Analía Filosi
Su carrera empezó en la década del 60, como bailarina de TV Tupi de San Pablo. Pero el gran despegue llegó en 1970, cuando se transformó en artista de TV Globo y no abandonó esta cadena nunca más. Suzana Vieira (63 años), con 38 novelas sobre sus espaldas, es una de la actrices que más ha aparecido en la pantalla chica brasileña, siendo la protagonista del último gran éxito de TV Globo, "Señora del destino", que este año veremos en Teledoce. Allí es María Do Carmo, una nordestina pobre que viaja a Rio de Janeiro con sus cinco hijos en busca de su marido y sufre el rapto de su hija más pequeña. Desde ese día la buscará y la buscará, pero pasarán 30 años sin suerte en la búsqueda, aunque sí en los negocios ya que se convertirá en una próspera empresaria.
—¿Por qué en Brasil funcionan tan bien las telenovelas con protagonistas maduras, cuando en el resto de América el personaje principal es siempre una chica joven?
—Me parece que las historias más interesantes pasan después de los 20 años hasta los 60. Lo que pasa que en Brasil no existe la preocupación de hacer una telenovela donde la protagonista es la joven y pobre que quiere casarse con un hombre rico. La televisión brasilera ha hecho una gran revolución, en las telenovelas se cuenta la vida del pueblo brasilero y las historias universales, que son las de las madres, los hijos, las abuelas, los ricos, los pobres... Entonces, si vas a hacer la historia de una mujer que tiene cuatro hijos y uno de ellos es un político ladrón, tienes que colocar a una mujer más vieja. No tenemos preconceptos con la edad, tenemos preconceptos con las historias malas. El Brasil es el primer lugar con historias buenas para telenovelas. La preocupación de la juventud es una preocupación de la televisión venezolana, no nuestra. Los mejores actores brasileños tienen 40, 50 y 60 años, y son los que tienen el amor de todo el país.
—Los jóvenes comienzan en los roles secundarios.
—Hay papeles para todos, no hay una protagonista absoluta. Son varias historias, varios núcleos, y todos hacen la historia. Si sacas un núcleo de una telenovela brasilera, hace falta.
—Pero se coincide en el protagonismo femenino, ¿es más rico?
—¡Lógico! El hombre siempre es un coadyuvante en nuestra vida (risas), para besar, para amar, para ser nuestro compañero. Si te fijas en los nombres de las telenovelas, son todos referidos a mujeres. La excepción fue "El clon", pero si no hubiera tenido a Giovanna Antonelli y a Daniela Escobar a su lado, que eran dos locas maravillosas, no había historia y hubiera sido un tedio. Las mujeres tienen una gran importancia en mi país porque es muy grande el número de maridos que dejan a sus esposas. En las clases menos favorecidas, la mujer es el jefe de la familia y el hombre es el primero en irse.
—Eso es lo que le pasa a Maria Do Carmo en "Señora del destino".
—Sí, pasa mucho en los estados del nordeste de Brasil, los más pobres, que sufren la seca y la falta de empleo. Entonces, los maridos le dan un beso a la mujer y le dicen "voy al Sur a trabajar", pero no aguantan dos meses sin mujer, se casan nuevamente y abandonan a aquella mujer. "Señora del destino" es una historia muy emocionante porque es verídica, le pasó a la madre del autor (Aguinaldo Silva), salvo el secuestro del hijo. Su madre se llamaba María Do Carmo, tuvo cuatro hijos hombres y vino a Rio de Janeiro para trabajar y ser alguien en la vida y darle una educación mejor a sus hijos.
—Es tu primer personaje como nordestina.
—Sí, es muy interesante y no sé cómo resulta en los países en los que la telenovela va doblada. El sonido del habla nordestina es muy característico y muy bonito. El nordestino es el pueblo más fuerte de Brasil porque son ellos que salen de sus tierras y vienen a trabajar al Sur, son los que hicieron las construcciones de San Pablo. Nuestro presidente es nordestino. Me resultaba muy difícil hacer el acento sin haber nacido allá porque hay una tendencia de llevarlo a la comedia, pero un drama era muy difícil y eso me tenía sin dormir. Entonces la TV Globo contrató una profesora y pude hacerlo con confianza. Sin modestia ninguna, yo soy una actriz muy popular en mi país, entonces hay siempre una cierta simpatía con lo que hago, pero también le tengo miedo a las críticas, porque no soy perfecta. Pero fue maravilloso porque toda la gente del nordeste quedó muy emocionada conmigo. Fue el período más feliz de mi vida profesional.
—¿Qué es lo que se identifica con la maldad en esta telenovela?
