Tiempo de cambios

Guillermo Lockhart. Foto: Daniel Maidana

Son días agitados para Guillermo Lockhart. El creador de Voces Anónimas estrena la quinta temporada del ciclo mañana a las 23 horas por La Tele, y cuatro días después tiene programada la cesárea para recibir a su segundo hijo. Además, tiene previsto mudarse junto a su familia esta misma semana. Pero está relajado. “Disfruto el momento”, afirma en su living, vistiendo ropa deportiva y rodeado de cajas de mudanza. El conductor y exmodelo habla sobre su nueva vida como padre, y el desafío de volver a asustar a los uruguayos con un programa que cuenta historias desde 2006 y no para de crecer.

—¿Qué tan difícil es volver a seducir al público en una quinta temporada de Voces Anónimas?

—Es todo un desafío. Eugenio Restano (gerente de programación de Teledoce) me dijo que había que justificar la salida de la nueva temporada. En esas charlas se analizó que había muchísimo público fiel al programa que espera un nuevo ciclo, y tanto ellos como la gente del canal destaca que la calidad ha ido mejorando. Cada vez es más difícil prosperar porque estamos llegando a un techo en la parte técnica, pero vamos a estar a la altura de las circunstancias.

—¿La temática va a tener algún giro con respecto a las temporadas anteriores?

—Van a estar los mitos y las leyendas, pero queremos profundizar en temas como asesinos seriales, muertes extrañas, la temática ovni. El terror va a estar en lo real. Por ejemplo, en un episodio mostramos que mientras rodaban una serie norteamericana descubren que una momia que había en un Tren Fantasma no era de utilería sino que era un cadáver con una historia detrás.

—¿Se apuesta a un rumbo más periodístico este año?

—Sí, uno de los puntos fuertes va a ser la parte documental. Siempre hay misterio, pero en muchos episodios eso gira en torno a cuentos de la historia reciente. Por ejemplo, uno está dedicado a un personaje muy conocido en el interior como es Martín Aquino, "El último matrero". Era un amante de la libertad, que en el campo lo recuerdan con mucha admiración.

—¿Qué es más complejo?, ¿encontrar una historia rendidora o producirla para llevarla a la pantalla?

—Elegir los temas es muy difícil no solamente pensando que puedan gustar, sino que logren sorprender sin repetirse. Producir también es complicado, hay un episodio sobre la segunda guerra mundial en el que tuvimos que recrear un encuentro en el puerto con efectos 3D, y fue realmente muy difícil.

—El programa cada vez le da más importancia a los efectos visuales, ¿es una dificultad realizarlos en Uruguay?

—No, en Uruguay hay mucha gente capacitada como para trabajar en producciones de primer mundo, de hecho, varios lo hacen. Lamentablemente en el medio local muchas veces no tienen la posibilidad de demostrar todo lo que saben hacer.

—¿No hay proyectos en Uruguay que cuenten con ese tipo de apuesta visual?

—No existen proyectos ambiciosos que involucren buenos técnicos, actores, directores. Se hizo en Adicciones (Teledoce, 2011) pero fue una excepción. El medio es muy chico entonces es difícil conseguirlo, porque la misma persona que trabaja en ese tipo de emprendimientos tiene un salario alto en rodajes en el exterior, y en la televisión local hay una diferencia económica bastante importante. Tal vez con más apoyo, o productores que estén dispuestos a arriesgarse y colocar productos en el exterior se podrían hacer muchas cosas buenas. Lo importante es destacar que los profesionales están.

—¿Te ha complicado no saber con exactitud cuándo vuelve Voces Anónimas a la pantalla en cada temporada y estar más de un año sin estar al aire?

—Eso tiene sus cosas en contra y otras a favor. Tiene en contra la incertidumbre de no saber cuánto tiempo va a estar fuera del aire, y no hay fechas para trabajar con certezas. Además, a nivel comercial ha pasado que alguna marca quiere apoyar, pero nos juega en contra no poder darles una respuesta sobre cuándo van a ver el resultado al aire. De todos modos, tenemos a favor que esas demoras le permiten al televidente descansar del ciclo. Si saliéramos de corrido, seguramente hubiéramos empezado a aburrir. Lo más positivo es que tenemos bastante tiempo para trabajar y mejorar, hay efectos que en el programa se ven por tres segundos pero demoran un mes en realizarse.

