Fiestas, brindis, el año que se va. Para Iliana da Silva, periodista y presentadora de Telemundo, habrá motivos para levantar más alto la copa. En 2011 ha cumplido 20 años en la pantalla, ha pasado por todos los canales (literalmente) y se halla hoy en un gran momento en lo profesional y en lo personal. Disfruta y se desafía todos los días en la crianza de su hijo Martín, de 8 años. Y para el año que viene, junto a su pareja Rufo Martínez (ex Mundo cañón, Esta boca es mía), proyectan un emprendimiento conjunto y a la vez, busca a concreción de un documental sobre historias de mujeres.
A Iliana, como a todo periodista, le gusta más preguntar que responder. Con todo, y una vez finalizada la emisión de Telemundo primera edición que conduce todos los mediodías con Diego Barnabe, Iliana Da Silva recibió a Sábado Show en las oficinas de Teledoce donde habló de todo. De sus años de carrera y su rol de madre, de pasado y futuro. Y se animó a una producción navideña junto a Martín, niño en la "etapa Forlán", súper amante del fútbol y demás deportes. La madre, aunque no parezca, lo acompaña en sus pasiones.
La TV empezó de casualidad. Iliana Da Silva estudiaba comunicación pero optaría por una orientación hacia lo educativo. Había sido paseadora de perros, levantadora de quiniela, animadora de la ACJ, había sido sometida a un test vocaciones con resultados diferentes a los de la inclinación periodística, no había jugado a ser presentadora frente a un espejo, con un peine como micrófono. Pero en primer año de la carrera, le tocó hacer un informe sobre los hechos comunicacionales en el Mercado del Puerto. Allá fue a hacer notas con sus compañeros.
Uno de los entrevistados que almorzaba allí era Jorge Gandini, entonces presidente del Instituto Nacional de la Juventud (INJU). A Gandini le gustó la nota. La secretaria le dijo a Iliana que buscaban jóvenes para un espacio televisivo del Inju, que habría un casting. Se presentó y quedó para lo que se llamó luego Reporte joven, un micro en los noticieros de Canal 5. Tenía 18 años, era 1992. Fue su primer trabajo en los medios. Luego, historia parecida, la conoció Omar Gutiérrez y la llevó a De igual a igual como movilera. De ahí pasó a Telenoche y estuvo 12 años en Canal 4. El pase del año en su momento, se cambió a Subrayado por un breve tiempo hasta que, desde 2006, se sumó a Telemundo. Es la única periodista que pasó por todos los canales de aire locales.
"Yo puedo decir que no lo busqué. No lo soñaba de chiquita, ni nada de eso. Fui a aquel casting, quedé y lo tomé como un trabajo. Pero me fui enamorando de la profesión ejerciéndola", confiesa Iliana.
Desde aquel comienzo pasaron miles de notas y coberturas en paralelo a los episodios de su vida. Suele vincularlos: "Entré acá (a Telemundo) a poco de asumir Tabaré Vázquez", dice por ejemplo. Le gusta la versatilidad, encarar coberturas desde hechos políticos duros a una previa de un partido de fútbol de Uruguay.
La realidad es cruda y contarla todos los días puede afectarla. Pero hay un tópico que a menudo prefiere evitar: lo vinculado a los desaparecidos durante la dictadura militar. Iliana da Silva se abre a su propia historia familiar y cuenta que la hermana de su mamá, Yolanda Casco y su esposo Julio D`Elía desaparecieron en 1976 y aún no se tiene noticias de sus restos. "Lo he hecho muchas veces, pero cubrir estos temas se me hace difícil porque hay allí una parte de mí. Las marchas del silencio prefiero no cubrirlas, sino caminarlas con mi madre", asegura.
De esta historia poco conocida, de su pareja Rufo Martínez, de su hijo, de su tarea solidaria de apoyo a los deportistas uruguayos en las Olimpíadas Especiales y hasta de si la tele engorda, la nota con Sábado Show.
-Cumples 20 años de carrera, ¿qué es lo que más rescatas?
