Pura Actriz

Roxana Blanco se ha convertido en la embajadora del cine uruguayo. Protagoniza Matar a todos y actualmente filma en Colombia.

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El País

De un tiempo a esta parte, los encuentros con Roxana Blanco son entre corridas. Hace un par de años la responsable era Alma Máter, ahora lo es Matar a todos. Cine, siempre el cine, porque si bien su primer y gran amor es el teatro, la actriz confiesa su desencanto con las actuales tablas uruguayas. En cambio, su romance con el cine la viene colmando de premios, críticas muy alentadoras y viajes por festivales de todo pelo y color. Desde el más chico como podría ser Punta del Este, a más conocidos como Biarritz, pasando por el más pintoresco y cargado de mitos como La Habana, hasta la Sección Oficial nada menos que de San Sebastián. Sí, la Sección Oficial, esa que pone en la mira del mundo más allá de que después haya o no premios. "Es muy impresionante todo el sistema de la Sección Oficial. Nunca había vivido el famoso `foto-call`, que es cuando te llevan a un lugar y hay unos 400 fotógrafos y camarógrafos que sacan las fotos que después salen en todo el mundo. Es un golpe de adrenalina. Por suerte éramos muchísimos de la película: Esteban Schroeder, María Izquierdo, César Troncoso y yo, y después los productores. Te bajan como en una rampa y te dicen `¡caminen!`. Nosotros muertos de la risa, parecíamos bobos, en un momento tuvimos que calmarnos", recuerda la actriz entre risas lo que vivió gracias a Matar a todos. Prensa, mucha prensa. "Estoy segura de que la película colombiana se cerró ahí", dice haciendo referencia a Nochebuena, film que por estos días la tiene en Colombia trabajando a las órdenes de Camila Loboguerrero. Ésta la convocó por recomendación del productor uruguayo Ricardo Casas, cuando necesitaba una actriz argentina o uruguaya para aplicar para Ibermedia, un fondo cinematográfico que sólo apoya coproducciones. La directora colombiana terminó consiguiendo fondos por otro lado, cosa que no impidió que el contacto establecido con Roxana se mantuviera. ¿Pero por qué la actriz habla de San Sebastián? Porque Loboguerrero necesitaba el OK de los productores para seguir camino con Roxana y, casualidades de la vida que la uruguaya siempre agradece, éstos estaban en San Sebastián. "Yo siempre digo que todo es mezcla de suerte, contactos y el lugar donde estés en el momento justo", señala. La movida mediática de Matar a todos en el festival español dio la puntada final, llenó el ojo de los productores y ¡a Colombia!

VILLANCICOS. El viaje a Colombia se dio en etapas. A pedido de la directora, Roxana cambió la Navidad uruguaya por la colombiana. Era necesario que la actriz se empapara de cómo se vive esa fiesta por aquellas tierras ya que el film, como su nombre lo indica, transcurre un 24 de diciembre. Una familia de la vieja aristocracia, venida a menos, vive una serie de enredos esa noche, en los que se mezcla una vecina muy graciosa y ridícula (Roxana), que termina de cena con ellos. "Somos cinco personajes grandes", cuenta quien debió interiorizarse de unos ritos muy católicos, donde prima "la cultura de los villancicos. Toda la familia, niños, grandes… todos cantan, algo que para nosotros es ridículo. Me impresionó desde que llegué al aeropuerto, todo el mundo está pendiente de la Navidad, mucho más que acá". En lugar de tour turístico, la actriz tuvo un tour navideño: desde una noche con artistas, "como una fiesta cualquiera", que pasó con el entorno de Loboguerrero, hasta otras más tradicionales. Justo era la época en que Colombia pasaba por los vaivenes de la liberación de Consuelo González y Clara Rojas, rehenes de las FARC. "Estaba todo alborotado por ese tema", recuerda Roxana y aprovecha para apuntar que en Colombia no se vive el clima de peligro que uno se imagina desde acá, construcción que atribuye a los medios de comunicación. "Todos me decían `¡ay! Vas para allá, cuidado` y allá yo estaba muy tranquila". Allá está ahora, como en una especie de semi-recreo entre todo lo que viene significando la promoción y presentación en festivales del film que concentra la mayor atención, Matar a todos.

TRAS BERRÍOS. El derroteo de Matar a todos empezó en agosto, en el Festival San Fic de Chile, "fue como un estreno mundial, con políticos de acá, como Rafael Michelini". Luego vendrían San Sebastián, Biarritz, la apertura de la muestra del Moma en Nueva York -donde Ibermedia festejó sus 10 años con las diez películas más importantes que había auspiciado-, Rio de Janeiro, San Pablo en el marco de una muestra de los Derechos Humanos (viajó por todo Brasil), La Habana, Pinamar… y la agenda marca que vendrán Palm Springs, Cartagena de Indias, Suiza. Diferentes públicos, ¿diferentes reacciones? "Siempre diferente. Lo que más me sorprendió en San Sebastián, aunque no puedo generalizar, fue cierta ignorancia con el tema. Por ejemplo, la gente del público nos preguntaba qué es el Plan Cóndor. En Europa desconocen mucho todo lo que fueron las dictaduras latinoamericanas. En Chile fue furor porque toca un tema del que todavía está la herida abierta, era todo más pasional. En La Habana también, era un público más culto, me impresionó muchísimo, 5 mil personas viendo películas todas las noches".

