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Julio Ríos: "No sé si he sido buen o mal periodista; pero lo seguro es que soy transgresor"

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Julio Ríos. Foto: Marcelo Bonjour. Agradecimiento: Luis D'Amore.
Nota a Julio Rios, periodista deportivo uruguayo, en Luis DAmore Sastre en Montevideo, ND 20220502, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

ENTREVISTA

No dice su edad. Usa secador de pelo y cuida su piel con tratamientos estéticos. Desde joven, el periodista incorporó la importancia de la imagen en su profesión televisiva.

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Julio Ríos

es sinónimo de porte y elegancia masculina. Compañero inseparable del secador de pelo y de los tratamientos estéticos, el periodista comentó hace unos días en Polémica en el bar que llegó a tener unos 200 trajes en su guardarropas. Actualmente, la cifra es menor porque ha regalado muchas de las prendas.

En la actualidad, el sastre Luis D'Amore es el proveedor de Ríos para sus looks en Polémica y en La peluquería de Don Mateo y también para Las voces del fútbol, el programa radial que a la vez se transmite con gran suceso por You Tube. “Me cuesta más vestirme casual que con traje. De traje estoy siempre cómodo”, asegura Ríos.

Sobre la cama solar, el periodista deportivo asegura que se ha sometido al bronceado artificial “mucho menos de lo que la gente piensa”. Para colmo de coquetería, Julio Ríos no revela nunca su edad. “La gente la sabe igual”, asegura.

El periodista recibió a Sábado Show para un diálogo sobre elegancia, el regreso a la televisión y la actualidad política del fútbol, rubro en el que se manifiesta muy crítico. “Estamos en el peor momento del fútbol uruguayo”, adelanta.

Julio Ríos. Foto: Marcelo Bonjour. Agradecimiento: Luis D'Amore.
Julio Ríos. Foto: Marcelo Bonjour. Agradecimiento: Luis D'Amore.

—Sos de los comunicadores que más importancia le da a la imagen y la elegancia, ¿desde cuándo surgió ese cuidado en vos?

—Cuando vine de Minas a trabajar en Montevideo, pasaba por las galerías del Centro (no existían los shopping en ese momento) y miraba un pantalón y una campera que me gustaba. Pero hasta que no tenía el dinero para comprarme las dos prendas, no compraba ni una ni la otra, por una cuestión de estar combinado. Así fui siempre. Pero el click del traje lo hice en Argentina cuando en los '90 me tocó trabajar en Buenos Aires. Allá se usaba mucho el traje e incorporé esa modalidad al vestir y mucho más para nuestra profesión. En la televisión importa lo que se dice pero también la imagen.

—También trabajaste en Estados Unidos...

—Sí, estuve en la cadena Telemundo. Trabajaba en un restaurante como ayudante de cocinero cuando, gracias a haber encarado al gerente de la cadena, conseguí una oportunidad. Por mucho tiempo hice las dos cosas: ayudaba en la cocina en el restaurante y después salía en el noticiero de Telemundo. Me compré un traje, una camisa y dos corbatas: lo usaba y después iba a cambiarlo con la boleta para ir renovando la imagen. Al primer mes lo había cambiado cinco veces. Como siempre digo, las aulas y la formación son importantes pero igual de importante es la experiencia y la universidad de la vida y la psicología callejera que se va aprendiendo con el acierto y el error.

—Después de un año y medio sin pantalla, volviste a Canal 10 con dos programas. ¿Cómo evalúas este momento?

—Siento que este es un momento bárbaro de mi vida, pero no solamente en lo profesional. Estoy en armonía conmigo mismo y no haber hecho TV por 18 meses me lo permitió. Tuve mucho tiempo para irme para afuera, para mí, para amigarme con la soledad, mirar mis defectos y virtudes. Para ser amigo de la soledad, uno tiene que estar muy bien consigo mismo. Yo llegué a tener siete trabajos, de lunes a lunes y no me permitía ni siquiera gastar lo que ganaba. No tenía tiempo y mucho menos podía disfrutar de otras cosas que realmente son importantes, como el crecimiento de tus hijos. Ahora la vida me dio la oportunidad de volver pero lo hago transformado, en armonía, disfrutando cada cosa.

