Duende y mago con disfraz de payaso

| "Chu chu ua, chu chu ua", corean los niños de Argentina cada vez que se les habla de Piñón Fijo, un simpático payaso cordobés que en Uruguay se está empezando a conocer. A cara pintada y con su clásico traje azul, rojo y amarillo, como se presenta siempre, dialogó con SABADO SHOW en su primera visita a Montevideo.

—El payaso que hace catorce años hacía teatro a la gorra por las calles de Córdoba, ¿alguna vez imaginó convertirse en este fenómeno?

—He soñado y he proyectado sueños muchas veces. También he comprobado en algunas oportunidades que está bueno soñar y darle el tiempo que los sueños se merecen para cumplirse, si es que se tienen que cumplir. Ha sido una buena fórmula porque realmente en muchos casos me he sentido superado por los sueños.

—¿Este es el caso?

—Sí, porque muchas veces me han sucedido cosas que había soñado y otras cosas que ni me había imaginado y ni me había animado a soñar. Creo que lo único que no hay que hacer con los sueños es darle plazos odiosos o estrictos, hay que dejar que vengan cuando quieran. Es una lección que a mí me vino muy bien.

—¿Hubo un secreto para el fenómeno Piñón Fijo?

—Creo que el primer día que salí a la calle y me animé a hacer algo para otras personas, para las familias, se dio un poco la piedra fundamental de la esencia por la que hoy lucho y trato de mantener: divertir al grande y al chico por igual, sin tener que apelar a groserías para que el grande se divierta y el chico quede marginado, y sin tener que apelar a cosas demasiado bobas para que el chico se divierta y al grande le parezca una estupidez.

—¿Qué cosas son las que divierten al niño de hoy?

—Me parece que no hay cosa que divierta más a los chicos que ver a un grande transformado en niño, ver a su padre cantando y jugando como un chico. No hay cosa que los emocione más, que los haga sentir más importantes, que los divierta, que los sorprenda más. Eso es muy fuerte para los chicos y ha trascendido el tiempo y las modas. Para mí, ver a mi papá jugando al lado mío, remontando un barrilete, jugando a la pelota, cantando, es una cosa que nunca me olvidé en mi vida. Después, como padre, sorprenderme a mí mismo transformado en niño al lado de mis hijos, creo que por ahí pasa la felicidad que tantas veces buscamos los padres en más tecnología, mejores autos, mejores casas.

—Pero también tenés que lidiar con realidades de niños que vienen de hogares de padres separados o que no tienen ese padre que juegue con ellos, ¿en esos casos qué hacés?

—Trato, en ese sentido, de ser responsable a la hora de escribir. Ultimamente me he estado planteando componer cosas más abiertas y a lo mejor no nombrar tanto al papá, la mamá y al niño, sino al niño y, desde su visión, a la persona que ama. Hacer una cuestión más universal del afecto.

—Has dicho que no te considerás un payaso sino un animador que se viste de payaso porque los payasos están en el circo.

—Eso lo digo por respeto a los payasos, no por una cuestión peyorativa. Me gustaría ser un verdadero payaso, pero en realidad yo hago un personaje, Piñón Fijo, que tiene un poco de duende, un poco de payaso, un poco de mago.

—¿En qué te inspirás cuando escribís las canciones y planeás los juegos?

—En algunas canciones me he inspirado en sugerencias de padres y de docentes. En otros casos me inspiró el hecho de contemplar al público infantil desde muy cerca, no me animo a decir desde adentro. Y en muchos casos también me inspira mi propia emoción ante los chicos, hay fotografías que tengo en mi cabeza que no me las voy a borrar nunca. El hecho de salir de gira por todo mi país y fuera me ha dado una experiencia muy fuerte, quizás única, y eso se ha traducido en canción en más de una oportunidad.

—¿Te inspiraste también en animadores de otras épocas como Carlitos Balá o Pipo Pescador?

—Sí, a mí ellos me marcaron como niño y como persona. Pepe Biondi, Carlitos Balá, Pipo Pescador, Gaby, Fofó y Miliki, y las canciones de María Elena Walsh son parte del paisaje de mi infancia y son los que me han ayudado a construir la persona que soy. Cuando caigo en la cuenta de que a lo mejor a mí me toca en la historia de otra gente cumplir esa función, me invade muchísima más responsabilidad de la que tengo.

—¿Considerás a la tecnología como una competencia?

