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ENTREVISTA

Marina, la hija de Fabián O'Neill, y el duelo tras su partida: "La carta de despedida fue una liberación"

La influencer de moda habla de cómo es el día a día en el mundo de las redes sociales, y de la relación inestable que tuvo con su padre. "Ya no lo culpo".

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Marina O'Neill, creadora de contenido e influencer de moda.

—¿Cómo se dieron tus comienzos como creadora de contenidos referido a moda en Instagram?

—Fue hace 3 o 4 años. Me formé en diseño de modas y empecé manejando las redes de distintas marcas. Siempre me gustó ese perfil y empecé como community manager, un poco de careta porque no es mi formación, pero siempre me gustó el mundo de las redes. Soy de las personas que siempre sube todo o casi todo de su vida. En el marco de ese trabajo visitaba los locales y me acuerdo que les decía a las dueñas: ¿Por qué no te ponés la ropa y yo te grabo?” Como no se animaban o les daba vergüenza empecé a hacerlo yo. Era como una presentadora que mostraba las prendas. Ese nicho fue creciendo y retroalimentándose.

—Hoy, con más de 62.000 seguidores, sos una referente en el rubro y has trabajado con casi todas las marcas y hasta tenés una propia. ¿Vivís de tu trabajo en redes sociales?

—Sí, vivo 100% de esto. Hubo un momento en que el trabajo con las marcas se hizo más intenso; cada vez tenía más interesados y lo he convertido en mi medio de vida. Hoy tengo una manager que me ayuda porque tuve momentos de desborde; empecé con ataques de ansiedad y con el asesoramiento de mi terapeuta tuve que parar, cerré la cuenta por unos días e hice una especie de detox hace un año y medio. Trabajar en redes sociales, todo el tiempo con el celular, puede resultar súper agotador. Perdés contacto con cosas esenciales: yo, por ejemplo, soy re de la naturaleza pero no lo sabía. Viví siempre en Montevideo y al estar con tanta dedicación en el trabajo me faltó toda la otra parte. Siempre hice terapia igual y en ese momento la terapeuta me ayudó un montón, al igual que mi mamá, mis amigas fueron un gran sostén. Cerré todo y yo como que entré en pánico porque tenía en ese momento tenía contratos con marcas pero todos entendieron que era por mi salud.

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Marina O'Neill.

—Es un mercado nuevo el de las redes sociales, ¿esperabas vivir de él en un plazo corto como sucedió?

—No lo esperaba pero tampoco soy de proyectarme mucho cuando hago las cosas. Vivo en el día a día y voy haciendo a la manera impulsiva, lo que me nace lo hago. Yo estoy contenta y orgullosa también porque veo a muchas colegas que también han empezado a monetizar su trabajo. Creo que fui una de las primeras en no aceptar el canje, más allá de que al principio sí lo hice porque forma parte del proceso.

—Alguien podría pensar que subir fotos y videos no es un “trabajo”. ¿Pero qué implica para vos?

—Es re un trabajo. Yo me lo tomo con mucha responsabilidad e implica también un proceso detrás muy grande: responder a pedidos de presupuesto, negociar los contratos y luego la producción que implica ir a buscar la ropa, armar agenda, generar el contenido, subirlo... Hoy delego mucho en mi manager que es una genia. Sobre el día a día, hay que estar subiendo contenido y creando todo el tiempo. En mi caso, soy 100% genuina y comparto todo de mi vida, lo cotidiano, lo que me pasa, la relación con mi novio. No se trata solo de pasar “chivos” (publicidad). Me abro a los seguidores y trato también de desactivar tabúes: hablo pila de la salud mental o de fracasos que tuve en mi vida, varios proyectos que no me salieron como yo esperaba. Además, me importa mucho la interacción y respondo a todos los mensajes que me llegan. Estos días, con lo que sucedió con mi papá se me hizo un poco más difícil pero siempre respondo.

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Marina y Fabián O'Neill.

—El fallecimiento de tu padre, el exfutbolista Fabián O'Neill el 25 de diciembre pasado, ¿fue sorpresivo para ti?

—Fue sorpresivo en el sentido de que nadie espera la muerte y te sorprende siempre. Pero el proceso de su enfermedad era muy claro y yo llevaba tiempo preparándome para esto. Años de terapia. Lo que sí me sorprendió, para bien, fue el apoyo que sentí de la gente, el cariño que le tenían y que por transitiva nos llegaba a nosotros. Por años me daba temor porque yo pensaba: “El día que se muera mi papá todo el mundo se va a enterar “. Creía que esa exposición me iba a abrumar, en momentos en que uno quiere estar más para adentro, procesando el duelo. Sin embargo, me hizo muy bien el apoyo, todos los mensajes cariñosos y el lugar respetuoso con el que todos los medios trataron la noticia.

