Sensación: Lindor Covas era uruguayo

Ha llegado la hora de la verdad. La hora de recuperar no sólo a Gardel, sino a tantos otros uruguayos expropiados por el centralismo porteño a través de los años.

Rada menos mal que es negro. Nuestros vecinos de allende el Plata se lo hubieran quedado con mucho gusto. Pero moreno y argentino, difícil para Sagitario.

Tanto trabajo hemos tenido investigando la uruguayidad de Gardel y defendiendo la de Horacio Quiroga, Florencio Sánchez, Francisco Canaro, y últimamente la de Hermenegildo Sábat y Horacio Ferrer, que hemos descuidado otros nombres.

Hoy, con toda propiedad, puedo informar a los respetables lectores que Lindor Covas, alias "El Cimarrón", era uruguayo.

Primeramente, las sospechas se despertaron al ver que Lindor no era un gaucho como todos. Este heroico y orejano ser del ámbito rural tenía un aroma de clase media, muy muy uruguayo.

Segundamente, el apellido brasilero: Covas. Como dijo Borges en su cuento La ortiga concéntrica, criollo que sobrelleva apellido bayano suele ser oriental.

También el hecho de que el acontecimiento definitorio en la biografía de Lindor Covas es cuando decide visitar Montevideo en medio de la Guerra Grande.

A la sazón, la capital uruguaya se encontraba en las garras del llamado Gobierno de la Defensa, sostenido por las flotas de Inglaterra y Francia.

Más allá de las murallas, el ejército patriota de Oribe controlaba el resto del territorio nacional.

En ese entonces el joven Lindor vivía en Buenos Aires con su familia. Como tantos oficiales orientales de los tiempos de Artigas, su hermano mayor había hecho carrera en el ejército federal.

La familia era originaria de la ciudad uruguaya de Río Blanco, en el departamento homónimo, cuyo héroe, Don Tifoideo Pelonga, hubiera sido el Oriental número 34. Pero Lavalleja lo mandó a comprarle tabaco, ginebra, dulce de membrillo y galletitas María, vicios, en fin, a una pulpería lejana. Y así fue que Don Tifoideo se quedó afuera del famoso cuadro de Blanes.

El joven Lindor siempre había sido medio cajetilla. Decía coche en vez de diligencia, zapatillas en vez de bota e`potro y chico en vez de crestiano. Tomaba el tinto con soda. Y el mate, muy dulce. Pero luego de su visita a Montevideo se vuelve enemigo acérrimo de la Defensa y de los Unitarios.

Hay que decir que Lindor, madurado por la experiencia, tampoco se calla ante los excesos de Rosas. Que la verdad sea dicha, tampoco estaba para el Premio Nobel de la Paz.

A Lindor, su apego a los verdaderos principios federalistas (los artiguistas), lo llevan a un largo periplo por la campaña de ambos países, buscando un destino, como diría Yupanqui.

Así acriollado a la fuerza, se convirtió en una mezcla de Don Quijote, Robin Hood y Batman.

No fue nunca un matretore tosco como Hormiga Negra o Santos Vega. Tampoco un alcahuete de la autoridad como el Cabo Sabino.

Ahora se investigan los orígenes de Martín Fierro, que también apeligra de ser uruguayo.

Mientras tanto, podríamos ofrecerles un trato a los porteños. Les cambiamos tres por uno. Les damos a la Farro, a la Fernández y a la Eunice para que las nacionalicen a gusto. Y ellos nos dan a Inodoro Pereyra.

Santo remedio, ya nadie más tendrá que estar prendido de la tele para morbosearse con las vedettes uruguayas. Porque serían argentinas, como todas.

Y nosotros nos haríamos de un personaje que, como Inodoro, merecería ser uruguayo. Así lo juntamos con Don Verídico.

Y arranque pelito, andá a buscarla al campito.

CHIVITO A LA CATALANA. Como compensación por tener que estar comiendo el amargo caviar del exilio, el otro día fui a ver al Barcelona en el Soldier Field de Chicago.

Estaba colmado de mexicanos. Y algunos turistas curiosos. Que no iban preparados para el rudo comportamiento de las "porras" aztecas. No cuento los detalles porque son un poco escatológicos.

El Barcelona, además de pestear, gano 5 a 2. Los goles culés, con perdón de la palabra, fueron un deleite para la vista.

Nuestro compatriota Cáceres jugó los 90 minutos. Medio nerviosón. Metió mucho pelotazo a la marchanta. A la nuestra. Pero se reivindicó con un golazo de cabeza, el quinto.

barilarius@yahoo.com

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