En una sala casi a oscuras muñecos de colores fluorescentes se desarman y se vuelven a armar, tienen movimientos lentos y actitudes humanas. No existen las palabras y la música crea la atmósfera perfecta. Eso es el teatro negro. O por lo menos ese es el teatro negro que vemos en Uruguay literalmente de la mano de los Bosquimanos Koryak: siete hombres invisibles que con sus manos van dando vida a los muñecos que ellos mismos construyen.
El juego es una expresión propia del ser humano pero ellos quisieron hacer de eso su medio de vida. Juegan con la mente del espectador mientras ellos se divierten haciendo de "titiriteros". "Biliti", "Aku" y "Arboles azules" fueron los espectáculos que hasta hoy han presentado como grupo de teatro negro o teatro con muñecos. Pero hay más.
EL OCIO DE LOS PUEBLOS. Todo comenzó en Las Violetas, como el color de lo blanco cuando se enciende la luz negra. En este pequeño paraje rural de Canelones, Martín López Romanelli, rehén del ocio que aqueja a estas localidades y fascinado por los efectos de la luz negra con la que jugaba cuando se aburría en los bailes, se dejó llevar por su imaginación. Había escrito una obra de teatro pero como le sucedía a Al Pacino en "Simone", los actores siempre tenían mejores cosas que hacer que ponerse a ensayar. Como conclusión lógica debía fabricar a los actores. "Con dos amigos, uno es Fredy que todavía está en Bosquimanos, fabricamos un muñeco, le cambiábamos la cabeza y hacíamos los textos", cuenta Martín. Con ese sencillo pero creativo espectáculo se presentaron en el Teatro Joven de Montevideo de 1993 y ganaron un premio. "Eso nos dio ganas de seguir trabajando en la cuestión". Han pasado 14 años y estos artistas fueron sumando experiencias en diversas áreas y con distintas profesores. Hace tres años se fundó Bosquimanos Koryak (integrado por Martín, Juan Goncálvez, Fabián Principí, Andrés Cuello, Fredy Gulpio, Federico Machín y Pablo Grillo) que reúne a artesanos, fotógrafos, dibujantes, bailarines... artistas al fin, con la idea de realizar espectáculos con muñecos. "Somos personas que nos gusta lo artístico y hemos practicado distintas disciplinas desde diferentes lugares y a la hora de trabajar todo se suma", asegura Martín, director del grupo.
No existen referentes cercanos de este arte y si hay alguna escuela que lo enseñe ellos no asistieron (más allá de algún taller con títeres o teatro con objetos), por lo que son totalmente autodidactas: ensayo y error fue la metodología. "Cuando yo empecé a trabajar con muñecos no había Internet ni nada de todo lo que hoy se puede tener. Ni siquiera iban muchos espectáculos al pueblo. El ocio en los pueblos despierta la imaginación que es la única forma que tenés de no transformarte en alcohólico o terminar en el INAME. En estos lugares no pasa nada más que eso, la oferta es leer y jugar a la pelota". Por suerte pudieron equivocarse en lugares donde no los veía mucha gente y todo quedó como parte del proceso de aprendizaje. Nada puede quedar más lejos de Las Violetas que el Teatro Negro De Praga, con quienes muchos los comparan, pero de quienes han visto apenas una publicidad en televisión.
MAGIA Y MISTERIO. Si hay secretos en el teatro negro, son eso... secretos. Pero más allá de conocer cómo se hace, es interesante ver lo que provoca tanto al que lo ejecuta como al que lo ve. "La técnica te empieza a despertar una curiosidad por ver qué cosa funciona y qué cosa no. El teatro negro es como jugar al hombre invisible porque no te ven y podés sorprender un poco más", confiesa Martín sobre un arte que envuelve una magia encantadora. La luz crea un aura donde el blanco se transforma en un azul etéreo y eso le da cierta textura a los objetos. Esta técnica juega con la imaginación, la inocencia y el asombro. Los cálculos y las teorías de quienes buscan descubrir los secretos ocultos detrás del color negro son en vano cuando solamente una varita es el motor. "Jugamos con la magia en una sala, que es lo que las salas han perdido. Cuando el público va a las salas no se sorprende mucho porque no hay magia arriba de los escenarios. Nosotros queremos hacer que la gente salga renovada o feliz por haber visto algo bello y no algo conflictivo. En la belleza también hay conflicto pero no buscamos usar el conflicto como el punto de apoyo sino lo contrario, la belleza y la simplicidad como el punto desde donde empezar a contar las cosas". Muchos sorprendidos no daban crédito a que el espectáculo era creado por uruguayos y llegaban preguntando por la obra de los franceses o checos.
PASION POR LO QUE HACEN. Los espectáculos tienen un período de construcción y de ensayo de alrededor de tres meses divididos exactamente a la mitad: un mes y medio de construcción y un mes y medio de ensayo. Previo a eso hay tres o cuatro meses de guión, de diseño de muñecos y de pre-producción. Las ganas de probar, crear y tomar riesgos va más allá de la luz negra, por eso los Bosquimanos este año se volcaron al teatro con muñecos utilizando una técnica de marionetas chinas en "Arboles Azules". Los desafíos continúan con un cuento de "Las mil y una noches" que la Comedia Nacional estrenará en noviembre. El espectáculo involucra a ocho directores trabajando técnicas diferentes durante dos días. El texto que los Bosquimanos eligieron fue "El Jorobado", un cuento gracioso que los obligará a equilibrar el lenguaje clásico del teatro con su propio lenguaje. La dificultad estará en contar por primera vez una historia que no les pertenece, pero la pasión que los mueve no tiene frenos. "Si uno no siente pasión por lo que hace, lo que hace no lo dignifica como persona. Y eso es medio fundamental", sostiene Martín. Esa pasión los lleva a seguir realizando funciones especiales de "Aku" para colegios y por el interior del país, además de pensar en la posibilidad de una gira nacional, otra regional y hasta de ir a Europa con su arte.
