Mat Alba tiene una carrera poco común. Nació en Venezuela, vivió en Ecuador, pero toda su vida transcurrió en Tigre (Buenos Aires) junto a su familia. Con apenas 23 años, Alba es uno de los nombres ascendentes de la escena musical argentina. Eso queda demostrado por los elogios que ha recibido de Nico Sorín, Pipi Piazzolla, Jorge Drexler y Fito Páez, quien en una entrevista reconoció haber quedado deslumbrado por la interpretación que el joven músico hizo de “Por”, de Luis Alberto Spinetta, y hasta se animó a definirlo como “un alien”. Sobre el ser un niño prodigio, la pasión que lo llevó a estar ocho horas por día estudiando música, el apoyo de su familia y lo que ha “robado” de los uruguayos, es esta charla con el joven multintrumentista y virtuoso sesionista Mat Alba.
Luego de la entrevista con Sábado Show, se anunció que el joven músico será el telonero de Paul McCartney en uno de los conciertos que brindará en Buenos Aires este fin de semana en el marco de la gira que lo trajo a Montevideo.
Pese a su corta edad, Mat Alba es un nombre recurrente en los escenarios uruguayos. Hace pocos meses se lo pudo ver en el Festival Medio y Medio de Punta Ballena, y el jingle que creó para una empresa local suena en las radios y televisiones.
“Hubo un año en el que vine muchas veces en pocos meses. De repente apareció Uruguay y se abrió un campo nuevo. Está hermoso, relindo”, comenta Alba, quien tiene el cabello rubio y una sonrisa que no se le quita, a Sábado Show.
—¿Es fácil para los artistas argentinos venir a Uruguay?
—No sé, en mi caso fue repentino. De repente había tres o cuatro lugres a dónde ir. Y cada vez que vine fue una aventura maravillosa. Hermoso. Resueno mucho con la energía uruguaya, sin dudas.
—¿Qué escuchás de acá?
—Soy muy fanático de la canción popular. Y acá hay un montón de canciones populares impresionantes, desde Fernando Cabrera a Eduardo Mateo. Y algo que me sucedió varias veces, fue venir y que me digan: “Che, necesitamos que cantes alguna canción de Mateo”, me pasan cinco opciones, son todas impresionantes y me encantan las cinco. Así que sí, conozco el repertorio uruguayo desde el lugar profesional de “hay que tocarlo” y es hermoso. No me cuesta nada asimilarlo, porque resuena perfectamente. Es muy rioplatense. No está nada lejos de Fito Páez, por ejemplo. Y musicalmente yo identifico cositas que son uruguayas, que me parece genial. Hay como un genotipo musical que me cantan y me lo robo también.
—¿Cómo surge hacer la música para la publicidad para Divino?
—Hicieron una pieza comercial hermosa y me llamaron para que compongan la canción. Quedó increíble, quedó rebonita y vine a hacer la presentación de esta pieza que ya está en televisión y otros medios audiovisuales.
—¿Cuándo empezaste en la música?
—Empecé a los nueve años de lleno. Me superenamoré de la música y por varios años me dediqué exclusivamente a la guitarra. Estaba obsesionado con ese arte, en un momento me dije: quiero cantar, quiero escribir mis canciones, quiero tocar otros instrumentos, quiero producir, grabar mis canciones y como que abrí así una onda como unidireccional y no hubo vuelta atrás. Desde entonces me dedico a eso, de lleno y cada vez más conectado con el poder de la música para conectar con las personas. Se trata de eso, ya no se trata de la música. Eso me encanta. Es mi misión.
—Poco después de esos inicios ya estabas tocando.
—Sí, a los 14 o 15 estaba tocando como guitarrista sesionista para muchos artistas. Tuve la oportunidad de viajar y empecé con mi proyecto Mat Alba, que soy yo, cantando, poniendo la cara, con mi estética y mis canciones. Eso empezó cuando tenía 16 o 17, o sea, hace siete años. Así fue esta cadena de eventos muy hermosos que me llevan a donde estoy hoy.
—Y en este tiempo has recibido elogios, como los de Fito Paez.
—Sí, ese momento fue increíble. Hubo varios momentos como ese, pero Fito es muy masivo. Pero he recibido mensajes de amor de referentes increíbles que me dejan helado y me dan muchísima fuerza y energía para seguir con mi camino.
—¿Qué otro elogio te sorprendió?
—Para mí fue muy importante cuando me llegó un mensaje de Pipi Piazzolla, el nieto de Astor Piazzolla. No lo podía creer. Y también un mensaje muy lindo de Jorge Drexler, cosas que no podía creer porque son buena onda.
—Son artistas cercanos a tu estilo.
—Sí, están cerca, y es gente que me ha nutrido mucho.
—¿En qué te nutrieron Drexler o Cabrera?
