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Toto Da Silveira celebra 60 años de periodismo: "La sigo peleando"

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Toto Da Silveira. Foto: archivo

ENTREVISTA

El 3 de junio de 1961, Toto Da Silveira comentó su primer partido, un Nacional - Rampla, para Radio Sarandí y dio inicio a una de las carreras más extensas y prolíficas en el periodismo deportivo.

“Nunca me lo hubiera imaginado”. Es lo primero que responde Jorge Da Silveira (77 años) al hacer una valoración de lo extenso y prolífico de su carrera. El jueves 3 de junio cumplió 60 años en los medios de comunicación como periodista deportivo. Tenía 17 cuando en Radio Sarandí tuvo la primera oportunidad como comentarista de reserva en la emisora donde relataba el legendario Carlos Solé.

Para el aniversario no hubo mayores celebraciones pero sí un reconocimiento en el Parlamento, impulsado por el diputado nacionalista Pedro Jisdonian, al que, por protocolo y por perfil bajo, asistió con su familia y contados amigos.

Desde aquel 1961 hasta la fecha, el camino de Da Silveira estuvo marcado por subidas y bajadas. Con un estilo sin medias tintas y una prédica por mejorar la “cabecita” de los deportistas, cosechó amistades fieles pero también enemigos acérrimos dentro y fuera del fútbol. Uno de los enfrentamientos más longevos lo ha protagonizado con el DT Óscar Tabárez, con quien prácticamente no tiene diálogo desde el Mundial de 1990.

Toto junto a Diego Maradona. El comentarista asistió a 14 mundiales.
Toto junto a Diego Maradona. El comentarista asistió a 14 mundiales.

El popular “Toto” tuvo momentos de mayor exposición y otros donde pagó con merma laboral por comentarios políticamente incorrectos y no fueron pocos los que le cobraron viejas facturas.

En la actualidad, dice sentirse con la misma energía de a los 50 años. Hace un rutina diaria de ejercicios y conserva una memoria minuciosa. Por la pasión intacta y por la necesidad económica de trabajar, no piensa en el retiro. Su hijo menor, Jorge, de 34 años, tiene una condición neurológica congénita por lo que ha requerido de costosos tratamientos a lo largo de su vida.

Desde 2019, cuando falleció Elena Baliño, la esposa de Da Silveira víctima del cáncer, padre e hijo viven y trabajan juntos.

No son tiempos fáciles para un periodismo deportivo marcado también por la producción comercial. “Yo soy un pésimo vendedor. Pero la peleo”, comenta. Forma parte de las transmisiones de Galaxia FM, tiene su programa A fondo en 1010 AM y también hace un programa diario para la Radio Tabaré de Salto. En TV, se lo ve únicamente en La hora de los deportes (TNU - Canal 5).

“Tengo las ganas y necesito trabajar. Cuando falleció mi señora vendimos el apartamento que teníamos y compramos uno más chico. Hice una diferencia pero me la estaba comiendo. Así que ajustamos presupuesto y seguimos trabajando. Porque la obligación mía es mi hijo”, cuenta el periodista deportivo.

El periodista junto a su esposa de toda la vida, Elena Baliño, y sus tres hijos: Manuela, Florencia y Jorge.
El periodista junto a su esposa de toda la vida, Elena Baliño, y sus tres hijos: Manuela, Florencia y Jorge.

En la cúspide.

La madre de Jorge Da Silveira falleció cuando él tenía 15 años. Dos años antes, ella había enfermado, el “Toto” manejaba en Montevideo para hacer los mandados vinculados a la familia en cuanto el padre, docente él, tenía tres trabajos.

Luego del fallecimiento de la madre, el joven Da Silveira mantuvo su independencia motorizada. Pero con un problema: no tenía casi dinero para cargar nafta, ni para salidas con amigos. Fue así que siendo un estudiante de preparatorio, se propuso conseguir trabajo.

El padre le sugirió el periodismo deportivo. “A vos te gusta el deporte, ¿por qué no te presentás en alguna radio?”, le dijo. Era el año 1961: la televisión recién daba sus primeros pasos y el fútbol se transmitía, casi exclusivamente, por radio.

Habló con Carmelo Imperio, a quien conocía por haber sido compañeros de su hijo, y fue quien le presentó a representantes de medios y le dio aviso de que en Radio Sarandí había una vacante como comentarista de reserva. Jorge “Toto” Da Silveira pasó las pruebas y quedó. El primer partido que comentó fue un Nacional - Rampla por el Torneo Competencia el 3 de junio de 1961.

Eran tiempos en que durante el partido se escuchaba solo al relator con su locutor comercial. Los comentarios se hacían en el entretiempo y al final de los partidos.

Cuatro años más tarde, Solé le pidió que fuera su comentarista de primera y él aceptó. En esa etapa descubrió su vocación. “Si hoy estamos hablando es porque yo trabajé con Carlos Solé. Ahí me di cuenta de que esto era lo que quería para mi vida”, comenta Da Silveira.

El vínculo con Solé duró hasta 1968. Se distanciaron por una discusión sobre si un gol de Víctor Espárrago en Nacional había sido off side o no. Eso, más la “manija” (según Da Silveira) que le dieron terceros al histórico relator en contra del joven comentarista minaron la relación.

REVELACIÓn

¿Hincha de...?

Jorge Da Silvera es de los periodistas que no dice públicamente de qué equipo fue hincha en su juventud. Solo da una pista: “Fue con el cuadro que tuve más problemas. Me declararon tres veces persona no grata y estuve 8 años sin hablar con los jugadores de ese equipo”, dice. Su gran pasión, sin embargo, fue el Sporting, donde jugó al básquetbol varios años y luego participó en la fusión con Defensor.