—Le dedicasteuna carta en redes que fue muy sentida y muy comentada. ¿Cómo surgió ese mensaje?

—Esa carta llevaba años dando vueltas en mí. En el fondo, más allá de que está dirigida a él, se trata de que hablemos de esta enfermedad, que es muy difícil de entender. En mi caso me llevó mucho tiempo. Creo que para alguien que no es adicto, es muy difícil comprender lo que genera en las personas la adicción, en este caso al alcohol, es más fuerte que ellas mismas. Yo he visto a mi papá jurar por sus hijos, o sea por nosotros, y sin embargo, volvía a tomar.

—Un año y medio atrás estuvo internado y había iniciado un proceso de rehabilitación...

—Sí, algunas veces paró. Estuvo 45 días sin tomar, muchas veces porque se lo pedía el cuerpo. No podía más y terminaba internado. Pero cuando sentía un poquito mejor arrancaba de vuelta. No había manera de pararlo. Mi papá era muy alegre, de hacer chistes todo el tiempo pero la enfermedad lo fue apagando. Él, en cierto momento de sobriedad, llegó a decir que seno quería vivir más.

—Sos la hija mayor, de su primer matrimonio, ¿cómo calificarías la relación con él?

—Inestable, como era él. Pasé por muchas etapas emocionales con él: hubo momentos de mucha angustia, de enojo, de miedo también, porque era una persona alcohólica. También era yo la que elegía cuando acercarme y cuando alejarme. En los últimos años, cuando nos veíamos, tratábamos de pasarla bien.

—En tus redes habías hablado poco de tu papá, ¿por qué?

—Me costaba y me cuesta. Siento que la carta de despedida fue una liberación en ese sentido. Yo comparto todo de mi vida, pero en estos cuatro años jamás había hablado de él. Era como una zona “secreta” porque sentía que no estaba segura hablando de ese vínculo. Con mi psicóloga hablábamos de que en cierto momento yo tenía que hablar de mi papá, contar desde la mirada de la hija sobre el abandono que sufrí de la figura paterna por la enfermedad. Desde ese lugar, creo que hay cosas para compartir con las que mucha gente puede empatizar porque las está viviendo o los ha vivido.

—¿Te quedó una charla pendiente con él?

—Sí y no. Porque en algún modo siento que con la carta estoy sanando todo lo que tenía para decirle. Por años preparé esa charla con él y nunca la tuve. Porque papá era para mí una figura grande, que imponía respeto... me daba miedo. Sentía que podía herirme esa charla, angustiarme, que me diga cosas feas. Mi papá estaba como en otra sintonía, además. Se pasaba en un bar tomando con las mismas personas casi sin ver la luz del día. Era una persona que ni siquiera tenía un celular de los actuales, sino aquellos Nokia que se usan solo para llamadas. Como que se había quedado en el tiempo. Tenía 49 años pero en muchos aspectos era como un abuelo. Además, las veces que lo veía, como dije, buscaba que ambos la pasáramos bien. Me hacía un poco la payasa y quería que el encuentro quedara como un lindo momento. No me sentía segura de sacar todo el mensaje en tono “reproche” por su ausencia.

—En la carta asegurás que lo perdonás. ¿Lo sentís así?

—Sí. Yo ya no lo culpo de nada. Cuando me despedí de él en el sanatorio le quise transmitir eso mismo, que estuviera en paz. Fue una persona que sufrió muchísimo y yo no tenía por qué cargarle más mochilas. De hecho, la carta tiene mucho más de esa intención de liberarlo que de ponerlo en un lugar acusatorio, de reproche, del “mirá lo que hiciste”.

—¿Cuánto estaba al tanto de tu trabajo?

—Sabía lo que hacía, lo hablamos, aunque no sé si lo entendía mucho porque no era usuario de redes sociales. De todos modos se interesaba y le divertía.

MARCA CON NOMBRE PROPIO.

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Marina O'Neill al presentar su marca de ropa con dos modelos.

—Tenés tu marca de ropa desde hace algunos meses, ¿cómo surgió?

—Este trabajo es maravilloso pero la única contra es que mañana le pasa algo a Instagram y quedamos sin mucho para hacer. Parece muy imposible pero cuando nació Tik Tok hubo una corriente de inseguridad. Finalmente no pasó nada pero quizás en algún momento otro red social sustituye a Instagram y ahí qué hacemos. Entonces, siempre trato de tener actividades paralelas y un ejemplo es la marca de ropa. Empezamos en julio y en octubre presentamos la primera colección. Ahora vamos a lanzar la colección de invierno. Tengo un equipo muy lindo que me ayuda con los diseños y también el trabajo en el taller. Gracias a la visibilidad que tengo, la marca se ha posicionado muy bien desde el comienzo.

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