Por: Mariel Varela
Nunca hizo revista, jamás se puso un conchero ni plumas; no sabe cantar ni bailar. Desconoce por qué el público le ponía el rótulo de vedette porque no era su palo. Tampoco le cabe el título de actriz porque no se destacaba en esa disciplina.
"No sé qué hice para que toda la gente reparara en mí, para que Sofovich reparara en mí teniendo una cola de 200 chicas que eran muchísimo más lindas que yo, con mucho más cuerpo y más altura. Sin embargo, Sofovich dijo, ella", asegura Adriana Brodksy.
Vivió una época de auge con Alberto Olmedo y su personaje de "Bebota" que dejó huella en los televidentes y trascendió generaciones. "Me parece una especie de milagro, tiene que ver con algo que no viene de la tierra, viene de otra galaxia", dice a propósito del fenómeno que se generó.
Compartió apenas 24 meses de pantalla con el Negro Olmedo "pero parece que hubiera estado toda una vida". Ese sketch quedó plasmado en la retina del público. "Fueron dos años muy intensos de un personaje súper carismático, angelado del Negrito con el Manosanta. Me siento como una especie de apéndice de él porque en base a mí también lo recuerdan a él y en base a él yo la ligo de rebote. Es como una comunión muy fuerte", asegura.
¿Quién no recuerda a esta rubia diciendo "maestrooo"? Ella define a la "Bebota" como lo anti sexy: "Primero porque no tenía lolas en esa época, segundo porque no entraba con voz sensual, era un grito que te rompía el tímpano. O sea que de sensual no tenía nada. Pero los hombres fantaseaban cualquier cosa y eso era lo que explotaba".
Vivió años de éxito y fama extrema. No podía tirarse a tomar sol en la playa porque se le venían 200 personas encima rogándole un autógrafo. Hoy le dan ganas de firmarlos o de sacarse una foto con un fan. "En aquella época no podía disfrutar de nada porque era una locura. No se podía hacer nada. En ese sentido estoy disfrutando más ahora, estoy mucho más tranquila".
Nunca anheló ser famosa, actriz o modelo. Su sueño era convertirse en bailarina clásica y actuar en el Colón pero el deseo le duró un suspiro. A los 14 años ya estaba trabajando: fue cadete, escribió a máquina y pegó sobres. Hasta que una oportunidad le cayó del cielo y la aprovechó porque necesitaba el dinero. "Lo que yo ganaba en un mes" haciendo desfiles y presentaciones "mi madre tenía que trabajar siete meses para ganarlo".
Un buen día se enteró de que estaba embarazada y se alejó de todo para dar prioridad a la maternidad. Jamás extrañó el medio. No le importó la popularidad, la fama ni que la convocaran para un programa infantil, algo que sí le gustaba. "Ni siquiera que vinieran de Hollywood, yo me quedaba con mi hija y chau. Dejé todo".
-¿Alguna vez perdiste vigencia por alejarte del medio?
-Al contrario, tengo demasiada vigencia por no ser mediática ni andar paseándome por los programas hablando de los demás o usando ropa que puede llegar a parecer ridícula para mi edad. Sigo manteniéndome porque creo que hay algo de protección que tiene que ver con el Negro (Olmedo).
Tuvo "millones" de parejas pero aún así recuerda a su primer noviecito. Tenía seis años, se llamaba Emiliano y era solo manito y miradas. "Después fui creciendo, fui teniendo relaciones más extensas, te casás, pensás que es para toda la vida y resulta que te separás. Yo me casé dos veces y me separé dos veces", cuenta.
Vino a Montevideo a cantar y grabar el tema No tengo suerte en el amor junto a Marcel Daset. Se conocieron en un evento en Buenos Aires, él le hizo una entrevista y ella le comentó justamente que no tenía suerte en el amor y ahí nació la idea. "El amor lo tengo eternamente desde que nacieron mis hijos. El amor de pareja para mí son pasiones. Así como vienen se van. ¿Cuánto puede durar? Un año, dos, tres, cinco". A ella lo máximo que le duró fue una década.