—Con Cabrera compartí escenario y fue muy loco conocerlo, y escucharlo cantar. Es un tipo muy particular, tremendo, y todos ellos me nutren la canción. Esa es mi misión, lograr sintetizar todo un sentido en una oración, eso me parece increíble. Después por el lado musical tengo un montón de otros referentes. Todos me nutren.
—¿En esto de la canción como motor, se piensa en el disco o es un formato que ya quedó obsoleto?
—En ese aspecto, estoy en una especie de híbrido. Me pasa que de repente estoy en Brasil y escucho una canción popular y es como, “claro, acá está todo”. Pero después escucho a Rosalía, o escucho a un artista más moderno, como Frank Ocean y digo: “un disco es impresionante”. Tuve mi época de fanatizarme con el formato disco como una obra que hoy ha evolucionado a otro lenguaje que también es alucinante, también es visual y me apasiona. Así que quiero, de alguna manera, mezclar mis mundos. Mi sueño es, entre hoy que tengo 23 y dentro de unos años cuando tenga 30, sacar un álbum que proponga un universo nuevo, visual y sonoro a nivel estético y conceptual, que esté plagado de canciones icónicas que resuenen con la persona, así como un sueño utópico. Ese va a ser mi llegada al mundo pop. Yo soy muy nerd, estudio muchos géneros, toco varios instrumentos y muchas veces la gente me ve y me asocia con un virtuoso que toca jazz, y ese es mi lenguaje, pero yo quiero hacer música popular.
—Son dos vertientes que generalmente no coinciden.
—No coinciden, pero para mí es un medio y un fin. La canción popular es todo. Todos queremos eso, bah, yo quiero eso. Es una misión divina.
—Tenés un acento que no parece argentino.
—Yo nací en Venezuela, viví en Ecuador, pero mi familia es toda argentina. Me gusta mucho el slang moderno argentino de los streamers y los chicos de 13 años. Algo de todo eso se mezcla en mi de una manera copada. Y también he robado mucho de Uruguay. Tengo expresiones, lo que genera esta cosa rara, y cuando canto me dicen que se me acentúa esta rareza que tengo. Pero soy reporteño. También hablo mucho en inglés, pero trato de no hacerlo porque dejo mucha gente afuera. Así que, cuando hablo en cosas más públicas, hablo de este modo, que se me entiende. Aunque es raro que se me entienda.
—Esto de ser un artista virtuoso, ¿qué significa y qué te hace sentir?
—Desde niño soy muy apasionado de estudiar, y se han viralizado varios videos míos hablando sobre cómo percibo el estudio de la música. Para mí es el estudio de un lenguaje y en mi opinión está bueno que se aborde de la misma manera que se aborda el aprendizaje de un niño cuando aprenda a hablar español cuando nace. El español es un idioma recomplicado, pero si un niño tiene padre y madre que hablan español, con que simplemente le hablen el niño, va a aprender a hablar español perfectamente. Para mí, la música es exactamente igual, entonces cualquier persona puede hacer cualquier cosa. Obviamente hay algunos casos extremos de virtuosismo, como el cantante Bobby McFerrin o algún pianista rezarpado, que requieren toda una vida de estudiar, pero para mí cualquier persona puede estudiar cualquier cosa.
—¿Así lo veías siendo niño?
—Sí, desde niño siempre lo vivía así. Cuando veía a alguien tocar el bajo de una manera muy virtuosa, era como, “Ok, practico una hora todos los días y dentro de unos meses quizás no me sale igual pero algo parecido voy a hacer”, y lo mismo con la guitarra, con el piano, con esto y lo otro. Obviamente hay cosas que me cuestan más y otras menos, y lo que hago en mi música es reunir todas las que sí me salen y las que a me gustan para tratar de mezclarlas en un plato de una manera bonita. Entonces la persona que no me conoce, que escucha mi música en una primera vez, dice que soy virtuoso, que suena todo increíble, me sale natural y obviamente que no, pero así es como lo vivo yo. Es lindo vivirlo así porque realmente pienso y siento que cualquier persona puede hacer cualquier cosa. De niño me puse a estudiar mucho, a explorar los diferentes lenguajes, el lenguaje del bajo, de la guitarra, de la guitarra de jazz, de las baterías, de la canción.
—En tu caso no fueron solo la motivación y las ganas de estudiar este lenguaje, también el apoyo de tu familia, para llevar esto a cabo.
—Mis papás son ingenieros, son nada que ver con la música, y para ellos que yo elija un camino de la música era peligroso, pero me rebancaron. De alguna manera se podría decir que no les di opción. Arranqué a los nueve años dedicándome ocho horas todos los días, y ellos entendieron que iba a ir por ahí, y muy valientemente de su parte, me bancaron desde siempre. Con el diario del lunes, están chochos, están disfrutando conmigo de estas aventuras y demás, y algo hermoso es que ellos empezaron a tocar después de que yo empecé a tocar. Me vieron tan contento tocando y con tanta sonrisa que mi mamá empezó a tocar el bajo y mi papá la batería, y ahora ellos tienen una banda.
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