Y acento uruguayo

| El uruguayo Jorge Ramos es el narrador más importante de la cadena ESPN para la comunidad hispana en Estados Unidos.

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Como uno más, el uruguayo Jorge Ramos se tomó un avión y arribó a Estados Unidos. Pero irse de un país es también llevárselo, aunque sea en parte y Ramos llegó en 1976 a la ciudad de Chicago con la pasión futbolera intacta y con una modesta experiencia previa en los medios: había participado de una audición danubiana en radio Fénix. Eso, más el vínculo con otro emigrante uruguayo, Luis Rossi, bastaron para que fuera convocado para un programa radial sobre fútbol internacional, hecho por y para hispanos. Así empezó la historia.

Más de 30 años después, la semana pasada, Ramos volvió a Uruguay, aunque ya conocido en Estados Unidos como "el relator de las Américas" y al frente de un programa de TV y radio en la cadena ESPN, con una audiencia hispana que se mide por millones. De hecho, Jorge Ramos y su banda, el ciclo que conduce el uruguayo, se emitió lunes y martes desde Montevideo y al otro día, "el relator de las Américas" narró el partido Uruguay-Colombia; la primera vez que puso su voz desde el Estadio Centenario.

En una pausa de esas tareas, lo encontró Sábado Show para una entrevista sobre fútbol y periodismo deportivo en los pagos del norte. Oriundo de la Curva de Maroñas, hincha de Danubio "a muerte", 57 años, dos hijos, Ramos es un hombre afable, con la sonrisa siempre próxima y, raro para alguien que emigró hace 33 años, mantiene un acento 100% uruguayo.

La historia continúa. Después del inicio en aquel programa radial de Chicago, comenzó a relatar los partidos del equipo local Chicago Sting y en 1986 se produjo un salto: "Surge la posibilidad de relatar el mundial de México, la primera vez que se relataba fútbol a nivel nacional en Estados Unidos", cuenta Ramos. Desde ahí, sus espacios fueron creciendo: participó en Radio Única (primera emisora futbolera de Estados Unidos), para la que relató los mundiales de 1994 y 1998 y después trabajó en la cadena Fox. Fue, si se quiere, un pionero del periodismo de fútbol en un país cuyos deportes masivos han sido (y siguen siendo) el béisbol y el fútbol americano. "Nos costó pero logramos que los medios de comunicación, que están dirigidos por anglosajones, le dieran un espacio al fútbol".

Hoy, Ramos trabaja en exclusiva para ESPN, pero por acá no se escucha porque la señal para abonados que se recibe de este lado de América proviene de Argentina. "Creo que eso va a cambiar en los próximos días porque vamos a relatar algunos partidos también para América del Sur", dice Ramos. Reside en Miami y trabaja para una audiencia potencial de 40 millones de latinos que viven en Estados Unidos. Eso marca el perfil del ciclo Jorge Ramos y su banda, de tres horas diarias: "Es un programa totalmente de fútbol internacional. Predomina el mexicano porque hay 32 o 33 millones de mexicanos en Estados Unidos".

-¿Fútbol uruguayo, poco?

-Sí, como te imaginarás. Y más en estos momentos en que la decepción (por las Eliminatorias) es muy grande y hay menor interés todavía de la pequeña comunidad de uruguayos que hay por allá.

-¿Pero usted, personalmente, lo sigue?

-Sí, por más que a veces no digo todo lo que sé, siempre estoy al tanto de lo que pasa acá. Además, vengo dos o tres veces al año porque tengo una casa en Uruguay y estoy permanentemente agradecido a este país. Siempre digo que hago lo que hago y soy lo que soy porque nací en Uruguay.

-¿Cómo definiría su relato?

-100% uruguayo, muy pasional. Yo me formé escuchando a (Carlos) Solé y a Víctor Hugo Morales, por más que estoy cien escalones por debajo de Víctor Hugo. También escucho a Kesman por internet. A Julio Ríos, que me parece buenísimo. Y a Goñi; ellos son hoy mis tres referentes en Uruguay, que por cierto es un país muy fértil para los relatores, ha dado muchos y muy buenos.

-La diferencia es que usted tiene que gritar los goles parejo...

-Sí, cuando juega Uruguay contra cualquier selección latinoamericana yo tengo que gritar igual para los dos lados. Pero he pasado con buena nota, me parece. Relaté, por ejemplo, Uruguay-Argentina en 1986, que perdimos y otras decenas de partidos donde lamentablemente nos tocó perder, pero prima la imparcialidad. Pero ojo: cuando jugamos contra alguna selección europea o africana, se permite un nacionalismo más activo. Me acuerdo que en el primer repechaje contra Australia, que ganamos, yo le dije a la audiencia: hoy, me voy a permitir ser 100% uruguayo. Y grité como loco.

-¿Qué diferencias encuentra entre el periodismo deportivo en el que usted está inmerso y el uruguayo?

-Muchas, pero en favor del uruguayo. Nosotros apuntamos a un crisol de gente muy grande y tengo que interpretar mucho mejor lo que la gente quiere consumir. Hay que cuidarse de las palabras que uno usa. Predomina el mexicano que no se prende en el análisis profundo. También hay que darle algo de entretenimiento, que el programa tenga su cuota parte de show. Eso acá no se vería tan bien.

-¿En su programa se discute tanto como en los uruguayos?

-Sí, la discusión siempre está. Nuestro programa es debate, de análisis y también de la participación del público. Abrimos las líneas telefónicas y todos los canales posibles de comunicación. Es una audiencia muy humilde, no hay peligro de un insulto, por ejemplo. Me puede atacar por algo que dije y no están de acuerdo, pero con respeto.

-¿Y la audiencia uruguaya?

-Me critican a veces porque no le damos mucho espacio al fútbol uruguayo. Pero es una cuestión de mercado. Se los digo al aire: esto no es una Iglesia, es por plata.

-¿Tiene frases que usa en el relato?

-Sí, sí. Por ejemplo, al centro del estadio le digo "el ombligo de la cancha". O "padre nuestro que estás en los cielos" cuando la pelota pasa cerca. También uso palabras de acuerdo a la audiencia: si el juez está hablando digo "ahí están platicando", pero también uso "hablar". Es internacional.

-Usted se fue en 1976 cuando el fútbol uruguayo era uno, ¿cómo lo ve hoy?

-Hay un deterioro, es cierto, pero también en aquella época no clasificamos para el mundial del 78. O sea, estas vicisitudes también se vivían.

-Sí, pero Nacional salió campeón de América en 1980 y Peñarol, en 1982.

-Sí, pero voy a decir algo que lo he dicho al aire muchas veces. Yo soy un crítico acérrimo del sistema implantado a comienzos del siglo XX en este país. Yo he dicho: que la historia fue trucada, Peñarol y Nacional ganaron todos los campeonatos uruguayos hasta 1976 porque los favorecieron política y futbolísticamente. Esa historia fue robada. No puede ser que en 40, 50 años nunca haya ganado otro, ni siquiera por casualidad. Hasta ahora pasa eso. Es una vergüenza cómo ganó Nacional el último campeonato con lo que pasó con Villa Española. Aunque hoy me encanta que haya cada vez más periodistas que lo denuncien desde aquí y que Danubio, Defensor, Liverpool, entre otros, se pongan espalda con espalda y reclamen su lugar. Claro, después está la historia internacional, las Copas Libertadores, que yo no las pongo en tela de juicio. Pero para que eso sucediera, hubo todo un camino muy feo. Claro, a los niños no se les dice la verdad: se les pone la camiseta y a gritar por Peñarol o Nacional.

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