SIN PALABRAS. Las palabras están de más en estos espectáculos. El cuento se va tejiendo con imágenes, música y la magia de una atmósfera que hasta incluye olores, un sentido pocas veces utilizado en el teatro que brinda un recurso muy distante de lo que puede ofrecer la televisión o el cine. "Está bueno ir a un lugar donde el olor cambia, donde vos podés ir un poco más de la imagen. Me imagino una escena de un niño arrancando una flor y si cuando él la huele todo el mundo la huele es una comunión magnífica", explicó Martín que busca estas formas de comunicación porque está descreído de las palabras. "Sentíamos que ya nadie creía lo que se decía. Entonces buscamos no tratar de convencer a la gente con palabras. Además, la misma palabra tiene muchos significados y estás condicionando. A su vez, al no usar texto podemos trabajar ante cualquier público. Buscamos no ser localistas, tratamos de ser más universales en lo que contamos y en cómo lo contamos. Por eso vamos a sentimientos universales, a cosas que nos emocionan, a la raza humana sin depender del lugar de donde vengan. Por eso aparece en una butaca un niño de 3 años al lado de un señor de 80 y los dos emocionados de la misma manera. Para nosotros conseguir eso es una de las cosas más importantes, igualar a la gente frente a algo que ve". Definitivamente no sólo los niños son capaces de disfrutar y asombrarse con muñecos. A pesar de que estas obras fueron vistas mayormente por la gente menuda, el arte está dirigido también a los adultos que aunque lo nieguen, sienten gusto por el juego y la fantasía igual que un niño.
VIDA DE MUÑECOS. En el taller de los Bosquimanos abunda la tela blanca, la pintura fluo, una especie de espuma plast, cámaras de bicicleta, goma, maderas, varillas... Los muñecos son construidos por los siete integrantes del grupo que también fabrican hasta la pintura. El diseño y la ingeniería de cada muñeco corre por cuenta del director que dibuja más de 25 bosquejos antes de llevarlo a la realidad. Siempre están buscando materiales nuevos para poder cumplir con las necesidades de cada muñeco que surgen de la fantasía de sus creadores. Mariposas que vuelan, hombrecitos que se parten en cinco pedazos, animales que se arrastran por el piso, personas que se transforman en objetos. Todo tiene que estar pensado para que funcione según lo imaginado.
Hay tres espectáculos guardados en 40 cajas de muñecos. Cuando fabrican el muñeco ya fabrican su caja de madera donde va a descansar mientras no se usa. Hasta ahora ninguno ha sufrido un proceso de reciclado porque el espectáculo queda armado. No se sabe cuándo esos muñecos saldrán nuevamente de sus cajas para volver a crear magia sobre el escenario.
La imaginación es tan poderosa que el juego de creer que el muñeco es realmente un hombre deja de ser fantasía. "Para nosotros los muñecos con los que trabajamos son compañeros de laburo, tienen nombres, sobrenombres, actitudes. Hay algunos que los ponés y nunca se quedan parados y otros se sientan y se quedan quietitos. Hay otros que son más difíciles y más rebeldes de manejar. Y les hablamos, los saludamos, les agradecemos. Yo soy el peor de todos. No es que estemos mal de la cabeza sino que establecemos una relación emocional con ellos. Hay escenas atrás del telón que son increíbles, de conversaciones serias de persona a persona. Tenía un muñeco en ‘Arboles Azules’ que me costó muchísimo entender y había funciones que me la hacía muy liviana y yo le decía ‘gracias’. Había días que me la complicaba de tal manera que le decía: ‘¿Por qué me hacés esto? Me la estás complicando, mirá que tenemos que salir juntos ahí adelante’. Y el tipo estaba todo desarmado en una posición como si te estuviera mirando y como si te estuviera entendiendo. A veces da resultado", confiesa Martín entre risas.
En realidad, ¿a quién le interesan los secretos del teatro negro? ¿Quién quiere saber cómo se mueven estos muñecos? Es mejor confiar en la fantasía. Por algo estos hombres invisibles han sido tan bien recibidos. "Es un momento particular del país. Se pasó por una etapa de fragilidad muy grande y nosotros empezamos a mostrar un poquito de optimismo. Además las salas estaban tristes con lo que se mostraba. Había como una confusión. Si uno hablaba de belleza era liviano, comercial, blando. Tenías que hablar de cosas que comprometieran a la raza y a la existencia explicada a través de un poroto. El hecho de que te regalen un poquito de belleza, creo que fue lo que el público recibió mejor. Que te cuenten una historia linda sin caer en lo liviano, al revés, tratando de emocionar".
Si en una visita guiada por el Teatro Solís te sorprenden hombres voladores, un gigante de cinco metros o duendes dándote la bienvenida, simplemente pensá que son habitantes de un mundo fantástico viviendo entre los telones y las bambalinas buscando jugar con tu imaginación y asombro.
Carolina Villamonte
Fotos: Gerardo Ottonelli
y gentileza Basquinaros