Para el disfrute

| Alfredo Alcón y Nicolás Cabré vuelven a ser padre e hijo. En esos roles se conocieron haciendo "Vulnerables" en televisión y con esos roles eligieron reencontrarse en el teatro, con "El gran regreso".

Fue Adrián Suar que los reunió por primera vez y fue también Adrián Suar el culpable de que se volvieran a juntar, siempre desde su papel de productor. En "Vulnerables", el personaje de Alfredo Alcón iba a terapia grupal y Nicolás Cabré era su hijo y único apoyo familiar. En "El gran regreso" —del belga Serge Kribus— Alcón es un actor bastante malo que debe representar el papel de su vida y busca el apoyo de su hijo, quien atraviesa un duro momento personal y laboral. Esa será la excusa para un reencuentro que hará que el espectador oscile constantemente entre la emoción y la risa.

"Nos quedaron las ganas de trabajar juntos otra vez y Adrián Suar nos dio la idea de hacer algo en teatro. Entonces yo, leyendo por Internet críticas de recientes estrenos en Europa, encontré un comentario muy elogioso en ‘Le Monde’ de esta obra de Kribus. Se las mostré y nos pareció muy interesante para hacer", recuerda Alcón en charla telefónica, aclarando que este padre y su hijo en poco coinciden con aquellos del unitario de Pol-ka. "La infinita variedad de los colores que un ser humano le puede poner a una relación hace que por suerte todas sean distintas".

Cabré, que interpreta a un hombre de 25 años que acaba de separarse de su mujer y perder su trabajo, también diferencia esta relación de aquella. "Con esta obra yo descubrí la dificultosa relación que a veces hay entre padre e hijo. A Enrique, este padre lo crió de una manera muy absorbente, metiéndole casi todas sus frustraciones, sus tristezas, el hecho de ser judío. Enrique quiere ser de otra manera, quiere ser una persona y después descubrir qué tanto le interesa ser judío".

"El gran regreso" es el de Boris, ese padre que no ve a su hijo desde la muerte de su esposa y que ahora lo busca para que lo ayude a ensayar "El rey Lear". "Es un teatro muy intimista, donde parece que no se dice nada y por debajo del texto, por miradas, por silencios, estos dos personajes empiezan a darse señales de vida. Como que uno empieza a decir ‘yo estoy aquí y te necesito’ y el otro le contesta, sin decírselo, ‘yo no sabía que me necesitabas tanto y que te necesitaba tanto’", explica Alcón, codirector de la obra con Osvaldo Bonet.

Su compañero de escenario tiene una visión similar. "Una de las cosas que más me sorprendió de la obra es que no está nada establecido. Cuando la estrenamos creía haberla entendido y de alguna manera la entendí a mi manera. Pero cuando empezamos con las funciones y cada uno decía por dónde lo había tocado, dejé de entenderla. Escuchar a la gente, lo que la moviliza, es un crecimiento diario. Vas modificando lo que pensás según las reacciones de la gente. La obra es rica en ese sentido. Con Alfredo decíamos que es como cuando uno dice ‘árbol’, todos sabemos lo que es un árbol, pero yo me imagino uno y vos otro. La diversidad te abre la cabeza". La percepción de este joven actor se repite en su coequiper, quien destaca que "esta es una obra que tiene mucho puente entre el público y los actores, la gente se ríe mucho y se emociona mucho".

Alcón perdió a su padre cuando tenía 3 años de edad y es poco lo que recuerda de esa relación como para trasladarlo a la obra. "Por lo general no suelo usar la memoria emotiva para trabajar. Hacer personajes es para mí como un gran juego, como los chicos que cuando juegan no rastrean si tienen o no conocimientos previos propios de a lo que quieren jugar. Cada actor tiene su forma de acercarse a los personajes. A mí casi nunca me interesa un personaje porque se parece a alguna cosa que tenga que ver conmigo, salvo la necesidad del conocimiento del alma mía y del otro. Lo que me gusta es meterme en un paisaje en el que no tenga ‘certezas’".

UN TRABAJO DE A DOS. "Dejar que el juego aparezca" es el método que utiliza Alcón desde su función de director, "hay que crear un clima de trabajo en el que todos nos atrevamos a desafinar, como los grandes maestros de música que antes de empezar a tocar desafinan porque están buscando la nota justa".

Y es Cabré en esta oportunidad quien se animó y se siente feliz de haber desafinado con uno de los actores más importantes de la Argentina. "Para mí es un sueño trabajar con Alfredo, la pasamos bien y es lo más lindo que le puede pasar a cualquier actor, tanto arriba del escenario como abajo. De alguna manera nunca existieron los nervios de decir ‘¡uy, voy a trabajar con Alfredo!’ porque él no impone esa cosa, es increíble. Es trabajar con un par y podés hablar con él, te escucha, lo escuchás... Si bien es una de las mejores cosas, sino la mejor, que me pasaron en mi carrera, yo la paso muy bien, lo amo profundamente y lo respeto mucho más. Es una gloria".

Alcón no se queda atrás a la hora de hablar de su hijo de ficción. "Nicolás tiene eso que a mí me gustaría no perder nunca que es la ingenuidad en el trabajo. A la experiencia le tengo miedo, aunque hay algunas experiencias fundamentales de las que uno tiene que acordarse, pero de las menos posibles porque sino uno no vive, sino que recuerda. Nicolás es un chico que todos los días sale a actuar con ganas de jugar".

Los separan años de trayectoria, pero a la hora de salir a escena los une esa cosa que hace que los actores se sientan vivos en cada función: los nervios. "Cada vez que voy a salir a escena tengo un miedo terrible —confiesa Alcón—, tengo ganas de que llegue el momento y tengo ganas de escaparme. Es el equivalente a encontrarse con la persona que uno ama: tenés ganas de encontrarte, pero también tenés miedo de que ese día digas una palabra o pase algo o el otro diga algo y se pierda eso que uno cree tener".

SUAR PRESENTE. Adrián Suar no sólo ha sido responsable de reunirlos este año en el teatro, sino también de que en breve podamos disfrutarlos también en televisión, aunque por separado. A Alcón lo veremos en algunos capítulos de "Locas de amor" en octubre, creyéndose Julio César, y Cabré compartirá por primera vez un protagónico con su jefe en el policial "Sin código" que se estrenará a fin de año.

"Yo había decidido parar un poco, tener menos exposición. En Pol-ka me siento bien, me tratan muy bien, conozco a casi todos. Son casi siete u ocho años trabajando ahí y la paso bien, me respetan, trabajo tranquilo, soy escuchado, tengo varios referentes para escuchar. Siempre lo dije: si tengo la posibilidad de estar en Pol-ka no lo dudo ni medio segundo", recalca Cabré al hablar de su primer trabajo televisivo después del gran éxito de "Son amores".

Mientras que su compañero de tablas recuerda que su participación en "Locas de amor" se dio casi que por casualidad, luego de comentarle a Suar como al pasar, en un almuerzo, que miraba el unitario y le encantaba su nivel. "Fue un regalito muy bueno", sintetiza.

Pensando en 2005, uno podría preguntarse si "el gran regreso" de ambos se dará también de la mano de Suar. Ninguno tiene la respuesta. Alcón sabe que en poco tiempo más hará "Enrique IV" y Cabré que le gustaría repetir un año de poca exposición como fue el 2004. Lo único seguro es que ahora están en plena gira y que el verano los encontrará en Mar del Plata con esta obra que tanta satisfacciones les trae.

Analía Filosi

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