—No veo nada como competencia porque trato, por mi salud mental y por mi honestidad con los chicos, que si hay cosas distintas a las que yo aporto, ser una opción. No me interesa ser totalitario en el sentido de tener todo el caudal del afecto de los niños. Habrá chicos a los que les servirán mis canciones y otros no lo entenderán así y les servirá mucho más estar ante un videojuego.

—Además, hacés uso de los avances tecnológicos porque tenés tu sitio web en Internet (www.pinonfijo.fullzero.com.ar).

—No reniego de la tecnología, es más, la uso. Tengo mi notebook, lo llevo a todos lados y con él he compuesto mi último disco, y tengo una guitarra que puedo hacer sonar como flauta, batería o bajo. Me encanta la tecnología en función de algo, de un objetivo, tenerla al servicio de la ilusión, de un sueño, de un afecto... y poder concretar todo eso gracias a la tecnología es precioso.

—¿Dónde te sentís más cómodo: en la televisión o recorriendo el país con tus espectáculos?

—Salir a un escenario y ante dos niños en La Puna argentina y salir a un escenario ante 100 mil personas en algún otro lugar, tiene una magia y una energía que es muy difícil de conseguir en otro lado.

—En esos escenarios has trabajado con tus hijos.

—Sí, muchas veces nos regalamos a nosotros mismos el hecho de poder compartir un escenario. En realidad ellos no trabajan, sino que comparten conmigo cosas fuertes y lindas. Para mí es muy lindo tener el poder de decisión de decir "véanlo desde adentro".

—¿Vas a hacer televisión este año?

—Si Dios quiere y si las condiciones que yo pretendo se dan, me gustaría, pero generándola desde mi lugar, desde Córdoba. Hacerlo desde Buenos Aires era mucho sacrificio para mí, viajar 700 kilómetros por semana, hacer el programa, salir de gira mil kilómetros para otro lado... Para eso hay que sacrificar lo cotidiano de la familia y cosas que no estoy dispuesto a perder ni por toda la fama ni por todo el éxito del mundo.

—¿Pensaste en hacer cine?

—En algún momento lo planteamos, pero este año fue muy fuerte y preferimos hacer una pausa. Dejemos cosas por vivir y dejemos cosas porque nos sorprendan también. La idea está latente.

—¿Cómo vivís parodias del tipo la que te hizo "El Show de VideoMatch" jugando con el doble sentido dirigido a los adultos?

—Con dolor, a mí no me sirve, al contrario. Me ha dolido, en algunos casos, que gente de Uruguay conoce algo de mi personaje, por lo menos mi atuendo, por medio de esa otra versión. No puedo hacer nada, ni me interesa hacerlo, lo único que me queda es trabajar el doble y apelar a mi trabajo y a mi acercamiento a la gente y venir a contarle a la gente de Uruguay que Piñón Fijo es esto. No sirvo para entrar en el terreno de acusaciones y contra-acusaciones. En realidad, si me hubieran preguntado mi opinión, hubiera apelado a la complicidad de ellos que también sé que son papás y que quieren la mejor educación para sus hijos y para los niños que tienen cerca. Hubiera apelado a pegarles por ese lado para convencerlos de que me hicieran la gauchada de no hacer ese personaje, pero no me preguntaron.

—Siguiendo con las polémicas, todas esas cosas que se dijeron de vos (mensajes satánicos en las canciones, dejar de ir a visitar un niño enfermo, usar un helicóptero del gobierno), ¿las atribuís a la envidia hacia el que le va bien?

—Me parece que sí. Uno ocupa espacios que generan a lo mejor celos en alguien o envidia, bronca, impotencia y desgraciadamente es natural en la condición humana que esos sentimientos existan. Lo que no es natural son los métodos para desautorizar al otro, tan desleales, bajos, totalitarios y reaccionarios. Ahí también aprendí a cobijarme en el lugar que más cómodo estoy que es en el cariño y en la credibilidad de la gente y en presentarme como soy y que me tomen o me dejen.

Analía Filosi

Para conocerlo de cerca

Piñón Fijo, este payaso cordobés detrás del cual hace más de catorce años se esconde Fabián Gómez (37 años), eligió Punta del Este para dar a conocer su exitoso espectáculo de música y sketches a los uruguayos. El payaso se presentará en el Hotel Conrad el próximo jueves a las 21 horas con entradas a U$S 15, U$S 10 y U$S 5.

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