Por: Miguel Bardesio
Me llamaron: `Rona, va a salir una revista nueva en El País, todos los sábados, y queremos que seas la tapa`. Me acuerdo como si fuera hoy, las fotos todo."
Así, el 9 de diciembre de 1972, bajo el título "RONA, a la búsqueda de un destino propio" salió a la calle el primer número de Sábado Show. Rona era una cantante melódica de gran popularidad en aquel momento, recién había llegado del Festival OTI donde su canción (Busco mi destino) no ganó pero la actuación le valió varias presentaciones en España.
Dos mil semanas después, Rona es hoy Elena Beatriz Redondo, su verdadero nombre, vive en Portezuelo (Maldonado) dedicada junto a su esposo a emprendimientos inmobiliaros en la zona. Dejó de cantar en 1982, pero "la llamita sigue encendida". "Ahora canto con amigos, en reuniones familiares. En el auto, ando a los gritos pelados", dice. Su hermana, María Elisa, también es cantante, aunque a diferencia de Rona, ella mantiene la actividad.
Elena se transformó en Rona cuando tenía 18 años. En ese momento en pareja con el músico y compositor Jorge da Trindade, buscaron un nombre que pegara en los festivales y programas de televisión. La fortaleza fonética de la "R" los tentó a ese seudónimo.
Eran tiempos en que la programación de los canales estaban colmados de propuestas nacionales y era una televisión esencialmente musical: la enorme mayoría de los espacios contaban con orquestas y shows en vivo. No había enlatados.
Rona, morocha, menuda, con dotes para la escena, era número en todos. A Discodromo Show, el programa de Ruben Castillo de Canal 12, por ejemplo, concurrió infinidad de veces. El resto eran boliches, clubes del Interior, o programas en el exterior. Rona cantó en los programas de Pipo Mancera en Argentina y de Silvio Santos en Brasil, además de ciclos en Venezuela y España.
"Fueron tiempos tan lindos. Qué hermoso haberlos vivido". Así recuerda Elena Beatriz a Rona.
-¿Cuándo empezó a cantar?
-A los 14 años. Le pedí permiso a mi papá, porque mi hermana ya cantaba. Para todo se pedía permiso en aquel tiempo. Para usar tacos altos también pedí permiso. Empecé en Canal 10, en un programa que no recuerdo el nombre. Después conocí a Jorge que componía y era pianista. Dada la relación de pareja, él me propuso volver a cantar. Y empezamos.
-¿Siempre en el género romántico?
-Sí, pero Jorge hacía también canciones de protesta. Era una época brava. Un día se armó un lío en un canal de televisión porque canté una canción de protesta que se llamaba La rosa de la libertad. Pero lo peor es que antes de empezar la dediqué: "Esta canción va a la memoria de Líber Arce" Ayy, sacaron del aire el canal. Bajó el director, un lío. Éramos jóvenes, éramos idealistas. Otro día llegué para grabar a Sondor y me dijeron: "No, tenés que ir a la Esmaco a presentar tu canción". Allá fui y lo que es ser joven y linda: convencí al general y ¡le vendí mi canción de protesta! ¡Qué maravilla! Después vino el Golp y se puso más complicado. Hubo que optar: o te ibas del país o seguías pero cantando canciones románticas. Yo me quedé.
-¿Por qué dejó de cantar?
-Dejé de cantar porque era difícil… Con la dictadura, hubo un gran declive de lo nacional en ese momento. La mayoría de cantantes de mis comienzos se fueron. Se terminaron los programas nacionales. En los shows, lo que pagaba eran poco y nada. Al final, pagaba para cantar y sacarme los ganas. No había nadie que te grabara un disco. La maquinaria que hay ahora no existía. Yo digo a veces: "Ay estos chiquilines no saben la que pasamos nosotros". ¡Cómo han cambiado los tiempos! Hubiéramos nacido ahora. Eso decimos con mi hermana. Era tanto el sacrificio que dejé. Mi hermana me lo reprocha.
-¿Y usted no se lo reprocha?
-En público no cantamos más, pero cantamos bien todavía. Siempre te viene la llamita. Ya no da ni por el aspecto. Creo que tiene que ser alguien joven el que esté en el escenario, alguien que encante. Pero disfruté pila. Esos años fueron de mucho goce. Todo lo recuerdo. Eran vivencias muy fuertes.