-Que descubrí el amor por esta profesión, ejerciéndola. Mi gran escuela se fue haciendo a medida que iba avanzando en las oportunidades que tuve. Y soy agradecida. Aprendí mucho en todos los lugares en los que estuve. En la etapa de Canal 5 estuvieron Silvia Pérez, Ana María Mizrahi, Marcelo Irachet, Roberto Tacón… fueron pilares fundamentales en un momento en que sos joven y estás eligiendo por un oficio que es muy lindo pero que implica muchas renuncias. Significa muchas horas de trabajo y la necesidad de estar todo el tiempo alimentándote. Luego con Omar, yo lo quiero mucho porque es una de esas personas que da oportunidades. Siempre hay alguien que te tiene que dar la primera oportunidad. Cuando vienen estudiantes y me dan un currículum yo no prometo nada, yo canalizo. Pero los estimulo a que se presenten, a que sean arriesgados.
-De movilera en De igual a igual, pasaste luego a Telenoche, ¿cómo fue ese cambio?
-Muy bueno. Empecé con flashes y algunas coberturas. Y luego, con 21 o 22 años, pasé a ser la conductora del informativo del mediodía, con Guillermo Lussich. Siempre le digo que él fue lo más estable que he tenido: 11 años estuvimos. Yo crecí haciendo el noticiero del 4. Más allá de que luego tuve otros trabajos, cada vez que paso por ahí se me pianta un lagrimón, como dice el tango. Crecí como profesional, como persona. Ahí conocí al padre de mi hijo (Diego Bello, cupletero de Carnaval), mostré a la gente mi embarazo. Yo tengo una enorme gratitud hacia todo el equipo de Telenoche y del canal.
-¿Por qué te fuiste?
-Por una búsqueda personal. Sentía que el noticiero me había dado todo lo que quería y yo todo lo que podía. Surgió la posibilidad de estar en Subrayado y me sumé. Lo disfruté mucho, el equipo de Subrayado es un grupo muy lindo. Y luego llegó lo de Telemundo, que es el lugar que elegí y quiero estar. Prioricé los tiempos también; soy madre y la jornada en Subrayado se me hacía muy extensa.
-¿Los noticieros son todos iguales?
-No. Lo que pasa es que está bueno que el televidente sepa que la agenda es una. Lo que da cada noticiero son miradas diferentes, presentadores y tratamientos diversos. Otra cosa: los noticieros somos constructores de la realidad y lo que hacemos es dar información primaria. Y además, algo que siempre digo, los informativos no son para los niños. Mi hijo, que tiene 8 años, no mira el noticiero. No lo dejo, salvo el bloque deportivo. Los informativos están hechos para los adultos y la realidad es muy dura, muy cruda a veces, sobre todo en lo que tiene que ver con la crónica policial. Yo cuando estoy presentando le hablo a los adultos, no a los niños.
-Has participado de la campaña de valores de Teledoce, ¿cómo lo viviste?
-Fue una gran experiencia. Soy de las que creo que no hay escuela para padres, no hay recetas. La campaña de valores fue un granito de arena a ese gran desafío que tenemos todos de ser los mejores padres posibles. Es un llamador, creo que la frase "Lo que tus hijos ven en vos les queda para siempre" es muy fuerte, te llama a la reflexión y a cuestionarse. Después de que salió al aire, mucha gente me la comentó en la calle. Yo trato de ser la mejor madre posible.
-¿Cómo?
-No hay recetas. La maternidad implica enfocar la cabeza en la crianza de Martín. Implica renuncias también. Coberturas de muchos días en el exterior, por ejemplo, no puedo hacer. Rechacé dos veces ofertas laborales en Estados Unidos. Significaban un gran crecimiento profesional para mí, pero no. Yo quiero que mi hijo sea uruguayo, que le guste el fútbol, que mantenga el vínculo con su padre y el resto de su familia.
-¿Cómo es Martín?
-Está en la etapa del niño "Soy Forlán". Juega mucho al fútbol, en el Playa Honda. Disfrutó mucho el Mundial y la Copa América y yo lo disfruté con él. Es hincha de Cerrito, como el padre. Le encantan todos los deportes, jugarlos, mirarlos y comentarlos. Sus ídolos, además de Forlán, son Suárez y Pacheco. Vive con mucha pasión el Carnaval, gracias a su padre, que es un gran murguista, uno de los mejores cupleteros. Fue un niño deseado, buscado y lleva el nombre que siempre soñé.
-Hace más de un año que estás en pareja con Rufo Martínez, ¿cómo se complementan?
