es todo un atractivo: fue proyectado y diseñado por capitales y arquitecto estadounidenses para albergar una empresa papelera y el Citibank. Incorporó innovaciones arquitectónicas de su época, como amplias veredas, salidas de incendios exteriores y sistemas de aire acondicionado pioneros en Uruguay.
“Las cornisas fueron realizadas por la misma empresa que trabajó en rascacielos emblemáticos de Nueva York, lo que convierte al Edificio Artigas en un sitio único donde se combinan historia, arquitectura y arte”, sintetiza Pallotta.
La muestra del Bicentenario permanecerá abierta por una semana más con horarios de 12 a 17 horas de lunes a viernes.
El jueves 13 se inaugura Musas y Creadoras en las artes plásticas uruguayas del siglo XX con trabajos de Virginia Patrone, Sara Capurro, Petrona Viera, además de artistas masculinos con protagonismo de la figura femenina. Habrá un retrato de Esther de Cáceres de Carmelo de Arzadun.
“La exposición permitirá apreciar cómo las mujeres dejaron de ser solo musas para convertirse en protagonistas, desde la pintura clásica hasta expresiones más contemporáneas”, explica Pallotta.