Pareja durante 31 años de Roberto Gómez Bolaños, la actriz asegura que le habla fuerte a su marido "porque no escucha", desmiente una disputa con Carlos Villagrán y confiesa que estuvo a punto de casarse con un ex compañero en la época en que hacían El Chavo del Ocho.
La historia que se rumorea es siempre la misma. Florinda Meza, la recordada Doña Florinda - dice el relato oficial- , era pareja de Carlos Villagrán, alias Quico. Roberto Gómez Bolaños, el genio e intérprete de El Chavo, se enamora de Meza. Villagrán y la mujer terminan, Chespirito pasa a ser su novio y Quico y El Chavo se pelean a muerte. Como en una telenovela mexicana. Sin embargo, la verdad es otra y de los labios de Florinda Meza suena casi a revelación. Antes de ponerse en pareja con el genio, la actriz estaba comprometida - y con matrimonio ad portas- con otro integrante del inolvidable programa: el director Enrique Segoviano. "Lo conocí cuando era switcher en 1972. Tenía tres años más que yo y empezó a cortejarme. Nos pusimos de novios en 1975 y, a fines de 1976, me regaló unos anillos de compromiso. Pero pasó un grave problema. Yo no era la única. Estaba jugando a dos bandas. Aunque ella no tenía anillo. Cuando nos enteramos, me reuní con la muchacha y llegamos de improviso a su oficina. No lo podía creer. Puso una cara de impresión tremenda. Cuando él supo de mi relación con Roberto se quiso ir del programa", cuenta.
Florinda Meza es un personaje controversial. En las páginas de Internet no hay buenos comentarios sobre ella y, en su país, México, muchos la comparan con María Kodama, la argentina que se casó con Jorge Luis Borges pocos meses antes de su muerte. Tiene 60 años y Chespirito, 79. En vivo, Meza es una especie de Hulk en cuerpo femenino. Poco antes de esta entrevista, la actriz y el genio dieron una conferencia de prensa. Y ella lo interrumpió varias veces. Como una mamá que llama al orden a su hijo. En privado, en cambio, es cálida, culta y deferente.
Poco ha cambiado de su aspecto. "Sólo el envoltorio", dice riendo. A unos metros, su look es el mismo que cuando salía de su casa en La Vecindad, secándose las manos y gritando "cuándo no" antes de golpear a Don Ramón. Estilizada, con escasas canas y un rostro sin arrugas que parecen mostrar una edad menor a la que indica su fecha de nacimiento. Es seria, pero no parca. No esquiva ningún tema. Habla con seguridad de Otello, de la violencia y el narcotráfico en México y de Estados Unidos. Ni siquiera se molesta cuando le consulto acerca del manejo que ejerce sobre el genio. Es más, asegura que los problemas de audición de su marido son la razón por la que lo interrumpe a cada momento. Y le grita. "Algunos oyen que le hablo muy fuerte. Pero si no lo hago, no escucha", responde.
Florinda Meza estudió teatro y cuando trabajaba en el programa La media naranja llamó la atención de Chespirito, quien la convocó para su espacio humorístico. Era mediados de los 70, y el genio tenía problemas con su primera mujer y madre de sus seis hijos. Poco a poco se fueron acercando. Primero, el genio le pedía la opinión sobre sus parlamentos. Luego, la cortejó. Un año antes de formalizar su relación, Gómez Bolaños comenzó a regalarle religiosamente una rosa diaria. Cuando no se la pasaba personalmente, se la dejaba en la puerta de su casa o en el parabrisas del auto.
"Cuando empecé a trabajar con él, era joven, bonita y tenía lindo cuerpo. Él me tiró el anzuelo. Pero como cualquier hombre. La diferencia fue que Roberto nunca se rindió. Con las rosas me conquistó. Era muy romántico", indica.
Unos años antes de ponerse en pareja con Florinda Meza, Chespirito -a petición de su primera mujer- se sometió a una vasectomía. La actriz sabía que el genio estaba imposibilitado de tener hijos, pero lo aceptó. Como una mujer enamorada. "Sabía a lo que iba cuando me uní a Roberto. Realmente, mi vida estaba llena entre mi profesión y él. Pero me hubiese gustado tener hijos. Es un tema pendiente en mi vida", sostiene.
-En la autobiografía de su marido, Sin querer queriendo, él cuenta que para sus seis hijos fue difícil aceptar su nueva relación.
-Era algo natural. Yo lo sabía. Además, eran seis hijos de su primer matrimonio. No tenían mucha confianza. Pero poco a poco se fueron rompiendo las barreras. Se dieron cuenta que yo lo quería, lo veían feliz y sigue feliz. Siempre me agradecen que lo cuide tanto.
La gran polémica. Como sucede en todos los grupos únicos, la historia de La vecindad pasó de armonía total a descalificaciones. En el caso de los mexicanos, la disputa fue entre Gómez Bolaños y Carlos Villagrán. Aunque Florinda asegura que no hay conflictos. "Carlos fue un compañero que se retiró en 1978 porque le ofrecían otro programa pagándole más dinero. Y Roberto lo dejó partir. Tal como pasó con otros. Carlos fue el único que jamás volvió. Pero nunca hubo una disputa. Hacer El Chavo del Ocho para todos era como ir de día de campo. Una experiencia fascinante", afirma.
-Se dice que Ramón Valdés estaba disconforme con usted porque trataba de dirigir la serie...
-Eso es periodismo basura. Jamás tuvimos una disputa con Ramón. Era una persona simpatiquísima. Siempre me hacía bromas. Decía que traía vodka en el coche o hacía imitaciones. Era un tipo muy bromista, que se tomaba la vida con mucho relajo.
-¿Es cierto que, a veces, lo tenían que ir a buscar para las grabaciones?
-No. Ramón era el único que tenía fuertes vicios, alcohol y algunas otras cosas, pero nunca llegó a trabajar en mal estado.
-¿Qué significa para usted estar casada con una persona tan admirada en Latinoamérica?
-Somos como cualquier matrimonio. Tenemos momentos buenos y momentos malos. Roberto es un renacentista. Un genio. Abarca todas las expresiones artísticas: la pintura, la música, la literatura, etc. Tiene su temperamento cambiante como todos.
-Por último... ¿cómo se imagina la vida sin Roberto?
-No me la imagino ni me la quiero imaginar, cuando lo hago, me entra pánico. La muerte no me cae bien. Sé que cuando nacemos, lo hacemos de la mano de la muerte. Pero no es fácil. Hay un momento que siempre recuerdo de cuando murió mi abuelo. Cuando mi abuela se enteró, lloró. Yo nunca la había visto llorar. Recuerdo que gritaba "preferiría que se hubieran muerto todos mis hijos antes que mi marido". Eso nunca lo olvidé. Ese amor que tenía por su marido. Por eso prefiero evitar pensar en mi vida sin Roberto, porque con los años la he entendido perfectamente.
Felipe Rodríguez
El Mercurio - GDA