—¿Alguna vez llegaste a plantear alguna incomodidad por esa espera?

—Sí, no en este caso pero llegué a manifestar mi preocupación por la demora. Estar congelado sin saber cuándo se sale es difícil, sobre todo cuando uno está pronto para salir al aire. Pero el canal siempre me dio la seguridad de que lo iba a sacar en el momento justo, y que iba a ir de la mano a lo que el programa mereciera. Para mí estar en pantalla es tan importante que vale más que cualquier contratiempo.

—¿Creés en todas las historias que salen al aire?

—Sí, soy el primer filtro. Tengo que creer en la persona que la cuenta, porque si no le creo yo, menos le va a creer el televidente. De todos modos, hay casos en los que las historias tienen un fenómeno social atrás que van más allá de su veracidad. Por ejemplo, lo interesante de la historia de lobizones no es creerlo o no sino saber cómo es que ese relato pasó de generación en generación.

—¿Se te acerca mucha gente por la calle para contarte sus experiencias sobrenaturales?

—Así como a un político si lo cruzan en un café le hablan de política, a mí me ven y me hablan de historias de fantasmas. La mayoría me cuenta experiencias personales, y me las dicen a mí porque precisan sentirse acompañados en eso. Hay televidentes que llaman al canal o a la productora para contar sus historias, e incluso alguna se convirtió en un capítulo. Por ejemplo la de Gabriela Capurro, que se mudó a una casa en la que le pasaba de todo.

—Has contado varias situaciones sobrenaturales que viviste en carne propia, ¿cuál te marcó más?

—Una vez venía manejando con más gente por la Ruta 8 y se me apareció una persona arrodillada en el medio de la carretera. Quise esquivarla pero no llegué, tendría que haberla atropellado. Terminé al borde de una banquina y a punto de volcar o tener un accidente grave porque hice una maniobra muy brusca. Todos los que íbamos en el auto quedamos helados y bajamos a buscar a esa persona. La apariencia de lo que había visto coincidía con lo que habían visto los demás. Esa fue la que más me marcó porque mi vida corrió peligro.

—Esta semana vas a ser papá nuevamente, ¿cómo viviste el segundo embarazo de tu novia?

—La felicidad es la misma pero uno lo disfruta de otra manera. Cuando uno vive el primer embarazo, todo es una novedad. Por primera vez ve una ecografía, descubre que el bebé patea, los síntomas o cómo se siente la persona que está a su lado. La segunda vez ya no hay sorpresa porque sabe de qué se trata. La diferencia es que cuando nació Elena, estaba ansioso para que naciera; en cambio ahora sé que tengo que disfrutar más la etapa del embarazo. Al bebé lo tendré cuando llegue, pero ahora me preocupo por disfrutar esta expectativa que genera el embarazo, el contacto a través de la panza, verla crecer.

—¿Por qué eligieron el nombre "Milo" para el bebé?

—Habíamos pensado en "Guillermo" pero en mi familia hay demasiados. Después de filtrar varios nombres, coincidimos en "Milo". El significado tiene que ver con bendición, paz, buena energía, felicidad. Nos encantó cómo suena, y también nos gustó que no fuera un nombre común. Lo empezamos a imaginar con ese nombre y después fue imposible cambiarlo.

—¿Cómo te imaginás la relación con un hijo varón?

—Una vez que uno tiene una nena, cuando llega otro hijo quiere que sea varón para vivir las dos experiencias. Seguramente tenga muchas cosas en común, como el fútbol, pero con Elena me di cuenta que el lazo con una niña es mucho más fuerte de lo que me imaginaba. Ojalá tenga un vínculo tan fuerte con él como el que tengo con ella.

—¿Qué significó la llegada de tu hija Elena a tu vida hace dos años?

