por Luis Ventura
En los últimos días se han agitado algunos vendavales hacia quienes mostramos lo que alegremente muchas celebridades no se ocupan de cuidar, que es algo tan preciado como la vida privada. Es mucho más fácil despotricar de lo que hacen los sensacionalistas, los amarillistas, que asumir las culpas de las desprolijidades propias. Sí, sí, ahora resulta que yo tengo la culpa de que al novio de Susana Giménez se le ocurra salir de festejo con alegres señoritas, ante cientos de miradas. "¿Por qué no van a seguirlo con una cámara a Tinelli?...", rugió la diva del teléfono enojadísima. También tengo yo la culpa que la exquisita Eunice Castro se haya sentido engañada como Pelusa Monzón cuando su campeón del mundo decidió ir a filmar "La Mary" con la "Su". ¡Por favor! Ahora no son pocos los futbolistas que empiezan a señalar con el dedo a quienes mostramos por qué muchas veces no se rinde en la cancha lo que se entrena en la semana. Cuando la explosiva Belén Francese, una de las últimas chicas de Sofovich, denunció a cámara: "Que esos dos futbolistas internacionales me dejen de llamar por teléfono a la madrugada porque voy a decir quienes son. Yo estoy de novia". Entonces cuando saltaron los nombres de Juan Román Riquelme y de "La Gata" Fernández se armó el escándalo. "¡Déjenlos en paz que ellos son jugadores!...", y tienen razón, pero los goles los tienen que hacer en el arco y no en otro lugar. Lo mismo que pasó con Carlos Tévez que estalló cuando un paparazzi lo sorprendió en una disco llena de gente con la rutilante Natalia Fassi. Lo mismo que ocurrió cuando Diego Placente, que mandó a sus muchachos a apretar a la actriz porno Elizabeth Maciel porque contó que él la había llevado a vivir a Alemania un mes después de haber visto sus apasionadas películas. Una vez más, la culpa fue de los amarillistas y no de los astros del fútbol que en lugar de respetar sus concentraciones, sus imágenes y sus curriculum, eligieron las madrugadas, las damas abundosas y las prácticas fervorosas que nada tienen que ver con el deporte. Por eso, les digo a los famosos que el monstruo amarillo anda suelto, respeten sus vidas privadas para que los demás también las podamos respetar. Chau, hasta el Sábado... Show.