Dueños del tiempo

| El humor absurdo fue el principal motivador para contar el Bicentenario desde el presente, con Montevideo actual como principal escenario.

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MARIÁNGEL SOLOMITA | FOTOS: GERMÁN DE LEÓN

Hay un grupo de actores y de técnicos que ya son historiadores. El Bicentenario volvió a la cancha audiovisual con una propuesta que no se lo tomó tan en serio. Visto desde Montevideo, el pasado de este país quedó en manos de un grupo de trabajo que mezcló hechos y protagonistas de bronce con desparpajo actoral, creatividad estética y humor delirante. Luego de este experimento la historia se quitó las mayúsculas para dejarse ver por Tevé Ciudad, los miércoles y los sábados, en una serie de 10 capítulos que se hace llamar Contámela en colores.

Para Pablo Vierci está claro: si Montevideo "pasó por ocho manos distintas" en 21 años, la historia del Uruguay ya es de por sí delirante. Es "una aventura apasionante", y quería contarla como tal.

El guionista de Artigas - La Redota (2011, César Charlone) se convenció de que el Bicentenario podía ser visto con ojos humorísticos y con una fuerte impronta cinematográfica.

María Urruzola (Tevé Ciudad) aceptó la propuesta y el proyecto se puso en marcha en el segundo semestre de 2011. Primera condición: "El presupuesto no podía ser un obstáculo. Yo soy fanático de In treatment, que no vengan a decirme que sin dinero es imposible". Y así empezó a planificar cómo contar segmentos de la historia en una locación.

El zurcidor. Se hizo cargo de la escritura de los guiones de los diez capítulos. "Siempre sentí que a la historia nacional se la enseña de forma que la mente y las emociones del que la lee, o la escucha, quedan como hechos aislados, episodios sueltos colgados en la memoria. Esta serie daría la posibilidad de zurcir todos estos hechos de un modo que permita apreciarlos como un continuo, con principio, desarrollo y desenlace", explica.

Parte de este plan integral, era conseguir a un actor que representara un personaje distinto en cada capítulo. Ese hombre fue Pablo Tate, actor asiduo a viajar en el tiempo, gracias a la personificación desde hace 9 años de Carlos Ángel, un personaje que homenajea a un fotógrafo uruguayo y que primero en spots televisivos, luego en obras de teatro, recorre escuelas mostrando los distintos cambios de Montevideo.

Ese actor debía ser antes que nada un comediante. "Si el humor está bien realizado casi todo es verosímil", dice Vierci, y agrega: "utilizar el humor nos pareció el recurso ideal no solo para desacartonar a la historia patria, sino para poder jugar con los tiempos, porque resultaría complejo hacer una recreación de época para todos los capítulos. También nos permitía viajar por el espacio -porque había que tener el contexto de lo que ocurría en Europa con el `terremoto napoleónico`- y contar de forma ingeniosa lo que estaba ocurriendo del otro lado del océano. Si está bien hecho el espectador acepta todo tipo de libertades. Acepta que estés en 1807 y pase un taxi por detrás del protagonista."

Los textos prontos eran enviados a Ignacio Alcuri para que profundizara en el toque de humor, y lo actualizara para las generaciones de telespectadores más jóvenes. La idea es que esta serie la disfruten escolares, liceales pero también jóvenes y adultos. Consultado sobre la tarea que se le asignó, el humorista dijo: "Mi función era más que nada de pulir diálogos. Para mí era como tomar la lección y preguntarle a Pablo las dudas que me quedaban. Mi obligación no era buscar el humor sino buscar que el humor presente llegara de la mejor manera posible."

Cuando esta etapa finalizó, los libretos pasaron a manos del equipo de realización.

El quijote. Tate llega a esta entrevista como si fuera el dueño del proyecto, y según Sergio de León, asistente de dirección y otros rubros, lo es. "El proyecto es Tate. Tuvo una semana para preparar cada uno de los personajes. Cada semana nos sentábamos a pensar el personaje, desde el vestuario, desde la caracterización. El pelo de Tate se volvió todo un elemento de construcción de personajes. A veces le cambiábamos el peinado en el mismo set y eso diseñaba un poco más al nuevo rol".