-Es un gran compañero de vida. Compartir la misma profesión, en nuestro caso, nos une más. Coincidimos en algo muy importante: yo quiero mucho a su hija Pilar y él quiere mucho a Martín. Nos apoyamos en el desafió de ser padres y los dos apostamos a darles lo mejor de nosotros. Además, es un gran cocinero.
-¿Es verdad que la TV engorda?
-Sí. Un comentario que me hace la gente en la calle, es "¡Pero sos mucho más flaca personalmente!" Es verdad. Soy talle 40 pero en la pantalla doy 44. Me cuido en las comidas, llevo una vida sana, pero no renuncio nunca al panqueque con dulce de leche.
-En tu familia hay una historia de desaparecidos en la dictadura, ¿qué ocurre cuando te toca cubrir algo vinculado a esos casos?
-Es fuerte y es difícil en muchos casos. Es lo que me cuesta más. Mis tíos son desaparecidos y mi primo Carlos nació en cautiverio en los Pozos de Banfield y es uno de los niños recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo. Con él tenemos una excelente relación, un vínculo muy lindo. Pero cubrir noticias vinculadas a la derechos humanos se me hace difícil. Hay una parte de mí involucrada y cuando no puedo lo digo, lo converso con los responsables del noticiero. Las marchas del silencio la cubrí durante 10 años, ahora ya no, prefiero caminarlas.
-¿Cómo procesó tu familia esa situación?
-Toda mi vida estuvo marcada por eso. Yo nací en el 73 y mis tíos desaparecieron en el 76. No comparto la teoría de los dos demonios y que todo se va a terminar cuando se mueran todos de un lado y del otro. La dictadura dejó heridas muy profundas en muchas familias, que afectan a varias generaciones, no solo a los protagonistas. Mi familia es una familia que lleva una herida abierta. Yo hice mi duelo como sobrina y todos en la familia lo viven como pueden. Para mi mamá es muy importante encontrar los restos. Creo que ella merece enterrar a su hermana y procesar el duelo, tener esa posibilidad.
-Prefieres no hacer la cobertura, pero has hecho varias…
-Sí. Hasta me ha tocado estar en la puerta de un juzgado y esperar a los militares que han sido procesados. Pero siempre traté el tema con respeto. Nunca me ha ganado el enojo o la bronca. Lo vivo desde otro lado y es muy personal. Uno de los desafíos más grandes que tuve fue ponerle un micrófono a Gregorio Álvarez y preguntarle por qué no rompe el silencio.
-¿Y que respondió?
-Nada. No responden. Lamentablemente siguen en silencio, creo que el pacto existe. Es una lástima para la sociedad.
-Eres la madrina de los deportistas uruguayos que participan de las Olimpíadas Especiales…
-Soy de las que creo que ser solidaria te hace mejor persona. Y gracias a mi profesión, muchas veces puede hacer de puente y ayudar no a cambiar vidas, pero si vidas más felices. El último caso, fue el equipo de fútbol de Olimpiadas Especiales. Una vecina, me contó su historia y me puse en contacto ella y ahí empezó una historia increíble. Fui con una cámara al entrenamiento y conocí un grupo de jóvenes y familias ilusionadas con participar de los Juegos, pero no tenían el dinero para viajar. La nota duró un minuto, la presentó Kesman, con su magia propia y llamó un empresario que prefirió el anonimato, y donó los 20 mil dólares para los pasajes. Y consiguieron la medalla de bronce. Conocí además a una mujer maravillosa, Aurora Sabora, que trabaja en forma honoraria en Olimpíadas Especiales y dedica su tiempo y energía a ayudar a otros. Y a un grupo de jóvenes y familias que dejaron una huella en mí. Porque la historia no termina ahí. Me nombraron su madrina. Fue uno de esos momentos que te quedan, cuando uno siente las cosas en el alma.
-¿Qué proyectas para 2012?
-Queremos trabajar con Rufo en algún emprendimiento que, sin duda, va a estar relacionado con nuestra profesión, pero por ahora solo hay ideas en borrador, charlas entre mate y mate. Además, estoy trabajando en un proyecto para documentar historias de mujeres maravillosas. Gracias a mi profesión conozco muchos lugares y personas. Muchas historias me hicieron reflexionar, me marcaron, conocí historias dolorosas y alentadoras, muchas me hicieron mejor persona. Entonces quiero compartirlas. Estoy en búsqueda de socios que apoyen mi aventura. Hay que apostar a la producción nacional.