NOTA DE TAPA
La emblemática modelo y su nostalgia por los grandes desfiles en Punta del Este, el enfrentamiento con Pancho Dotto y el aislamiento de dos de sus hijos por el coronavirus.
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Si hay una mujer que ha representado a la moda y el glamour en el Río de la Plata, esa es Valeria Mazza. La modelo argentina se convirtió en un ícono luego de encabezar los principales desfiles de los 90 y los 2000 y hacer carrera en la industria de la alta costura europea. La blonda también alcanzó el sueño de formar una familia. Está casada con Alejandro Gravier desde hace 21 años y tiene cuatro hijos. Tiziano, uno de ellos, heredó su pasión por el esquí y obtuvo su primer título en los Juegos Olímpicos de la juventud. En un sunset celebrado en Punta del Este a propósito de esa hazaña, Valeria habló sobre el vínculo con su hijo deportista y reflexionó sobre su amplia trayectoria. Lamentó que ya no haya megadesfiles en temporada, reivindicó el rol de ama de casa y se refirió a su enfrentamiento con Pancho Dotto: “Me gustaría que se disculpe por las cosas que dijo”, advirtió.
-Acompañás a tu hijo Tiziano que acaba de recibir el diploma por competir en esquí alpino en los Juegos Olímpicos de la Juventud. ¿Cómo lo vivís desde tu rol de madre?
-Estoy muy orgullosa de él, hace tiempo que se viene preparando. Además era su último año de colegio, así que tuvo que dejar de lado muchas cosas. No fue a su graduación ni a su viaje de egresados. Él fue tomando las decisiones que tenían que ver con su objetivo inicial que era participar de estos juegos. Nosotros como padres lo acompañamos.
-Decís que él resigno cosas para lograr ese objetivo, ¿te sentís identificada en ese sentido, siendo que también iniciaste tu carrera a una temprana edad?
-Sí, eso forma parte de hacerse cargo de las decisiones que uno toma. Yo arranqué a los 17 años y tomé muchas decisiones importantes desde que era chica. Cuando uno elige un camino, hay otros que quedan atrás.
El hijo deportista de Valeria
Tiziano, el hijo de 18 años del matrimonio Mazza-Gravier, avanza en su carrera deportiva en la disciplina de esquí alpino. Recientemente logró el primer diploma para Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Invierno Lausanne. “Fue increíble. Fue una experiencia que me va a quedar para toda la vida”, relató el joven a Sábado Show. La hazaña fue celebrada con un sunset organizado por Horacio Maglione en Ovo Beach de Punta del Este junto a sus padres y su hermana Taína. Es que su familia fue clave en el interés del joven por el esquí, al punto que comenzó a practicarlo con apenas tres años y a competir a los ocho: “Siempre fue un deporte de familia y yo enseguida me di cuenta de que era mi pasión”.
-¿Qué tuviste que resignar?
-Muchas cosas, la vida es así. Yo estuve sola mucho tiempo. Me fui de mi casa a los 17 años, y los 19 los cumplí en Milán trabajando. Viajé desde muy chica y pasé mucho tiempo lejos de mis afectos. Eso me hizo más fuerte y me ayudó valorar más las cosas importantes.
-¿Cómo recordás el ambiente del modelaje en tus inicios?
-Era un ambiente de trabajo más, y como en todo trabajo había que estar preparada para encararlo. El modelaje tiene la particularidad de que una empieza muy joven, y es un momento en el que una es más vulnerable. Por eso siempre es importante estar acompañada por la familia, que es la que contiene cuando hace falta.
-¿Tuviste que soportar mucha presión siendo joven?
-Hay presión en todos los trabajos. Lo que hay que saber manejar son los límites propios y saber decir que no cuando un trabajo no te cierra o no va con tu personalidad. Al empezar joven, una no tiene las cosas tan claras y puede tener miedo a decir que no por las dudas de que después no te vuelvan a llamar.
-Cuando te convertiste en el prototipo de mujer argentina, ¿no sentías la presión de cuidar tu imagen y sobreexigirte?
-No me pasó eso. Siempre me gustó cuidarme y verme bien. Yo elegí la profesión de modelo. Tuve inquietudes y después de trabajar en Argentina fui a Europa y Estados Unidos. Pude hacer una carrera internacional, y como consecuencia llegó el hecho de que la gente me conozca, pero yo siempre lo llevé con bastante naturalidad. Siempre me mostré como soy y nunca inventé un personaje, entonces no lo vivía con presión. Me hago cargo cuando salgo de casa de que puede haber gente que quiera pedirme una foto o saludarme. Yo no tengo derecho a maltratar a nadie, así que si no tengo ganas de hacerlo, no salgo. Pero no voy a salir a la calle a decir “no me invadas”, “qué te importa” y pelearme con la gente. También desde chica sentí la responsabilidad de que hay gente joven que me escucha, entonces es muy importante pensar antes de hablar. Siempre intenté cuidar lo que digo para ser un buen ejemplo.
