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Un palacio testigo de los esplendores del pasado

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Una manzana de forma curiosa es la planta de este edificio creativo que asombra a turistas y locales.
Fachada del Palacio Taranco, sede del Museo de Artes Decorativas, ubicado en 25 de mayo 376, Ciudad Vieja, Montevideo, ND 20151007, foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

En el Palacio Taranco se está realizando una exposición de títeres de alto valor histórico, que se enmarca en los nuevos pasos que ese museo oficial de la Ciudad Vieja está dando para convocar nuevos públicos.

CARLOS REYES

La exposición se llama Echando los títeres a rodar, y reúne piezas de mucho tiempo atrás, que permiten imaginar su utilización en distintas culturas, a través de diversos mecanismos de manipulación. El clásico títeres de guante, el de varilla y la marioneta habitan por estos días en suntuoso palacio de la Plaza Zavala.

Sofisticados y hermosos procedentes de Uruguay, Italia, Indonesia y Rumania, entre otros lugares, permiten a la vez disfrutar del placer estético y de su valor histórico. La exposición está abierta al público de lunes a viernes de 12:30 a 17:30, en 25 de mayo 376. Pero la visita al Museo de Artes Decorativas ofrece mucho más que títeres, dado que en cada rincón del soberbio edifico hay alguna pieza artística de interés, desde el mobiliario hasta los cuadros, jarrones y demás elementos, todos con su historia para contar.

Quien en realidad puede contar esta historia con lujo de detalles es el director del museo, Fernando Loustaunau, quien conoce cada adorno del lugar, así como la historia del edificio. "Nosotros cumplimos una función ecléctica, porque por un lado está el valor del edificio en sí, y a su vez la casa tiene un mobiliario de época. O sea que no es un mero edificio presuntuoso donde hay acopio de cosas suntuarias. No es una mera exaltación del poder, sino que en realidad en este lugar hay toda una armonía, que tiene que ver con el sentido orgánico de todos estos objetos. En la medida de lo posible, aquí se mantiene el espíritu original de la casa", señala con orgullo el director, quien ha ido aumentando las zonas visitables del edificio, que hoy incluyen sus baños y la cocina, de modo de poder exhibir el tipo de vida de una familia rica en el Montevideo de un siglo atrás. "Creo que la cocina tiene un carácter simbólico, y a la vez democratizador, que nos hace pensar no solo desde el lugar de los que mandaron hacer esta casa, sino también de los que trabajaron allí. Y la curiosidad de la gente por ese lugar está siendo enorme".

El museo funciona en la órbita del Ministerio de Educación y Cultura, que lo financia tanto en sus gastos de funcionamiento como de arreglos, mejoras y demás. "Nosotros aquí no manejamos dinero, todo lo que implica finanzas tiene que ver con la Dirección de Cultura del MEC", explica el director, que durante su gestión ha ido introduciendo sucesivas mejoras en el edificio, que reclama muchos cuidados. Y pese a las mejoras, el director señala que el edificio demanda "cirugías profundas que trasciende de la capacidad de gestión de una dirección. Son problemas estructurales".

La lista de pintores cuyas obras alberga el museo es enorme, y Loustaunau remarca no solamente el valor estético de las piezas, sino también el valor testimonial, histórico y didáctico. "Creo que una de las lectura inexorables de este lugar tiene que ver con los códigos y los valores de gente de la clase dominante de las primeras décadas del siglo XX. Soslayar eso sería absurdo, pero tampoco eso es el cometido del museo, que más bien tiene que ver con interpretar y ser exégetas de nuestros pasado".

"Tomo todo esto como algo nacional, porque todo esto es un acopio de la sociedad uruguaya. Todo esto da cuenta de que Uruguay tiene un pasado universal, y que todos estos objetos estén en nuestro país, también habla del Uruguay como sociedad. Porque cuando hablamos de un grupo familiar, como el que habitó esta casa originalmente, hay que tener presente que ese grupo también opera como arquetipo. Esta casa es el testimonio de una calidad de vida, y un desarrollo que además de estético es humanístico. Porque para haber tenido una casa de estas características, se necesitó una forma de concebir la vida. Esta es la prueba de un desarrollo espiritual que se dio en la sociedad uruguaya", remata el gestor cultural.

Los secretos de un palacete.

El Palacio Taranco lleva la firma de los famosos arquitectos franceses Charles Louis Girault y Jules Leon Chifflot, quienes construyeron un edificio nada común, con una fachada que da al jardín y otra entrada lateral también de gran esplendor. Loustaunau gusta de hacer notar al visitante todas las puertas vidriadas que tienen los salones de la planta baja, que realmente ofrecen un juego de luces y de vistas sorprendente. Más allá del mérito de los arquitectos, también los hermanos Ortiz de Taranco, que hicieron construir el palacete, tuvieron que ver con el buen gusto que hasta hoy está presente.

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