Por si usted no lo sabe, le contamos que Matar a todos toma el caso del bioquímico chileno Eugenio Berríos, asesinado en Uruguay en extrañas circunstancias. Pablo Vierci escribió un libro al respecto y Esteban Schroeder lo convocó para que hiciera el guión. El personaje de Roxana -Julia-, una abogada asistente del juez que investiga el caso, es el único ficticio. Ella descubrirá una historia sórdida, vinculada a la fabricación de armas químicas y biológicas, en la que podrían estar involucrados su padre y su hermano (Walter Reyno y César Troncoso), militares los dos. "Impacta mucho una cosa que a mí también me impactó cuando leí el guión la primera vez, que es por qué esta mujer se desvive por defender a un asesino, a una persona siniestra. Es como una heroína que quiere la verdad. La película todo el tiempo habla del bien y del mal, que para mí es lo más interesante. En definitiva, ella no se desvive por defender al asesino, sino por llegar a la verdad, la justicia. Es un personaje muy noble, muy lindo, está bueno ser heroína". Está bueno, pero no fue sencillo esta vez porque, si bien Roxana recordaba muy bien el caso Berríos, entre otras cosas porque su familia tiene casa en Parque del Plata (punto de partida uruguayo del misterio), debió volver a leer sobre él. Con la contra de que fue convocada muy avanzado el proyecto, "tuve que subirme al carro a último momento". Schroeder le dio el guión, el plan de rodaje, documentos de abogados y fiscales para familiarizarse con sus códigos, el libro de Mariana Callejas (personaje que interpreta María Izquierdo), presenció audiencias… hasta que un día dijo "basta, no puedo meterme en todo, no puedo saber más de esto, tengo que tomar un carril porque sino me voy a enloquecer y voy a hacer todo mal". Entonces se dedicó a hacer lo que mejor sabe, actuar. Y ahí se dio cuenta de que la película va más allá del caso Berríos. "El conflicto de Julia, más que llegar a la verdad, es enfrentar a su padre, porque nunca lo pudo hacer por cuestiones del pasado. Es toda una metáfora mi personaje: quien no revisa su pasado, está condenado a repetirlo. Como una sociedad que no mira atrás". En Nueva York, definieron a Julia como "una mujer rodeada de hombres" y Roxana coincide, cree que el fuerte de la película está en las distintas relaciones que establece su heroína con los hombres que la rodean, "hermano, padre, marido, ex amor, jefe...".

CINE VS. TEATRO. La pantalla grande viene llenando a Roxana de satisfacciones, entre ellas un soñado premio como Mejor Actriz en el Festival de La Habana. "Es como un lugar único en el mundo, además de que es uno de los festivales más importantes, todos se mueren por ir. Si bien había muchas estrellas con películas, van por el festival, por la ciudad, por el Hotel Nacional... Recibir un premio ahí para mí fue lo máximo". Los premios son una carta de presentación, pero para una uruguaya sigue siendo complicado darse a conocer en los escritorios de quienes deciden próximos elencos. Y recorrió varios de ellos. Pero ni una recomendación de Lola Dueñas con el director de cásting de Pedro Almodóvar -como la tuvo Roxana- abre puertas, hay que batallar y batallar. "Me pasaron cosas insólitas, como ver a un representante con lo mejor que tenía de ropa y que me dijera `bueno, pero mañana venite producida, no te vengas así`. Te vas totalmente deprimida". Igual no baja los brazos y cifra buena parte de sus esperanzas en lo que pueda ocurrir después del estreno de Matar a todos en Argentina. Allí ya tiene buena parte del camino recorrido en Pol-ka, gracias a su participación en Amas de casa desesperadas. "Cuando me llamaron para la versión colombiana, yo estaba haciendo Matar a todos. Lloraba, el asistente de dirección me hacía entender que no podía ausentarme de un rodaje. No sé si fue la decisión correcta o no, pero no fui", recuerda. Casi estuvo en la versión brasileña, el acento la dejó fuera. Pero la uruguaya está confiada y asegura que "en el tema del cine, Uruguay está a la cabeza. La prueba está en que en San Sebastián y Biarritz, las tres películas que fueron de Uruguay, fueron premiadas. Todo lo que sale de Uruguay es bueno, es muy bien recibido, brecha que abrió Whisky. Fue un antes y un después, somos conocidos por Whisky".

En contrapartida, ve al teatro uruguayo sumergido, con un público envejecido en el que los jóvenes no tienen lugar. A pesar de eso, "daría la vida hoy por hacer una obra de teatro, es uno de mis sueños", dice recordando que debe cumplir con la obra de Marguerite Duras que, con auspicio de la Embajada de Francia, empezó a preparar el año pasado. "Supuestamente la haría en agosto". La iba a dirigir, pero Iván Solarich la convenció de que actuara. "Me gusta dirigir, me gusta esa otra mirada. Tengo un problema que es que no sé delegar y tiendo a ocuparme de todo", confiesa y aclara que habla de la dirección teatral, su ansiedad le impediría lidiar con los tiempos del cine. Aquí se animaría a incursionar en la dirección de actores, para lo cual ya hizo averiguaciones para estudiar en la Escuela San Antonio de los Baños, en Cuba. "Me parece que tengo cosas para dar y que puede ser una profesión que me ayude a sobrevivir en el Uruguay".

¿Pero quiere vivir en Uruguay? "Es una pregunta que me hago mucho, `¿por qué no me fui antes?`. A veces me arrepiento... A mí me gustaba mucho vivir en Uruguay, ahora no tanto", señala con desilusión. Pero enseguida aflora su presente y sabe que no se puede quejar. "Voy viviendo el día a día. Tengo que aprender que la vida es así, por etapas, y que tengo que disfrutarlas. Siempre estoy con `¿y después qué haré?`, me viene esa angustia. Ahora, lo que me está pasando es mucho y ya está, lo tengo que disfrutar".

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