—Es lo más importante que me pasó, tener cerca a una persona que amo tanto es difícil de describir con palabras. Empiezan a aflorar cosas que me sorprendieron, como cuidar tanto y estar tan pendiente de alguien. Descubrí un mundo nuevo, empecé a ver la vida de otra forma.

—¿Qué es lo más difícil de ser papá?

—Yo antes pensaba "ni loco cambio un pañal", pero te juro que disfruto hasta eso. Tal vez lo único malo de ser padre sea saber que si le pasa algo a un hijo se cae el mundo abajo. Hace poco, la pérdida de mi madre significó un vacío irremplazable. Sentía como que después de eso cualquier cosa mala que me podía pasar iba a ser ínfima como para compararse con ese dolor. Sin embargo, ahora pienso que si le llega a pasar algo a mi hija, así sea mínimo, sé que me va generar un sufrimiento enorme. Ni me puedo ni imaginar lo mal que me podría llegar a sentir.

—¿Vamos a ver a Elena actuando en Voces Anónimas en esta temporada?

—Sí, y lo terrible es que se muere en ese capítulo. Recreamos algo que se cuenta en una historia real, se llama "La hija del molinero". Incluso grabamos la escena de la muerte, pero resolvimos eliminarla porque era demasiado fuerte. Después la mostraremos en algún programa especial con lo que no se vio.

—¿Te estás mudando con tu nueva familia?

—Sí, al agrandarse la familia precisábamos más espacio y nos vamos a mudar en una semana. Estamos viviendo juntos con mi padre mientras acondicionamos el nuevo hogar. Necesitaba el lugar más cómodo posible, para cuidar a mis hijos y verlos felices en un hogar propio. Es algo que veníamos deseando desde hace mucho tiempo.

—¿Qué te quedó de tu época de modelo?, ¿cuidás mucho tu imagen?

—La cuido lo necesario para el programa. Uno precisa tener un buen vestuario, y cuidar la estética que corresponde a un personaje que encaja con las historias que se muestran en el programa. En mi vida lo que hago es salir a correr, jugar al fútbol e ir al gimnasio.

—¿Sos metrosexual?

—No. Cuando era modelo sí me tenía que cuidar muchísimo porque mi imagen era mi herramienta de trabajo. Si uno va al casting de una campaña importante, tiene que estar en buenas condiciones físicas, al igual que cuando un jugador de fútbol va a una prueba para entrar a un equipo. Muchas veces era mucha presión. Hubo momentos en los que la pasé mal por ese trabajo. Me pasaba que tenía que seguir una dieta muy estricta para algunas fotos, e iba a una reunión que había asado y cerveza por todos lados y no podía probar nada. Pero mi vida como modelo no tiene nada que ver con la que llevo ahora.

—¿Haber estado asociado al cuidado de la imagen durante un buen tiempo llevó a que se corrieran "leyendas urbanas" sobre tu vida privada?

—Basta con que uno sea modelo y cuide su imagen para que empiecen a decir que es gay o inventen historias. No lo veo como algo malo, tengo familiares y amigos gays con los que tengo una relación increíble y son excelentes personas. Al principio me molestaba que se dijeran cosas que no son ciertas, pero después me di cuenta que si uno trabaja de esto son cosas que van a estar siempre. Ya no me afecta. He escuchado historias sobre mí y hay de todo tipo, sobre sexualidad, drogas, mujeres, hasta dijeron que era un soberbio, que me la creía demasiado. Es difícil que todo el mundo sepa cómo es uno realmente, pero me alcanza con que lo sepa la gente que me conoce. Muchas veces surgen historias que pueden tener que ver con el ámbito en el que uno se mueve pero que no se ajustan a las personas.

SABER MÁS

Más y más proyectos

Además del ciclo televisivo, Lockhart lleva el ritmo de publicar un libro por año de la exitosa saga. Y señala que el fenómeno Voces Anónimas está cada vez más cerca de pasar de libros y televisión a la pantalla grande. “El guión ya está aprobado”, afirma sobre su primer proyecto en cine.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Guillermo Lockhart. Foto: Daniel Maidana

Guillermo Lockhart

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Guillermo Lockhart

Te puede interesar