Está soltera. Su prioridad es el trabajo. Cerró su productora hace tres meses para arrancar un nuevo ciclo e incursionar en el canto. "Nunca canté en mi vida y me pareció muy explosivo. Según me dijeron tengo oído musical. La verdad es que yo no lo sabía. De cualquier manera no somos cantantes y lo hacemos para divertirnos".
Adriana Brodsky habló con Sábado Show sobre su vuelta al medio, la TV de hoy y la de antes y su capacidad de adaptación a esta nueva época.
leyenda. Adriana aún no encuentra explicación a su gran despegue. No entiende por qué habiendo tantas bellezas en el medio la eligieron a ella. "Me veía bien, tenía chicos que me seguían, pero no para estar en un medio como la televisión donde la competencia es tan fuerte".
No era bailarina, ni actriz, ni vedette, ni cantante, ni tenía el mejor físico. Lo suyo era una cuestión de carisma. "A veces para llegar a ser famosa o para que te elija la gente no necesitas tener un talento enorme en el sentido de estudiar teatro o haber hecho Hamlet, el público te puede dar el ok porque sos angelada", atribuye.
-Estuviste como invitada en el programa Mitos y te hicieron un homenaje, ¿te consideras un ícono en tu país?
-La verdad que sí. Uno tiene que ser objetiva. Veo el paso del tiempo pero veo que hay determinadas cosas que quedan. El público ya me considera un prócer más que un mito. A mí me gusta, me encanta.
Si compara su época a lo que se ve hoy en TV "hay un abismo", pero no es crítica ni dura con los jóvenes. "Siento que uno tiene la obligación de actualizarse, de adaptarse y aceptar a las generaciones de hoy. Me parece que uno tiene que respetar a la juventud, no puede darle palo y palo. No puedo comparar con mi época porque ya fue. Que quede un recuerdo fuerte es otra historia pero mi época ya fue".
Se saca el sombrero por esta nueva camada de chicas: "Tienen cuerpos fantásticos, saben bailar que se te caen los ojos, actúan, cantan. Saben hacer de todo".
-Cada día surge un nombre nuevo, ¿crees que es posible que se mantengan o es algo efímero?
-Si me tengo que guiar por mi experiencia te diría que nunca se sabe. Yo pensaba que iba a trabajar un año y mirá dónde estoy. Yo no sé bailar, ni cantar ni soy actriz. No hay que prejuzgar porque no se sabe.
el medio. En el tiempo en que se mantuvo alejada no recibió ofertas de trabajo. "Esa distancia hace que no te propongan. Yo me alejé y ahora me estoy volviendo a acercar". Le gustaría hacer ficción y tiene una propuesta para conducir un programa y hacer teatro en San Luis.
Apareció en la promo del primer Bailando por un sueño y tuvieron que llamarla para contarle porque no estaba al tanto. Años después la convocaron, aceptó y ellos dieron marcha atrás a último momento. Se lo volvieron a proponer y esta vez se negó. "No lamento no estar en el Bailando porque hay cosas que me gustan y otras que no. Me gustaría estar en el Cantando porque el jurado es otro y creo que se respetan más".
No rotundo es la respuesta a si estaría dispuesta a integrar el jurado del Bailando. Ni siquiera tolera verlos: cambia apenas aparecen. "Miro cuando bailan porque las chicas me parecen maravillosas, las admiro, sé el sacrificio que hacen pero cuando veo agresión, cambio".
-¿Necesitás volver a la TV?
-Lo que necesito es trabajar y lo primero que se me brinda es el medio, entonces aprovecho del medio que me ofrece cosas. Si tuviera que hacer otra cosa, la haría. De hecho busco otras cosas porque me gusta poner los huevos en diferentes canastas. Por ejemplo, tengo un perfume y una fundación. Entonces levanto un teléfono y la gente por respeto, porque me admira o por lo que sea me atiende. Eso es gracias a mi nombre y le debo al público el poder ayudar a otros.