Julio Ríos: se hizo pasar un por un futbolista, salió con una fan y durmió en la calle en Europa

Soñaba con relatar y se le dio a los 22. Se cayó y se levantó varias veces. Trabajó en Estados Unidos, tuvo distintos programas, y hoy está en El Espectador y Canal 10. El 15 cumplió 60 años, y por eso, esta nota.

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El periodista y comunicador Julio Ríos.
El periodista y comunicador Julio Ríos.
Foto: Leo Mainé

Redacción El País
Víctor Hugo Morales era su gran referente y pasaba horas enteras escuchando Radio Oriental. Desde chico, Julio Ríos soñaba con entrar a una emisora y, después de insistir sin descanso —al punto de presentarse a pruebas con otro nombre—, logró su primera oportunidad: debutó como informativista en Radio Monte Carlo el 1° de mayo de 1984.

Con el tiempo condujo programas como Monte Carlo a sus órdenes y El tren de la noche. En paralelo, practicaba cómo relatar, su verdadera pasión. Esa chance llegó algunos años después, cuando el gerente de Oriental le abrió la puerta y, con apenas 22 años, firmó un contrato que le cambió la vida: pasó de ganar 4.500 pesos a 117.000.

Su trayectoria no se limita al relato y al periodismo deportivo. Ríos se convirtió en un personaje mediático de múltiples facetas: gran contador de anécdotas, hábil entrevistador en distintos formatos, e incluso se animó a cantar junto a su exyerno, El Reja.

Entre sus hitos se destaca haber sido relator de la señal internacional Fox Sports, pero decidió dar un paso al costado de ese rol al sentir que había perdido “el fuego sagrado”, además de enfrentar una sordera en uno de sus oídos.

Hoy conduce Las voces del fútbol, que se emite por El Espectador luego de pasar por varias emisoras, y también integra el staff de Polémica en el bar (Canal 10).

El pasado 15 de setiembre cumplió 60 años y, para celebrarlo, repasamos cinco curiosidades imperdibles de este showman del periodismo deportivo.

Fue mochilero en Europa

A los 19 años se fue de mochilero por Europa y vivió de todo: trabajó en un parque de diversiones, se coló en trenes, durmió en la calle y hasta cortó uvas en una vendimia francesa junto a un amigo. Les pagaban 1.500 dólares por 20 días, les daban techo, vino, y para ellos era una fortuna. “Tenías que cortar a la misma velocidad que los dueños del viñedo, sino te echaban”, recordó en Malos Pensamientos.

Más adelante, ya con una hija chica, volvió a empezar de cero: se fue a Estados Unidos sin trabajo y con la angustia de dejar a su familia en el aeropuerto. Una pareja uruguaya lo ayudó y consiguió empleo como ayudante de cocina, ganando 250 dólares semanales. Un día libre fue a la cadena Telemundo, esperó al gerente en el estacionamiento, accedió a una prueba y terminó trabajando allí.

Hoy, disfruta de viajar solo, reencontrarse, y sueña con ir a la India por una cuestión espiritual: “Me he encontrado y desencontrado varias veces y me hablaron bien de la experiencia”, le dijo a Petinatti en esa nota.

Se hizo pasar por Hugo de León

Era la previa de la semifinal de Copa Libertadores entre Nacional y América. En el hotel de Cali, el comentarista “Cacho” Barizzoni presentó a Julio Ríos como Hugo de León ante un grupo de chicas (una de ellas sobrina del narcotraficante Rodríguez Orejuela). Él siguió el juego. Se sentó junto a la piscina, cerveza en una mano, cigarro en la otra, y respondía como si fuera el mismísimo capitán tricolor.

Según contó en Punto Penal (Canal 10), hasta simuló una nota para El Gráfico. “No me toca un millón, me toca un millón y medio”, dijo sobre una supuesta venta al Lazio. El problema vino cuando el verdadero De León apareció en el hall. Lo terminaron escondiendo en la habitación: “Te anda buscando el cartel, sos boleta”, le decían sus colegas.

Es coqueto y salió con una fan

Julio Ríos colecciona trajes y llegó a tener más de 200.
Julio Ríos colecciona trajes y llegó a tener más de 200.
Foto: Archivo El País

Dice que nunca buscó ser mediático y que la fama es puro cuento, pero admite haber tenido un “target” inesperado: mujeres de entre 50 y 70 años. “Si yo les dijera a ellas lo que me dicen a mí, me mandan preso”, bromeó en Hacemos lo que podemos.

Confesó también que en otra época, salió con más de una fan. Si bien evitó dar detalles, habló en plural. No muestra su vida privada y sus hijos, aseguró en esa misma nota, jamás le pasaron una factura.

Llegó a tener 200 trajes y cuando no los usa, los regala a amigos o cuidacoches. Fanático del orden y del cuidado personal, y no le teme a los retoques estéticos: “Me hice un tratamiento con sangre licuada que implicaba como 100 pinchazos”, contó a Sábado Show.

También aclaró el mito sobre su bronceado excesivo: no es todo cama solar. De chico se bronceaba en la azotea de su casa, y se ponía aceite de coco y yodo. “Tuve que usar productos para mitigar los años de sol, hoy soy más precavido”, dijo, aunque sigue amando el calor y la playa.

Lo crió su abuela en un hogar humilde

Sus padres se separaron cuando tenía dos años y, pese a tener una vida cómoda con su madre y un padrastro que lo adoraba, eligió vivir con su abuela paterna en un barrio muy humilde de Minas. “Me bañaba con balde, mi sueño era tener un chuveiro”, contó a La Diaria.

Tomó la decisión frente a un juez, después de que su abuela materna le tirara un muñeco que le había regalado la otra: “Los varones no usan muñecos”, le dijeron. Su abuela Cecilia era limpiadora en la Casa de la Cultura, le enseñó valores firmes y le compraba el diario El País todos los días. Con su primer gran sueldo, le hizo un regalo y la llevó varias veces de vacaciones a Punta del Este: “Quería que disfrutara lo que nunca pudo”, dijo.

Quedó sordo de un oído

Su sueño era trabajar en Oriental. Se crió escuchando a Víctor Hugo Morales y no se perdía Hora 25. A los 22 años lo logró: pasó de ganar 4.500 pesos en Monte Carlo a 117 mil como relator de esa emisora. Pero el relato también le pasó factura: quedó sordo de un oído.

“Lo dudo. Implica mucho desgaste”, le dijo a Sábado Show ante la consulta de si volvería. “A veces me dan ganas ante un evento especial pero no volvería a hacer cuatro partidos por semana”, expresó. En otra nota, confesó a El País que perdió “el fuego sagrado” por relatar y que hoy disfruta de conducir y entrevistar: “Me han dado por muerto en el sentido profesional pero siempre salí fortalecido”, cerró.

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