Sus hijos aislados por el coronavirus
Días después del paso de Valeria y su familia por Uruguay, sus hijos Taína y Benicio viajaron a Milán, foco del coronavirus. Esto provocó que al regreso debieran cumplir un estricto protocolo en Buenos Aires, por lo que todavía se mantienen aislados. Alejandro Gravier aclaró la situación a Sábado Show: "Los chicos están perfecto, nosotros ya habíamos hecho todos los controles médicos. Ahora estamos cumpliendo el protocolo de 14 días que tienen que cumplir todas las personas que llegan de países involucrados, como es el caso de Italia. Lo tomamos bien. Entendemos lo que está pasando en el mundo, y hay que ser prudente y responsable".
-Tu pareja con Alejandro Gravier es un rara avis dentro del mundo del espectáculo, ¿cuál dirías que fue la clave para sostener casi 30 años de relación?
-Nosotros crecimos juntos y la base siempre fue el amor y el respeto mutuo. En 1998 después de casarnos conocimos a Juan Pablo II y le pedimos que nos bendiga. Él nos contestó en español “para ustedes ¿qué es el amor?”. Yo estaba nerviosa y le respondí “un sentimiento”. Me dijo “sí, pero también es una decisión”. Uno decide seguir amando y estando para el otro. Yo tomo esta decisión cada día y con mucho placer porque me siento muy bien donde estoy. Alejandro es un gran compañero, nos complementamos mucho y cumplimos juntos el sueño de formar una familia. Detrás de eso hay mucho trabajo e inversión de tiempo y de cabeza. Nada es casualidad. Todo es producto de sacrificio, esfuerzo y dedicación. No concibo las cosas de otra manera. Uno sueña las cosas y después trabaja para conseguirlas.
-¿La exposición de tu trabajo nunca afectó a la pareja?
-No, este es un trabajo y se termina cuando llego a casa. Puertas adentro soy “la mamá de” y “la mujer de”. En mi casa no soy una estrella que se sienta a esperar que todos la vengan a atender. Al contrario, me encanta atender a todo el mundo.
-¿Disfrutás del rol de ama de casa?
-Me encanta el rol de ama de casa. Todo lo que sea servicio es como una demostración de afecto. Mi casa siempre está de puertas abiertas a invitados, y disfruto recibiendo gente.
-Has sido durante muchos años un ícono de la temporada de Punta del Este, ¿cómo has visto la evolución del balneario?
-Vengo a Punta del este desde el 90. El balneario ha crecido muchísimo. Lo que más me gusta es que hay para todos los gustos: está la Punta del Este de más naturaleza, otra más de ciudad, mansa, brava, deportiva, súper social y nocturna.
-¿Por qué pensás que desaparecieron los mega desfiles de temporada?
-No deben ser rentables. Es una pena. Era tan lindo venir a los desfiles de Roberto Giordano. Era el gran evento de Punta del Este. Las mujeres venían a ver la moda, y los hombres a las chicas divinas del momento. Durante miles de años hice el desfile. Como no existían las redes sociales, yo lo vivía como un reencuentro con la gente. Yo pasaba mucho tiempo en el exterior, y estos eventos eran mi oportunidad de tener contacto directo con mi público.
-Hay muchas leyendas urbanas en cuanto a codazos en la pasarela y maldades entre modelos que ocurrían tras bambalinas, ¿recordás alguna anécdota?
-Se ha hablado en las últimas semanas del enfrentamiento con tu exmanager Pancho Dotto, ¿existe la posibilidad de una reconciliación?
-Para mí Pancho es un capítulo cerrado hace muchos años. Yo no tengo ningún problema con él. Me molesta que públicamente hable cosas que no son ciertas.
-¿Se deben un café?
-Me encantaría que me llame. Me hubiera encantado que me llame si tenía un problema conmigo, en lugar de hablar públicamente. Cuando yo tengo un problema con alguien estoy acostumbrada a hablar con esa persona y no en un micrófono. Si lo veo me gustaría que él venga a hablar conmigo y que empiece pidiendo disculpas por todas las cosas no ciertas que ha dicho. Después nos podemos sentar y hablar.
-¿Te hubiese gustado que se acerque a saludarte en el casamiento de Pampita?
-¿Estaba en el casamiento de Pampita? No lo vi.