Los nuevos pasos del cine

| A diferencia de años atrás, cada vez más jóvenes aprenden el lenguaje audiovisual y transforman su vocación en algo posible.

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Por: Mariángel Solomita

Hace unos años, si querías expresarte pintabas o hacías canciones, ahora también se pueden hacer películas, y está al alcance de los jóvenes". Enrique Fernández, guionista y co-director de El baño del Papa, es uno de los protagonistas de este impulso que vive el cine nacional, que empieza a construir su pequeña historia cinematográfica. Sin embargo, sucede algo más allá de las producciones realizadas, que fortalece al sector y que también involucra a personas ajenas al medio que desean formar parte de ese mundo que antes parecía intangible. ¿Quiénes asisten a los talleres de guión? ¿Cómo funciona un taller de actuación para cine? ¿Qué viabilidad tiene una escuela de cine para adolescentes? ¿Cómo contemplan estos cambios las políticas públicas? Estos son algunos de los puntos que permiten analizar la efervescencia que rodea al cine, y su efecto sobre aquellos que pretenden integrarlo.

MÁS CINEASTAS. Según datos otorgados por las facultades de comunicación de la ORT y la Universidad Católica, entre el 35 y el 40% de los alumnos que cursan la carrera de Ciencia de la Comunicación se inclinan hacia el audiovisual. ¿Cambió el perfil del estudiante en estos últimos años? "Intuitivamente, sí. No cuento todavía con datos, pero la relación continua con los egresados hace que vea un creciente interés por lo audiovisual cinematográfico más que por la producción audiovisual publicitaria", comenta Paola Papa, coordinadora de la carrera en la Universidad Católica. Por su parte, Eduardo Hipogrosso, decano de la Facultad de Comunicación de la ORT, afirma que "hay otras cosas que son contextuales al cine que se han ido incorporando, por ejemplo la cantidad de estudiantes que eligen especializaciones en oficios del cine, como el sonido, que agota cupos año a año." Además comenta: "También hay un interés por la TV, la animación, y producciones para medios alternativos como Internet, telefonía celular".

Este punto resulta esencial teniendo en cuenta la retroalimentación que debe darse entre las necesidades del consumidor, los centros académicos y el Instituto del Cine y del Audiovisual (ICAU). Martín Papich, director del Instituto, menciona que en lo que refiere a distribución: "Se tiene que dar un cambio en la forma de medir nuestro cine, no se puede medir sólo con la asistencia a salas, hay espectadores que les gusta ver el cine en otras ventanas, eso hay que atenderlo." Los nuevos mecanismos que apoya el ICAU tienen que ver con esa nueva realidad, de acceso y de diversidad, y que permite descubrir posibles talentos perdidos, por ejemplo, participando en iniciativas como el Festival de Cine para móviles, organizado por Ancel y el Ministerio de Educación y Cultura, y que recibió casi 400 propuestas.

PROFESIÓN: CINE. La Escuela de Cine del Uruguay se creó en 1995, su director, Víctor Vicente asegura que el primer impulso cinematográfico se vivió en 1998, la diferencia respecto a ahora es que el cine está en boca de los medios. "El número de matrículas se mantiene constante, alrededor de 30 alumnos por año. Para mí el cambio que se da en el cine es el mismo que se da en el arte: la vinculación a los nuevos medios, que estimula a los alumnos ya que ven más perspectivas en el arte". Vicente, al igual que el resto de los entrevistados, sostiene que hacer cine no es una ilusión, y que elegir al cine como profesión, más que vocación, es posible. "La primera generación hoy tiene productoras, todos trabajan en los medios, todos han fortalecido al sector; la escuela como carrera ha contribuido a que hoy podamos hablar de un sector audiovisual". También debe agregarse a esta lista la creación del Cluster del audiovisual, la existencia de un sistema impositivo diferencial, la puesta en marcha de la Ley de Cine, y hasta la incorporación en la educación secundaria de la asignatura Arte y comunicación. Se puede hablar entonces de una profesionalización del cine que, en consecuencia, podría renovar las reglas del juego. "Uruguay está viviendo un lugar de desarrollo audiovisual muy importante que se viene construyendo desde 10 años atrás, y que ahora se expresa de una forma muy nítida, no sólo en cuanto a cantidad de proyectos, tiene que ir por el camino de abrir nuevas oportunidades para jóvenes realizadores, tiene que subrayar el criterio de calidad, que nos asegure representación en el mercado internacional, local y una buena llegada al espectador", afirma Papich.

