ENTREVISTA
El secretario de Daecpu hace un balance muy positivo del concurso de Carnaval. “Nos sentimos muy reconfortados. Valió la pena hacer el esfuerzo”, dice.

-¿Qué desafíos implicó la organización del Concurso de Carnaval 2022?
-Fue toda una odisea. Asumimos la valentía de hacer Carnaval porque en los inicios (en enero) había 10.000 o 12.000 casos diarios. Ahora bajaron mucho, por suerte, los casos, lo que nos permitió flexibilizar algunos protocolos en el desarrollo del concurso. Nos sentimos reconfortados. El esfuerzo de hacer el Carnaval valió la pena.
-¿Cuando empezaron tenían dudas que podía pararse en algún momento si había brotes?
-¿Cómo has visto el concurso a nivel de contenidos y de calidad?
-Me gustó mucho. En murgas, por ejemplo, la camada de gurises jóvenes volcaron ideas diferentes y sorprendieron. Me parece que ya estamos en una decidida transición entre lo que era la murga más tradicional a lo que es la murga de hoy en día, que apuesta a la creatividad y las ideas frescas. En las otras categorías también fueron muy atractivas. El lado negativo es que hemos perdido a exponentes muy importantes del Carnaval, como Pinocho Sosa, Cachila Silva, Catusa Silva. En ese aspecto, fue un año muy embromado para nosotros por la muerte de varios compañeros entrañables.
-En la interna de Daecpu, ¿cómo fue la organización teniendo en cuenta que su presidente, Enrique Espert, se encuentra todavía en recuperación?
-Hay una nueva comisión directiva que cuenta con el respaldo de Enrique. Tratamos de molestarlo lo menos posible solucionando los problemas sobre la marcha. Hemos funcionado bien.
-¿Cómo comenzó tu vínculo con el Carnaval?
-Hace muchos años. Mi padre, Antonio Nípoli, era carnavalero. Salía en la murga Un real a 69 en el año 1928. Así que me corre por la sangre el Carnaval. En mi caso, todo se inició en la organización llamada Magilandia que hacía un show de circo por todas las escuelas del país. Había varios artistas, entre ellos mi padre. Como se iba el presentador, me propusieron ese rol. Yo tenía 18 años y así empecé. Cuando terminó el año, me dijo Juan Ichazo, de Paco y Pico para salir en Carnaval, también como presentador.
-Luego hiciste carrera en el parodismo.
-Sí, siempre me gustó la categoría. Lo comenté y un compañero me comentó que Tucho Orta de Los Gaby’s necesitaba gente. Me presenté y luego de unas pruebas, me incorporó para la cuerda de los barítonos. Ahí quedé: fui parte de Los Gaby’s de 1975 a 1983. Tuve que salirme del conjunto porque en aquel momento yo trabajaba en Coca - Cola y Tucho había conseguido como sponsor a Pepsi. Yo tenía que subir al tablado y cantar el jingle. En ese momento, la guerra publicitaria entre las dos empresas era dura. Cuando se enteró, me convocó mi jefe para plantearme la contradicción. Era seguir con Los Gaby’s o con el trabajo. Estaba casado y con dos pibes, así que me bajé. Estuve cuatro años sin salir. En 1988 volví porque había otros anunciantes. Seguí hasta 1993, que fue el último año de Los Gaby’s. Después estuve en otros conjuntos: Los Carlitos, Los Dandys, Diablos verdes... luego me reintegré a Los Carlitos hasta 2010, cuando colgué los botines.
-¿Por qué?
-Primero porque ya estaba con tareas de responsabilidad en Daecpu y después me di cuenta de que venía una camada de gente joven que la estaba rompiendo. Y yo estaba veterano. Hay que darse cuenta a tiempo.
-¿Cómo ves la polémica sobre la política en Carnaval?
-La esencia de la murga es la crítica: satirizar, ironizar. Estuviera quien estuviera en el gobierno, la murga siempre fue criticona. Me acuerdo que yo era un pibe durante el gobierno de Luis Batlle Berres y cuando subió el boleto dos centésimos, las murgas le daban con un caño.
-Pero cuando el gobierno era del Frente Amplio, fueron menos criticonas...
-No, igual le dieron. Yo no me olvido más de lo que pasó un día en el Teatro de Verano. Danilo Astori es hincha de la murga Falta y Resto. Sin embargo, esa noche estaba en la platea y le dieron con un caño mientras Astori era vicepresidente. El tipo se aguantó en el molde. Lo mismo pasó con otros. Daisy Tourné, por ejemplo, es otra de las que siempre va al Teatro y también le dieron, en especial con aquella foto que circuló que estaba en la ducha. Ella se mataba de la risa.
-Es cansador también el concurso: hay que ir todos los días al Teatro hasta tarde.
-Es cansador, sí. A mí me gusta ir temprano y soy de los últimos en irme. El concurso lo coorganiza Daecpu con la Intendencia. Entre los dos designamos a los jurados.
-¿Cuánto “se camina”, es decir, se busca por parte de los conjuntos influir en los jurados?
-No, ya no se camina. Eso es parte del folclore y hay miles de anécdotas. El Tucho Orta, por ejemplo, estaba molesto con un jurado que nos tenía a mal traer. Tucho y otros más del conjunto lo encontraron en la Playa Ramírez y se metieron al agua a caminar con él. Otro año le preguntaron a Cachete Espert: “¿Cómo fue aquello de que ganó La Nueva Milonga, a la hora cambió el resultado para Los Arlequines y al otro día, ganaste con los Saltimbanquis?, “¿Cómo fue posible eso?” Y Enrique respondió con una frase que quedó para la posteridad: “En Carnaval pasan cosas”.
-Hoy da la sensación que es diferente...
-Sí, eso pasó. Algunos organismos del Estado que colaboraban mucho pero esta vuelta se bajaron. Me refiero a que dejaron de ser anunciantes de algunos conjuntos en particular. Pero más allá de eso, mantienen el apoyo al concurso en general.