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Es uruguayo, autodidacta, se convirtió en productor musical y trabaja en el nuevo disco de Bacilos

Santiago Rodríguez, más conocido como Pushi, habla de su carrera, de las colaboraciones que ha realizado, también sobre la figura del productor musical y trabajar con Bacilos.

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Pushi.
Pushi.
Foto: Difusión.

Tiene colaboraciones con The La Planta, Nuki y El Mala, y está en la constante búsqueda del sonido que se va a escuchar mañana. Una difícil profesión eligió Santiago Rodríguez, más conocido como Pushi, el productor musical uruguayo nacido en 1998 que se mueve entre Argentina y Uruguay, y trabaja en el nuevo disco de Bacilos.

Sobre su trabajo, el ser autodidacta, la facilidad que presenta la tecnología para los artistas y la presencia que ha tomado la figura del productor musical en una industria que mueve millones, es esta charla de Sábado Show con Santiago Rodríguez, Pushi.

—¿Dónde estás viviendo, porque estás en todos lados?
—Estoy en todos lados, sí. Oficialmente ahora estoy en Argentina, y vengo a Uruguay una vez por mes. Así estoy, voy y vengo.

—La tecnología ayuda a derribar un poco las fronteras.
— Sí, claro. Trabajo mucho con las redes, entonces estoy todo el tiempo viendo qué artistas nuevos hay en TikTok, en Instagram. Estoy viendo lo que suben, qué sonidos están buscando.

Pushi.
Pushi.
Foto: Pablo Chimuris

—Tiene que ser complicada la tarea de saber qué es lo que mañana va a querer escuchar la gente.
—Sí, eso es lo más difícil de todo, saber qué van a escuchar, qué les va a gustar. Tenés que estar viendo las tendencias globales y de la región. Todo el tiempo consumo lo que está sonando para poder traerlo para acá e ir mechando una con otra.

—¿Es complicado el camino del productor?
—Es complicado. Acá en Uruguay es complicado, pero no imposible.

—Sos la demostración de eso.
—Claro, pero hay que trabajar mucho, hay que ser prolijo e intentar adaptarse a los tiempos.

Pushi.
Pushi.
Foto: Difusión.

—Claro y tenés que ver qué se escucha para hacerlo, porque lo importante es sacar canciones, ¿no?
—El método que hemos usado nosotros es ese. Es sacar canciones como pan caliente, tipo comida rápida, hasta que una entra.

—No hay que sacar una canción buena, sino 20 para que pegue alguna.
—Exacto. Igualmente, en el último tiempo estoy buscando que las canciones dejen un mensaje, que no sean vacías. Sí que sean comerciales, pero que tengan algo más, un contenido, para que no sea una canción que hay que sacar, que estén bien laburadas.

—Tenés varias colaboraciones. ¿Cómo surgen?
—Surgen por uniones. Ahora en Argentina estoy haciendo muchos contactos, trabajé en el nuevo disco de Bacilos que fue súper interesante porque Bacilos es un artista de muchísima trayectoria, de habla hispana y estaba en Buenos Aires buscando productores, le presentaron mi perfil y decidió grabar conmigo. Para mi currículum fue una locura, porque es un artista con muchísima trayectoria y hits milenials como “Mi primer millón”. Hicimos un tema que todavía no ha salido pero en cualquier momento se lanza. Estamos esperando la aprobación de la discográfica, pero con que se haya interesado en mí, ya es un éxito.

—Y seguramente en Argentina haya cientos de productores musicales a la orden.
—Sí, hay un montón, hay muchísimo talento y bueno, que se hayan fijado en mí es una locura.

—¿Cuando empezó a tomar relevancia la figura del productor musical, fue con Bizarrap?
—Sí, el conosur se inició con Bizarrap, que empezó a proponer las sesiones y calzó con el público. El público lo aceptó y el productor tomó otro rol. Ya no está detrás, es un artista más, al igual que el cantante. Porque el productor, básicamente es el creador del fonograma. El artista pone lo suyo, pero el productor es el que crea todo.

—Y vos podés hacer que Luana cante como Lucas Sugo, apretando unos botones.
—Sí, es increíble el poder que te da la tecnología. Porque antes era mucho más difícil, y el trabajo analógico se suprimió por lo digital; y en una computadora chiquita tenés lo que antes tenías en los estudios 40 o 50 metros cuadrados. Todas esas consolas gigantes ahora están adentro de una computadora y te la llevas para acá y allá. Ahora estoy con ese método de ser, lo llamo smart, porque pongo el micrófono y armo el estudio en cualquier lado. Ya no es más eso de ir al estudio, que era un momento del artista.

—¿Y te ha pasado de trabajar donde sea?
—Sí, con Nicolás de La Planta, trabajamos en su casa que es súper larga y las voces rebotan para todos lados, grabamos ahí, y con los procesos logré comprimir la voz al nivel que parece que estamos en un estudio. El tema salió, se hizo viral y lo hicimos en el living de Nicolás. La industria cambió en los últimos años. Ahora hay mucha facilidad, te podes comprar una interfase y una computadora con mucha más facilidad que antes; y con 1.500 dólares te armas un kit donde podés usar lo que quieras.

—¿Siempre tuviste claro que querías ser productor musical?
—Empecé yendo a grabar los timbales al estudio de una banda, y cuando vi la producción dije: esto es lo mío. Empecé a mirar tutoriales de YouTube, buscar librerías de sonido, indagar, buscar cómo funcionaba la industria, hasta que en un momento le empecé a mostrar lo que hacía a mis amigos. Ellos me decían que estaba bueno, todavía me daba vergüenza mostrarlo, pero todos me decían que lo hiciera; y de a poco empecé a moverme y a trabajar.

—¿Así que sos autodidacta?
—Sí, porque no se enseña en ningún lado. Más allá de estudios universitarios que quieras hacer, nadie te enseña a hacer el arte musical.

—Te imagino horas y horas probando los botones.
—Sí, porque es una industria complicada. Es una industria que mueve mucho dinero. Mucha gente que hoy la pega y mañana nadie se acuerda. Por eso siempre fui muy cuidadoso, prioricé el ser independiente, si bien tengo alianzas estratégicas con varias empresas, me mantengo independiente. Es la manera que encontré para poder trabajar bien.

—En esta búsqueda por nuevos artistas y sonidos, ¿encontraste alguno que vaya a explotar en los próximos meses?
—Sí, estamos trabajando en Argentina con Pedro Monardi que es un pibe emergente que la rompe toda. Es cuestión de tiempo para que se vuelva un artista viral en todos lados.

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