Es difícil engancharse a hablar - y todavía más reírse- de conceptos como el de "estética menemista" si el escenario de la entrevista es nada menos que en el propio Hotel Conrad, característico por su lujo y ostentación desde la primera baldosa hasta el último dado del casino. Sin embargo, con Dady Brieva se puede entrar en esa dinámica. "Este punto es muy importante", se detiene a reflexionar entre risas cuando se le plantea la cuestión. "Es que lo peor que nos ha dejado el menemismo a los argentinos no es que hizo pelota todas las industrias ni lo mal parado que quedó el país con todos los temas de la corrupción. Lo peor que dejó es la estética bizarra esa que es más del porteño que del argentino. Pensá en el tipo que se ponía por ahí un saco amarillo o que levantaba una minita en un boliche y en vez de anotarle el teléfono, le daba la tarjeta personal (risas)". La cuestión viene a colación de un personaje que, si bien nació bastantes años antes de que Menem llegara a la presidencia, puede ser más identificado con los noventas que con los tiempos que corren. "Es cierto, hoy un tipo como Isidoro es algo muy difícil de encontrar. De movida, el tipo casi siempre anda de traje, e incluso lleva moña. Segundo, que hoy no existe un boliche como Mau Mau (más risas) y tercero, ¡que ningún playboy moderno se patina la guita en un casino! Ahora está más de moda el `hippie chic, ¿no?`. Por ahí el Isidoro de nuestros días sería un tipo que se va a José Ignacio y la revienta de otra forma. Hoy ser sobrino de un coronel no es nada que te pueda dar un cierto status, o por lo menos no lo da como para ser un tipo que vive del boliche o que levanta minas como loco. Tampoco creo que sea tan de moda irle a jugar a los caballos".
-Entonces, ¿cómo se hace para lograr que funcione un personaje como Isidoro en el público? Creo que ni el nombre se usa... Y seguidores debemos quedar pocos.
-Mirá, yo soy fanático de Isidoro desde que soy chico. te diría que era mi lectura de cabecera. Me acuerdo de tardes en casa con el piso todo húmedo porque mi vieja estaba lavando y yo tirado en el sillón, con la cabeza contra la pared, leyéndome las historietas. ¿Y sabés qué pasa con eso? Que hay una conexión enorme con un costado de la niñez, aunque Isidoro no tenga nada de niño o de historieta apta para niños. En cierto sentido tiene una inocencia y una ternura que te remite a esa época y que por ahí todavía puede enganchar.
-Quizá es porque se trata de un personaje más artesanal... O que fue creado en un tiempo donde podías conectar más con ellos por medio de la historieta...
-Por ahí Isidoro es producto de una época en la que la fantasía se desarrollaba más. Hoy yo veo que a los pibes se les da todo acabado, todo resuelto. Antes tenías que (agarra su taza de café vacía, la da vuelta y le pone la cuchara arriba) hacer así... (la mueve). Estos eran tus dos juguetes, con apenas esto vos podías imaginarte que esto era un tanque de guerra, o lo que quisieras ¿no? Ahora el mercado le da todo al chico, viene todo resuelto. Ni siquiera podés armar las cosas. ¿Para qué vas a andar armando naves si lo que querés es tenerla y ponerte a jugar? No se requiere fantasía y creo que también se ha perdido eso tierno que tenían los viejos dibujos. Todo es demasiado real. ¡Mirá el Winning Eleven! Ese juego de fútbol es perfecto. Creo que la mamá de Van Nistelrooy lo mira en la pantalla y se pone a llorar. El otro día, en el programa de radio que tengo en Mitre, por las mañanas, hice una columna sobre juguetes viejos y me acordé de una historia. Una vez, a la villa en que yo vivía vino un camión de esos que excavan para poner caños. Dejaron un surco enorme de cuadra a cuadra, con las montañas de tierra al lado, y se fueron porque venía el fin de semana. ¿Sabés lo que era eso para nosotros? ¡Disney! Un campo de batalla, una pista de motocross... A eso voy. Estos personajes te despiertan ese lado de tu niñez que por ahí nunca llegaste a desarrollar en tu vida.
-Por ahí hay tanto héroe, o tanta sobrecarga de héroes, que los viejos están más desarrollados o son más entrañables. A lo mejor es un tema de edades...
-Yo me quedo con lo primero. Vos sabés que en plena grabación de las voces había momentos en que me cortaban la grabación y yo les decía "no, pará... dejame verlo un poquito más". Te juro que me ponía los ojos de vidrio verlos moverse, hablar... Además están todos los personajes. El tío, el capitán Metralla, el gallego Manuel... Uno que los vio toda la vida en historieta, en blanco y negro... Y estamos hablando de que Isidoro no es un héroe ni está cerca de serlo. Pero está muy emparentado con la niñez de muchísima gente. Quizá esa sea la diferencia entre eso y algo como Cars.
Dady tenía una experiencia previa en la película Cars, de los estudios Pixar pero, según dice, esto fue algo diferente. Menos dirigido y hasta más espontáneo que en esa ocasión. "Hacer voces es muy complicado. No tanto por el tema de la sincronía entre la imagen y lo que decís porque hoy en día te lo van acomodando y está todo bien, pero tenés que lograr una cierta expresividad que acompañe a lo que hace el dibujo, sino no te queda ni a palos eh... Me acuerdo que cuando vinieron los de Pixar, me agarró un director de voces y me hizo hacer todos los tonos hasta que veía cuál le convenía y me decía "ok, ese". Esto no tuvo nada que ver, fue más disfrutable e igualmente intenso, porque en total estuve una semana dentro de 20 días de producción en que no parábamos de grabar y de ver cómo iban quedando las escenas. Ver la cocina de todo eso también es muy entretenido y tiene poco que ver con los rodajes habituales, lo que uno está acostumbrado a ver.