—Los accidentes y los incidentes de la vida. La ambición en primer lugar, la necesidad de tener dinero a toda costa. Y la maldad de la mujer que rapta a la niña. El autor, cuando escribió la telenovela, pensó en mí como la protagonista y como la antagonista, porque hago unas malas simpatiquísimas. Pero cuando reveo la telenovela me doy cuenta que nunca hubiera conseguido hacer la antagonista como Renata Sorrah. Ha hecho una mujer muy, pero muy mala, sin el menor remordimiento. Es una actriz que dice "¿el público me va a matar?, ¡óptimo!, señal de que estoy haciendo muy bien mi papel". Los mejores encuentros de la telenovela son de la madre con la hija (Carolina Dieckmann), sin saber la relación que las une, y cuando yo estoy en prisión con la mala de la historia y tenemos un duelo de texto. Es una historia muy natural, no de un final donde tiene que vencer el bueno. Las telenovelas brasileñas son verdaderos films.
—Eso contribuye también a que cuenten con gran cantidad de público masculino.
—Lógico. Hace 20 años existía el preconcepto, el olor antiguo de las telenovelas que venían de afuera. Pero hoy en día los hombres se interesan por las telenovelas porque tienen personajes que son como ellos. Las telenovelas hablan con todo el público, incluso el infantil y juvenil. Entonces un autor tiene que sentarse a escribir para la vieja, para la nueva, para el rico, para el pobre... Eso es genial, me encantan los autores brasileños porque son los mejores del mundo. Yo tengo hasta público infantil. Una vez en la playa vino un niño y la madre me pidió para que me sacara una foto con él. Yo le dije "pero este niño no me conoce". Ella le preguntó quién era yo y respondió "María Do Carmo". En algún momento de la telenovela yo hablé con ese chico, no sé si fue con el movimiento de mi cuerpo o con el sonido de mi voz, pero toqué su corazón. ¡Ahora voy a querer el programa de Xuxa! (risas).
—¿Tenés algún método para componer tus personajes?
—La telenovela no te permite hacer laboratorio como en el teatro. No te interiorizas tanto porque las treinta escenas que grabaste hoy, mañana las tienes que olvidar. Lo que importa es lo que vas a grabar hoy. Entonces yo soy una actriz que me dejo llevar por el día, por el director, por el texto. Como tengo 40 años de carrera, dejo a la vida venir a mí. Estoy limpia para recibir el personaje. Además soy una persona que me encanta trabajar, no soy depresiva ni dramática, soy un poco peleadora, me peleo con todo lo que no me gusta. "¡Grabando!" es para mí la palabra mágica. Yo creo que hay personas que nacen para esto y otras que no. Yo nací para esto.
Brasileña con pasado rioplatense
Nació en San Pablo, pero con menos de un año de vida ya se estaba mudando y viajando por el mundo de acuerdo al destino que le dieran a su padre, un militar de carrera diplomática. Llegó incluso a pasar parte de su infancia en Uruguay, donde fue alumna de la Escuela de Ballet del Sodre. Recién retornó a Brasil con 15 años de edad y, como se instaló en Rio de Janeiro, se define como una carioca típica. Carioca de las que salen en Carnaval como integrante, desde hace once años, de la scola do samba Grande Rio (segunda en 2006), donde es la Reina del Carnaval y madrina. Se casó dos veces, hoy está separada pero viviendo un nuevo amor, con el que vino a Montevideo. De su primer matrimonio tiene un hijo, Rodrigo, vicepresidente de Universal, que le dio dos nietos (todos en Miami). Dice que no puede vivir sin leer diarios, casi no ve televisión y adora tomar sol sin protección solar y en las peores horas, aunque ya no lo hace. Recién volverá a hacer televisión en 2007, como invitada en una telenovela de Gilberto Braga, y en 2008 como protagonista de otra de Aguinaldo Silva. Actualmente presenta en teatro el monólogo "Agua viva", de la autora brasileña Clarice Lispector, que tiene ganas de traducir y traer al Uruguay. "Fui mi muy feliz en Uruguay, aunque nunca más volví. Tampoco a Buenos Aires, hasta el año pasado que fui con mi hermana, que nació ahí, y con mi padre. Fue el viaje más emocionante de toda mi vida", recuerda y enseguida cuenta como anécdota que se enamoró por primera vez en nuestro país. "Mi padre era muy nacionalista, comunista y brasilero. Cuando empecé a interesarme por un hombre, mi padre dijo ‘es hora de volver porque una hija mía tiene que casarse con un brasilero’". Y volvieron.