MIRAR AL FUTURO. Es válido entonces preguntarse qué desafíos deben enfrentar los centros académicos. "Creo que lo que hace falta ya lo estamos haciendo, que es abrirnos un poco más al mundo, hemos tomado una actitud más internacional, tenemos 3 docentes extranjeros, 20% de matriculas de estudiantes del resto del mundo. Los alumnos viajan, van a festivales, estamos asociados a la CILET lo que permite hacer un intercambio de alumnos y docentes, que en un futuro beneficiará a los estudiantes a la hora de conseguir co-productores", comenta Vicente. La búsqueda del genio oculto es algo fundamental para esta institución que anualmente ofrece iniciativas como "Proyecto Ecu" o "Hacé cine" que beca a un alumno en la carrera, que tiene un costo cercano a los 9 mil dólares. "En 20 días que dura la propuesta, llegan alrededor de 70 trabajos. Son proyectos ajenos a la carrera y gratuitos porque nos preocupa que se esté perdiendo talento por ahí."

Hipogrosso, al igual que Papich, sostienen que el hincapié debe hacerse en la enseñanza del guión, saber contar historias. Asimismo, el director del ICAU, que recibió 150 inscripciones para el primer concurso del fondo de fomento, comenta que se pueden realizar dos lecturas interesantes: el porcentaje de óperas primas equivale al 50% de los proyectos, lo que demuestra que se mantiene un equilibrio entre la gente que acumula proyectos, que no se aleja del sector y los que ingresan. Por otro lado, calculando que al menos hay 3 personas involucradas por proyecto, señala el incremento de la cantidad de personas involucradas en la actividad. Sin embargo, plantea una debilidad que deberían atender las facultades: la carencia de productores ejecutivos. Según Papich, la apuesta de los centros educativos debe enfocarse en formar profesionales que acompañen el proceso total de realización de una película. Además agrega la importancia del desarrollo de las historias, y su diversidad mediática. "Casi la mitad de los proyectos presentados son para dos puntos que no tenían ningún mecanismo de apoyo de ningún fondo: desarrollo de proyecto y contenidos televisivos. Esto es una señal clara para buscar fortalecer la calidad de los proyectos que dan sus primeros pasos y el rol de la TV (...) Crear guiones para contenidos, no sólo de ficción y documental, también estudiar los mecanismos de guión para TV y TV digital", explica.

ACTOR DE PANTALLA GRANDE. La cámara se prende. El set lo constituye una mesa redonda y unos bancos colocados de tal manera que simule un piano. César Troncoso se sienta e interpreta a Sam, el pianista de Casablanca. Sentado en la mesa, fumando, un joven hace su mayor esfuerzo para re-interpretar a Humphrey Bogart en una de las escenas del filme. Corte. Troncoso, el actor más cinematográfico del Uruguay, se cruza de brazos, molesto por su actuación y junto a otros jóvenes observan la escena en un monitor. "El taller nace de la misma manera que nacen las otras cosas que se han ido gestando en el cine nacional: la necesidad te dice `acá habría que hacer algo`. Nuestro cine empezó nutriéndose de los actores de teatro, y de estos los hay capaces de pasar la barrera y funcionar delante de una cámara y otras veces no. Los actores no son tantos en este país, entonces el taller surge un poco por esa necesidad, te encontrabas con jóvenes que tenían ganas de hacer cine o de mejorar su actuación publicitaria, o que simplemente querían un espacio en donde pudieran probarse a sí mismos", comenta Bruno Aldecosea, encargado de casting de 14 películas nacionales y director junto a Troncoso de este taller de actuación para cine. "El teatro te acepta determinados códigos mentirosos, hay un pacto con el público, pero con la cámara no. La virtud del taller es que te ves. A mí me pasó en El viaje hacia el mar, la primera vez que vi la edición, me chocó verme a mí mismo. Esto te enseña a construir desde la imagen lo que sos, por lo que tu ves, y luego te permite pararte ante una cámara sin miedo", dice Troncoso. Este taller comenzó en 2006 y hoy tiene al menos 50 alumnos: "es un espacio de entrenamiento frente a cámara, para ampliar tu paleta como actor, se trabaja mucho la improvisación como herramienta fundamental para asumir las escenas escritas con la misma naturalidad y frescura que si fuera producto de la espontaneidad", comenta Aldecosea.