Luego de un pasaje por Radio Sur, en 1970 Da Silveira fue fundador junto a Víctor Hugo Morales de lo que se llamó “El clan 10”, donde fermentó una generación de periodistas deportivos. Allí trabajaron Amadeo Otatti, Alberto Kesman y Carlos Muñoz, entre otros. “Víctor Hugo fue el profesional más completo con el que trabajé”, dice y agrega que hasta hoy mantiene el vínculo.

¿Iba el relator a jugar al fútbol a los cuarteles en la dictadura uruguaya? “Víctor Hugo siempre fue una persona con un pensamiento de izquierda, sin llegar a ser radical. Era seguidor de (Zelmar) Michellini. Quizás algún día fue a jugar al Batallón Florida pero de ahí a atribuirle un apoyo a los militares, me parece que no”, responde “El Toto”.

En 1975 falleció Carlos Solé y cambió todo. Convocaron a Da Silveira de Sarandí y trabajó allí junto a Raúl Barizzoni y equipo.

La carrera de abogado la terminó como promesa a su madre fallecida, aunque rara vez ejerció. Sabía que lo suyo era la comunicación.

También tuvo un pasaje por la administración pública. Fue Director de Subsistencias a finales de los años 60. Allí se ganó sus primeros enemigos. Como parte de su política para evitar la especulación con los precios, cerró siete frigoríficos. “Un día vino mi padre llorando con un papel con 35 amenazas de muerte. Como yo no estaba en la guía telefónica y él sí, lo llamaban a él. Me pidió por favor que me fuera, que tenía miedo de que me mataran”, recrea Da Silveira. “Me voy a ir, pero amenazado no”, fue la respuesta del hijo.

Terminó el período de gobierno de Jorge Pacheco Areco y al asumir Juan María Bordaberry lo convocó para ejercer la entonces Dirección de vivienda (hoy ministerio). Allí estuvo hasta el 27 de junio de 1973, la fecha del golpe de Estado. Fue uno de los ocho integrantes del Poder Ejecutivo que presentó renuncia luego de disueltas las cámaras.

“Nunca me gustó la política, ni el poder. No es lo mío. Lo hice porque cuando me convocaban decían que necesitaban a un abogado con personalidad”. asegura Da Silveira.

En los ‘80, el periodista se sumó a Radio Oriental y luego a Canal 4. Allí comenzó uno de los momentos más prolíficos de su carrera. Se instaló como “el comentarista del país”, tal como ha rezado uno de sus eslóganes en transmisiones deportivas. “Estuve casi 12 años en Canal 4. Fue de los mejores momentos de mi carrera”, valora.

Aunque no coincidió con una buena racha para el fútbol uruguayo (no clasificó Uruguay al mundial 1994 ni a 1998), Toto era la referencia en la opinión deportiva.

Declives.

Jorge “Toto” Da Silveira tuvo varias caídas. En 1983 y debido a que había salido de garantía de un amigo, dio quiebra económica. Vendió todo su patrimonio para pagar las deudas.

En 1987, un accidente carretero lo tuvo varios días en CTI al borde de la muerte. Se salvó porque milagrosamente pasaba por la ruta el médico neurólogo Pedro Tuana, quien le dio los primeros auxilios.

A finales de los ‘90 y según cuenta Da Silveira, un enfrentamiento con Paco Casal y también con los jugadores de aquel tiempo, entre los que se encontraban Enzo Francescoli y Nelson Gutiérrez, terminó con una “veda de pantallas”. “Por años yo no podía salir en televisión”, relata.

También tuvo problemas con barras bravas de Peñarol y de Nacional. “Amenazaban a mi familia. Es un ambiente muy podrido el fútbol. Muy jodido”, comenta.

Pero no todas fueron malas. En 1997 lo convocaron como figura de la nueva Sport 890. Decidió irse de Canal 4 y de Oriental por razones económicas. “Por mucho tiempo el tratamiento de mi hijo nos costó, a mi señora y a mí, 2.000 dólares por mes”, revela. “Todos los contratos que firmé los hice pensando en mis hijos”, agrega para ejemplificar su defensa de las cláusulas económicas.

Padre orgulloso de sus tres hijos. Cuenta que le regaló a cada uno un apartamento de 50 metros cuadrados para ayudarlos a “empezar”. Su hija mayor, Florencia, destaca hoy en una empresa de informática y Manuela es reconocida por su trabajo en comunicación.

En 2015, un comentario sobre el futbolista Jonathan Rodríguez (“es un muchacho que bebe”) dio comienzo a la última etapa dura para Da Silveira. La Mutual de jugadores, con Fabián Pumar como referente en ese tiempo, lo declaró persona no grata y se aprobó una medida por la que los futbolistas no podían dar notas a Da Silveira ni a ninguno de los programas que integraba. Así fue perdiendo sus trabajos en Punto penal y en Fox Sports. La medida de los jugadores se extendió por 22 meses.

“Me hicieron una campaña impresionante. El dolor que tengo y lo que más me mortificó de la muerte de mi señora, que fue una gran compañera, es que ella sufrió mucho con esa campaña. Eso lo tengo atragantado”, dice con la voz quebrada.

Sobre la frase en sí, considera: “A nivel personal siempre estuve muy tranquilo. No inventé nada. El tema fue de oportunidad nada más. Si yo lo digo un día después, no pasa nada. El tema es que yo no sabía que Rodríguez no había firmado con el Benfica todavía”.

Se declara reconciliado con la fe religiosa y su refugio es la familia. “El grupo está unido”, comenta para luego añadir sobre su presente: “Siempre fui un tipo de lucha. No me quiebran fácilmente. Voy a seguir peleándola”.

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