La forma de hablar de Tate demuestra una y otra vez que este fue un proceso colectivo. "Fue un laburo artístico más que nada", asegura. Una singularidad de este proyecto fue la asociación de Tevé Ciudad con productores independientes. Esto quiere decir que participaron técnicos que no son parte de la plantilla del canal. Es el caso de de León, quien fue fundamental para la realización considerando la gran experiencia que tiene en rodajes cinematográficos y específicamente en dirección de actores.

Muchas decisiones se tomaron en grupo. Por ejemplo Tate participaba de la elección de sus partenaires. Cada capítulo lo propone a él interactuando con otro actor. "Cuando me plantearon el proyecto lo primero que pensé fue qué difícil lograr en tan poco tiempo contar un pedazo de historia en clave de humor. Porque cada capítulo dura 25 minutos. Además teníamos poco tiempo de realización. Cada episodio se grabó en dos jornadas de 12 horas. Pensé que iba a ser fundamental apelar a actores de comedia que engancharan con este registro delirante, que calzaran con el código. En la elección del casting ya teníamos que estar haciendo la dirección de actores porque en el rodaje no habría tiempo para dirigirlos específicamente. El punto más desafiante parecía lograr la comedia", señala de León.

Lo consiguieron. El reparto puso mano a mano a Tate con César Troncoso, Rafael Soliwoda, Ileana López, Juan Saraví, Santiago Sanguinetti, Graciela Gelós, Nelson Lence, Rosa Simonelli y Darío Campalanz.

Los todoterreno. Lo primero que notará el espectador al ver la serie es su calidad. El humor funciona por el nivel actoral pero también por su puesta en escena. Se utilizan distintos estilos narrativos, algunos en forma de gráficos y animaciones, otras veces se recurre a la intromisión de un noticiero de época, que tiene a Leo Lagos como un relator de fútbol, que cuenta los avances y retrocesos de Napoleón y su familia como si se tratara de un partido.

Fue un acierto poner como articuladores a nombres del cine. Nicolás Soto, director, y Germán de León, director de fotografía, son parte de Tevé Ciudad pero también suelen trabajar como dupla fotográfica en películas uruguayas. Sergio de León es el asistente de dirección con más experiencia en el sector, Daniel Hernández, director de arte, y Alejandra Rosasco, directora de vestuario, fueron los encargados en los mismos rubros en Artigas -La Redota. La eficacia estaba asegurada.

"Buscamos trabajar el absurdo sin ningún miedo", cuenta de León. Y basta escuchar los comentarios de la vestuarista: "Por momentos me resultó difícil modificar vestuarios con tanta fidelidad histórica y generar un quiebre estético para que se ajustaran al concepto de la serie. El armado de los personajes se hizo en base a una recreación histórica, aunque muchos de ellos tienen agregados que los hacen más contemporáneos. El inglés que aparece en el primer y el último capítulo, sobre su base de levita, botas con chabot y botas, tiene puesto pins, tachas y cadenas que lo lleva un poco al look punk inglés. Son elementos que hacen que haya una unión entre el pasado y hoy."

Fue un proyecto ambicioso, con un plazo y un presupuesto acotados. "Los ambientes para hacer ficción son muy costosos, por la infraestructura y lo que implica la recreación, por eso la apuesta fue aprovechar al máximo los recursos naturales (locaciones, recursos de arte, luz natural, ambientes sonoros)", explica Soto. Es que la serie quiere acercar la historia utilizando a la Montevideo actual como escenario. Las calles, o desde los propios lugares donde sucedieron los hechos: mostrar dónde ocurrió la historia hace 200 años. "Ninguna locación fue forzada", continúa, "tratamos de aprovecharla al máximo como estaba naturalmente, esa fue la misma línea del trabajo en post-producción. Cada capítulo tiene su propuesta, eso hace que al final la serie haya quedado variada y no atrapada en una única estética.

La clave de este trabajo fue el equipo, al estar todos tan involucrados logramos ir más allá de lo que le competía a cada uno en su rol", concluye.

La invitación queda planteada. El espectador puede ver el quinto episodio esta misma noche, o esperar al próximo miércoles para disfrutar de Montevideo mon amour, el capítulo que Pablo Tate asegura, fue el trabajo más divertido que hizo en su carrera.

La mayor parte del equipo de realización tiene mucha experiencia trabajando en cine. Eso se nota en el resultado final. Muy cuidado en su estética y ritmo narrativo.

Son 10 capítulos. Se emiten los miércoles a las 21.30 horas y los sábados a las 20.30.

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