-Además, vos sos un tipo del interior. Y el personaje de Isidoro es la quintaesencia del porteño...
-Fue exactamente lo que yo dije cuando me llamaron. Yo dije que sí enseguida, pero no entendía qué querían. "Ustedes pensarán que yo puedo hablar como un porteño, pero la verdad que no me sale", les expliqué a los productores. Pero ahí mismo me dijeron: "Queremos que seas vos mismo, salí y hablá y hacelo como a vos te salga". Y así fue. Además, de Isidoro yo tengo más bien poco, mirá lo que soy (risas). No es lo mismo que Luciana (Salazar, que hace las voces de su compinche Cachorra). ¡Ella ES Cachorra! Se viste igual, tiene esa cosa muy glamorosa y súper producida... como noventosa también ¿no? A ella el papel le iba perfecto. yo creo que el mío más o menos quedó.
-La película parece ser bastante fiel a la estructura de las viejas historietas pero con un arco de desarrollo más largo...
-Sí, también creo que la película está más tirada a algo como de acción... Como una mezcla entre las Locuras de Isidoro que conocemos y algo más como al estilo de las películas del Agente 007. Es entendible porque acá estamos hablando de cine y algunas cosas no funcionan. Él estaba más en hacer estafas, trampear en las apuestas, por ahí hacerle alguna al tío ¿no? Isidoro aparte es muy mariqueta, pero ahí entran otros personajes que lo hacen zafar, que lo sacan de los apuros...
Al rato, la conversación se comienza a volcar hacia los proyectos personales que Dady está llevando hoy en día, entre ellos, su debut en la dirección cinematográfica. La historia integró primero Con tal que sea sanito, un libro de historias que lleva su firma. El cuento se llamaba Putos eran los de antes, pero la película terminó llamándose Más que un hombre. "Es la historia de un travesti que hacía trajes de novia. Está ambientada en los años de la dictadura y termina encontrando y escondiendo durante tres meses a un maoísta como si fuera un trofeo de guerra".
-¿Te aceptaron inmediatamente como director dentro del ambiente del cine? ¿Qué respuesta recibiste?
-Es gracioso que preguntes eso. Yo creo que aprendí mucho trabajando en Pol-ka, con las tiras, y desde ahí ya me animaba. O por lo menos, me picaba el bichito de la dirección. Averiguaba cosas, hablaba con gente. Al principio esta película iba a ser dirigida por mí, pero luego resultó que sí. Y así creo yo que es más difícil venderla porque yo vengo del humor popular, no afecto a cierto establishment que por ahí integra festivales de cine y ese tipo de cosas. Yo creo que nunca aparecí en un festival, por ejemplo. Pero de todas formas, eso lo defendés en la cancha. A mí tampoco me interesa generarme una determinada imagen dentro de la industria ni nada que se le parezca. Ponele, la hija de Moria ahora parece que es la nueva Winona Ryder (risas). ¡Y ojo! que por ahí actúa bárbaro y la chica no quiso generarse esa imagen. A lo que voy es que yo hago esto y también hago otras cosas, como la radio.
-¿Sos consciente de que, de todas formas, se te abrieron bastantes más puertas que a muchos humoristas que puedan ser tachados de "populares"?
-Me pasa algo muy complicado. Es que quiero que me estén mimando y cuando me pasan una mano por el lomo me pienso que no lo merezco. De hecho, me siento muy reconocido por "el otro lado de la cultura". Qué fuerte suena esa expresión ¿no?
-¿Sentís como una discriminación entre Los Midachi y, pongámosle, Les Luthiers?
-Puede ser de parte de cierto público pero nunca desde el artista. Hace pocos días estuve junto a otros panelistas en una mesa de humor en la misma Expo Les Luthiers, que se está haciendo en el centro cultural Recoleta, allá en Buenos Aires. En ese sentido, ese es uno de los reconocimientos más lindos que he recibido. También tuve muchas oportunidades en tele y ahora en Radio Mitre. Para un tipo como yo, a sus cincuenta años, tener las mañanas en una radio con esa historia y con esas grandes personalidades que han trabajado tantos años es tremendo. Es un periodístico muy completo, tengo un equipo tremendo de periodistas "progres" (risas).
Acá la conversación cambia abruptamente de tema. Dady pregunta por el bar Fun Fun. "Parece un lugar común en el que caen la mayoría de los famosos que vienen acá, pero yo tengo una muy buena relación por Montevideo, y gran parte se la debo al Fun Fun. Es un lugar como no hay en Buenos Aires. Por ahí pedís que te lleven a un lugar típico y te llevan al Mercado del Puerto. Pero lo típico es el Fun Fun. Ahí está el tango y están los músicos de Jaime (Roos), y está la mina preciosa de 25 años con la que podés hablar... Es como una pequeña muestra de todo lo que es Uruguay, y a la vez encierra todo lo que es su gente... Es uno de mis lugares favoritos, aparte porque... me dejan cantar. Por que claro, ¡yo soy famoso! Cómo no voy a cantar! (risas)".
-A lo mejor Montevideo es más parecido a Santa Fe que a Buenos Aires ¿no?
- Es que el gran tema son las distancias. Acá está todo a 20 minutos. En Buenos Aires por ahí te da pereza moverte de tu barrio porque todo es demasiado lejos. Si estás acostumbrado a otra cosa es algo que te abruma.
-Hasta en eso no tenés nada que ver con Isidoro...
- Bueno, una de las cosas que me dijeron cuando me dieron el papel fue "bueno, pero a vos te gusta la noche, las minas, yo qué sé, te vas a manejar bien". Isidoro tiene su estética y yo... Yo por ahí engancho con él por el hecho de ser un gran fanático, y no digamos más.