Polémica en el bar te permite abarcar otras áreas de la actualidad, no solo el deporte. ¿Cómo te sentís en ese rol?

—Disfruto muchísimo de Polémica justamente por eso, porque hablamos de todos los temas. Empecé a ir como invitado y desde el primer día me sentí muy bien. Es un programa para crecer y nutrirse: hay muy buenos profesionales en el panel, a los cuales respeto, pero cuando se prende la luz, esto es como un partido de fútbol: cada uno hace lo suyo y salimos a debatir. Aunque siempre con límite, muchas veces discutimos fuerte.

—¿Te pasó de irte enojado en algún caso?

—No. Cuando se apaga la luz, ya está. El periodista deportivo está muy acostumbrado a polemizar. Tenemos un entrenamiento para eso porque los periodistas deportivos confrontamos mucho, lo que sirve para este tipo de circunstancias.

—En Polémica, justamente, dijiste que tenías 200 trajes...

—Tenía. Porque muchos los regalé. Pero en la época en que me vestía Ruben, de Hamlet, llegó a darme unos 120 trajes. Como es imposible usar esa cantidad de trajes, fui regalando. Si un amigo tenía una fiesta, venía por casa y se llevaba uno. También a personas de la calle, los cuidacoches. En la hay que ser generoso; dar para recibir.

Julio Ríos. Foto Marcelo Bonjour
Julio Ríos. Foto Marcelo Bonjour

—También has probado muchos tratamientos estéticos, ¿es así?

—Sí, me he visto muy beneficiado porque al trabajar en los medios me llaman mucho de las clínicas para que pruebe las novedades en ese sentido. El otro día me llamó una clínica para hablarme de una nueva técnica, que implica sacar sangre, licuarla y luego después inyectarla en la cara. “Son como 100 pinchazos”, me dijeron y luego me preguntaron si quería unos días para pensarlo. “No, no, ya lo pensé. Quiero hacerlo”. Y lo hice. No tengo misterio en ese sentido. A mí me gusta cuidarme, al igual que cuido el auto o el orden de mi casa. Soy muy meticuloso.

—Históricamente está mal visto el cuidado estético en los hombres. ¿Has sentido esa presión?

—Para nada. Las cosas cambian. Antes estaba mal visto para un periodista cantar una canción. Y lo hice y me fue espectacular. También estaba mal visto ir al carnaval de Melo y ahora va todo el mundo. Yo no sé si algún día van a reconocer si he sido bueno o malo como periodista, pero lo seguro es que he sido un transgresor. Además, yo me visto para mí, para verme bien, no para los demás.

—El bronceado es algo que se habla mucho en tu caso. ¿Cuánta cama solar tenés encima?

—Mucho menos de lo que la gente imagina. A mí me encanta tomar sol. En Minas tomaba sola en la azotea de mi casa y me ponía aceite de coco con yodo para el bronceado. Luego tuve que usar productos para mitigar los años del sol porque la piel sufre con eso. Ahora soy más precavido, sigo tomando sol pero en las horas recomendadas. Antes de la pandemia, en el invierno en Uruguay, viajaba a algún destino de playa para broncearme allá. A mí me encanta el calor y la playa.

—¿Entrenás?

—Camino. Hago 50 kilómetros a la semana normalmente. Creo que eso fue lo que me salvó los pulmones cuando tuve covid-19. El virus me desbastó pero tuve una capacidad de recuperación bastante rápida.

—En cuanto al pelo, tu último cambio de look fue hace unos tres años. ¿Por qué?

—Básicamente quería renovar las fotos (risas).

—¿Has pensado en la tinta?

—No. Si algún día existe una técnica que luzca como un cambio natural, lo probaré. Pero veo que lo que hay disponible es muy evidente.

—A la hora de los trajes, ¿alguna preferencia de color?

—He usado de todo, pero si me preguntás por un color, el azul. Creo que lo llevo bien. Otra cosa que me sucede es que me cuesta más vestirme sencillo que de traje. Me siento menos cómodo de vaquero que de traje.

—Nunca has dicho tu edad...

—No la digo, no. Pero a esta altura creo que la gente la sabe.

—¿Cuál fue el primer mundial que viste conscientemente?