En efecto, varias caras jóvenes del cine se formaron en este taller, que se basa en trabajar una escena hasta estar conforme con lo logrado, lo que puede llevar semanas si es necesario. "Con César manejamos un mismo concepto de cómo debe ser un actor, proactivo, tener iniciativa, capacidad de enriquecer la película". Aldecosea comenta además que el progreso del cine llevará al sector a enfrentarse con nuevas demandas, como la habilidad para dirigir actores, que no es común a la totalidad de los realizadores "uno de los pecados en los que estamos cayendo es en esa historia tan solitaria del joven que escribe su guión en su cuarto, sale a pelearlo, consigue fondos de aquí y de allá y quiere dirigirlo y quiere dirigir a los actores. Algunos son capaces de hacerlo, pero no es en detrimento del realizador contratar un director de actores, o a un guionista, no tiene que haber una especie de menosprecio hacia ciertos rubros".

La importancia de fortalecer los oficios que componen al cine son cada vez más considerados. Beatriz Flores Silva dicta un curso de dirección de actores, donde intenta demostrar lo imprescindible que es saber estar en el lugar del actor cuando se le va a guiar para que represente un personaje. Este es además uno de los pilares de la escuela de cine Dodecá, que funciona desde el 2003 como un centro de introducción al cine para jóvenes entre 12 y 18 años, pero dada la demanda, agregó un curso para mayores de 18. La escuela tiene 80 alumnos, 36 cortometrajes realizados y varios premios en festivales internacionales, como en Atenas y Berlín, y recientemente en Montevideo Fantástico. "Nosotros no empezamos en medio de la efervescencia, varios de los profesores, cineastas, no tenían el trabajo que tienen ahora. Apuntamos a cubrir un nicho en la formación de jóvenes que a través del cine podrían incorporar un montón de conocimientos que no retienen por igual si lo aprendieran en el liceo", explica Cristina Bausero. Al igual que generaciones mayores que culminan sus estudios, estos jóvenes comparten la determinación por hacer cine, son mucho más activos, en parte gracias al fácil acceso que se tiene ahora a la tecnología digital. "Tenemos estudiantes de arquitectura, veterinaria, ciencia de la comunicación, varios de ellos ya ven al cine como una profesión, incluso hay un grupito que trabaja de forma independiente", comenta.

NUEVAS HISTORIAS. Uno de los proyectos ganadores de la Ley de Cine lo presentó un contador. La variedad de orígenes de quienes se acercan al cine cada vez es más notoria, en este caso este realizador forma parte del taller de guión que da Enrique Fernández, compuesto por 25 personas, entre 20 y 50 años, y que en su gran mayoría no proceden del medio, sólo dos jóvenes son publicistas que ansían formarse para escribir para cine. Fernández propone la enseñanza de la escritura en y desde Uruguay, postura que explica: "Escribir en Uruguay supone que uno tiene que hacerse un espacio dentro de las 500 cosas que tiene que hacer para ganarse el sustento, y la exigencia que después supone abrir un espacio y establecer una rutina de escritura. Escribir desde Uruguay, porque si bien las películas que hemos hecho en los últimos 10 años abrieron muchas puertas, estamos muy lejos de donde ocurren las cosas, significa que para hacer la película que alguien escribe hay que remontar una cantidad de instancias, el periplo en el que hay que meterse". Consultado acerca de las historias que surgen de este tipo de talleres, y las historias que protagonizan las películas nacionales, opina: "Yo creo que ahora que hay más disponibilidad de fondos, debería abrirse esa oferta a los barrios de Montevideo y seguramente del interior, donde hay otro tipo de gente con otro tipo de problemas, otra visión del Uruguay tal vez menos gris, tanguera, llorona como es la de Montevideo, y ahí estaríamos dándole al cine uruguayo la variedad que yo creo que le falta". El género que conquista cada vez a más alumnos, según Vicente, es el documental, lo que sigue una tendencia mundial, que se refleja también en los trabajos que se postulan para los fondos económicos nacionales. También tiene éxito el género experimental, sobre todo entre los alumnos que juegan con las herramientas tecnológicas, así como las historias cada vez más universales, entre los más jóvenes "de los 36 cortometrajes realizados, ni uno tiene una temática localista", comenta Bausero.

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