—En España 1982 estaba en Europa como mochilero. Trabajaba en un parque de diversiones y un día jugaban en Málaga Escocia - Unión Soviética. Fui, saqué la entrada y me crucé con Jorge Da Silveira. No lo conocía. Lo saludé y le dije que me gustaría ser relator y que algún día íbamos a trabajar juntos. Cinco años después fuimos a la Copa América a relatarla para Radio Oriental.

Julio Ríos. Foto: Marcelo Bonjour.
Julio Ríos. Foto: Marcelo Bonjour.

—¿Volverías a relatar?

—Lo dudo. Implica mucho desgaste. Relatar fútbol me dejó sordo de un oído. Hay demasiados partidos en este momento... a veces me dan ganas ante algún evento especial. Porque me encanta. Pero si me pongo a pensar no volvería a relatar cuatro partidos por semana. Está bueno laburar, pero en su justo término. El que mucha abarca, poco aprieta.

—Después de una temporada en Radio Nacional, tu programa radial Las voces del fútbol sale por Radio Fénix. ¿Por qué tanto cambio? ¿Estaba muy caro el alquiler del espacio?

—Es insólito que después de 37 años que estoy en esto, tenga que pagar para trabajar. Pero bueno. Así son las cosas en el medio radial. En el lugar donde estamos hoy nos han tratado muy bien. También la 30. Nunca tuve problemas personales salvo lo que pasó en su momento en la Sport 890. Sobre el último tiempo, tuvimos una pandemia donde todo el mundo se tuvo que juntar el cinturón y yo no tengo avisos oficiales. No los tuve con el Partido Colorado, ni con Frente Amplio y ahora tampoco, algo que me parece injusto porque considero que la pauta debería ser repartida de forma equitativa. Pero más allá de eso, no nos va mal, no me quejo. El canal de You Tube del programa tiene 3 millones de vistas en un año. Hoy la llegada va por encima de la radio en la que estás. Estamos muy contentos y te diría que el cambio no tuvo que ver con el dinero.

-—Te has definido como un contestatario. ¿Moderaste esa rebeldía?

—No. Si lo haría, iría en contra de mi personalidad. Lo que sí hoy elijo las batallas que doy. Ya no doy todas las batallas a la vez, sino que soy selectivo en ese aspecto.

—Últimamente estás muy crítico con el Ejecutivo encabezado por Ignacio Alonso. ¿Por qué?

—Sí, soy muy crítico porque creí mucho en ellos. Creí que estábamos en presencia de un cambio realmente importante. Pensé que todo lo que ellos criticaban no lo iban a hacer y que íbamos a tener un fútbol mejor, pero en realidad, tenemos un campeonato con los mismos problemas de toda la vida. Lo único que cambió fueron las caras. Ahora son ellos los que se acomodaron en determinados lugares. ¿A vos te parece que es correcto que un dirigente de fútbol gane 60.000 dólares por mes? Es una obscenidad que aparte los condiciona. Se enamoran de todos sus privilegios y hacen cualquier cosa para no perderlos.

—Aún después de haber sido la cara de Fox Sports en su momento, da la sensación de que tu postura actual es más cercana a Tenfield...

—No, yo no estoy cercano a nadie. Ni a Tenfield ni al Ejecutivo. Sí defendí en su momento la intervención y me di cuenta que me equivoqué porque las cosas no fueron de la forma que yo pensaba. Nunca pensé que iban a hacer una acumulación de poder para distribuir estratégicamente sus puestos de trabajo, en lugar de hacer algo realmente importante por el fútbol uruguayo. Fui un iluso. Sobre Tenfield, las cosas que no me gustaban las dije estando adentro. Con el Tano Gutiérrez teníamos reuniones de tres horas y discutíamos las tres horas. Pero es una persona a la que le tengo afecto. Y además, hay una diferencia fundamental con la AUF. Tenfield es una empresa con fines de lucro, siempre intenta ganar dinero. La AUF debería ser otra cosa y velar por intereses comunes. Fue muy triste lo que pasó hace unos días en las elecciones de OFI, con el Ejecutivo buscando torcer el resultado. Creo que hoy el fútbol está en su peor momento, con un nivel de putrefacción muy grande.

—¿Harías una nota a Ignacio Alonso en el programa?

—Tengo muchas discrepancias con Alonso y en este momento no lo veo como algo que aportaría algo positivo, tanto para él como para mí.

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