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Cacho Castaña: Leyenda de la canción

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"Hace años que voy a Uruguay. Me siento cómodo como en la cocina de mi casa", sostiene el artista.

ENTREVISTA

"La gente rezó por mí y eso me ayudó mucho", expresa el cantante. Cacho Castaña padece enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y superó una delicada traqueotomía. Tras la recuperación, salió a la reconquista de los escenarios. Se presenta el 18 de agosto en Enjoy Punta del Este.

Del otro lado de la línea telefónica se escucha la voz de una leyenda viva de la canción bonaerense. Un inconfundible tono de infinitas noches porteñas articula declaraciones que solo pueden proceder de un mismo personaje. Pocos minutos de diálogo alcanzan para que Cacho Castaña hable sin filtro sobre su relación con las drogas, con el movimiento feminista y con su fama de galán irresistible para el género femenino. También es visceral al relatar cómo fue el camino que lo devolvió a los escenarios tras una compleja traqueotomía. El próximo destino es un show en Punta del Este.

—¿Cómo es volver a hacer shows después de haber atravesado momentos tan delicados de salud?

—El show es distinto. No puedo caminar mucho, lo que me limita porque antes yo saltaba y bailaba con algunos temas. Ahora lo hago directamente sentado como lo hacía Mercedes Sosa. Así nos defendemos, y me va muy bien. Me gusta mucho porque descubrí otra forma de comunicarme en el escenario con los músicos y con el público. La vida te da sorpresas y te pone a prueba. Uno se puede apichonar o salir al frente. Al principio me había apichonado con todo lo que pasé, después toqué fondo y eso me sirvió para levantarme. La oración de la gente y de mis amigos me ayudaron mucho. La gente rezó mucho por mí. El amor puede más que cualquier inyección.

—¿Llegaste a pensar que no ibas a poder volver a subirte a un escenario?

—Sí, es un milagro que yo esté cantando. Llegué a estar en coma, pero después que uno se despierta no se da cuenta de nada. Es como si hubiera estado durmiendo la siesta. Lo peor fue la traqueotomía porque después estuve 90 días sin poder hablar, comer, ni tomar agua. Veía muchos compañeros en internación que tenían lo mismo y ninguno hablaba. Con el tiempo yo empecé a balbucear, y después mis músicos me ayudaron mucho porque venían todos los días a hacerme cantar a la fuerza. Al principio era un mamarracho cantando, pero de a poco fui avanzando. Mi maestra de canto me dijo que a medida que fuera cantando más, lo iba a poder hacer mejor. Y así fue. Le puse muchas ganas y acá estamos. La vuelta fue en el Teatro Maipo hace dos años. Fue muy emotivo.

—Este año también hiciste shows con Palito Ortega, ¿cómo definís esa relación?

—Hace mucho tiempo que nos conocemos. Cuando estuve internado, él me hablaba al oído y me decía "despertate que vamos a hacer un Luna Park". Yo no me acuerdo de nada de eso, pero evidentemente todo queda en el subconsciente. Cuando me desperté, venía todos los días a verme. Adriana Varela y otros amigos también. Había mucho amor. Fui remontando hasta que Palo me dijo de hacer el Luna Park. Nos divertimos mucho. Yo canté La felicidad, y él cantó Café la humedad. Hicimos todo mal. Él cantaba mal lo mío y yo cantaba mal lo de él, pero nos divertimos como locos. Rompimos el Luna Park. Fue muy lindo.

—Tenés decenas de temas que se convirtieron en emblemas del cancionero popular argentino, ¿te sorprendió el destino de alguna canción en particular?

—Sí, me sorprendí cuando las canciones llegaron a la cancha en el año 73 o 74. En esa época grabé Seguí bailando y la empezaron a usar en todas las canchas. Yo no lo podía creer, era alucinante escuchar a la gente usando mis canciones en un estadio...

—Tus canciones siguen teniendo éxito entre las generaciones jóvenes, ¿a qué se lo atribuís?

—He notado que pasa eso, es mágico. A veces hasta me traen pibes de cinco o seis años al camarín que me cantan Garganta con arena. A mí me vuela la cabeza porque no son canciones hechas para los pibes. Pienso que es el resultado de muchos años de laburo.

—Pero también has construido un personaje que cae simpático entre los jóvenes...

—Eso seguro. Los pibes se cagan de risa conmigo. Se divierten con algo que no es malo, porque yo me cagué de risa toda la vida.

—¿El personaje de galán y ganador viene de siempre o se fue dando a medida que adquiriste popularidad?

—Yo siempre tuve levante. Una vez de chico fui a un picnic con una guitarra y se me acercaron todas las minas. Ahí me di cuenta de que la guitarra garpaba y que la cosa para ganar minas iba por ese lado. Yo siempre había estado con la música, estudié 12 años, y en medio de eso salió la guitarra. Ahí dije: "qué bronca, tanto tiempo con el piano, ¡hubiera agarrado la guitarra de entrada!". La guitarra garpa, es ganadora. Olvidate.

—¿Tuviste alguna derrota amorosa que te haya marcado?

—Sí, toda la vida. Pero marcan en el momento. Cuando pasa una cosa de esas uno tiene la sensación de que se puede morir, pero nunca nadie se murió de amor. Yo tuve muchas parejas que se terminaron y las vi llorar en el piso abrazándome las piernas pidiéndome por favor que no las deje: "Si me dejás me voy a enfermar", me decían. Ni gripe se agarraron las hijas de p... (risas).

—¿Ser padre ha sido un debe en tu vida?

—No, nunca me sacó el sueño. Fue raro. Nunca tuve la sensación ni la necesidad.

—¿Se puede ser un artista exitoso sin ser tentado por los excesos en algún momento de la carrera?

—Sí, se puede. Lo que pasa es que todo está al alcance de la mano. Incluso está al alcance todo lo que está prohibido. Y gratis, porque te lo regalan. Entonces es difícil. Hay que ser San Gabriel. Si dejás la carne cerca del gato...

—¿Cómo evaluás que lo manejaste vos?

—Yo no tomé tanta droga (risas). Si la tomé lo hice de grande para probar. Lo que me hizo muy mal fue el escabio y el faso. El cigarrillo me jodió los pulmones y me arruinó la vida. Soy oxígenodependiente y eso es por el cigarro, no por la droga. La droga la tomé de vez en cuando y no sirvió para un carajo. Encima si la querés usar para tener sexo no podés porque no tenés erección. Me gusta más la pastilla azul que la droga.

—¿Qué te pasa cuando ves artistas exitosos como Pity Álvarez, que terminan mal?

—Este caso me da mucha pena, pobrecito. Es un pibe maravilloso. Tiene una ternura bárbara. No es tanto como lo pintan. Es un loquito. Nunca pensé que podía pasar lo que le pasó. Pero sí pensé que podía terminar mal porque necesitaba ayuda y no se la dieron. Estaba mal rodeado. Había que internarlo, que limpiarlo y cuidarlo. Lo dejaron en banda.

—En verano hiciste un chiste sobre violaciones en televisión que generó mucho repudio, ¿cómo viviste toda esa repercusión?

—Se aferraron a esa pelotudez para hacerme mierda. El periodismo estuvo todo el verano tirándome piedras. Resultó que muchos periodistas que yo consideraba amigos al final no lo eran. Yo digo lo que se me canta. ¿Después de 50 años de qué me van a hablar?, ¿quién me va a venir a decir lo que tengo que decir?

—Pero pediste disculpas.

—Sí, pedí disculpas enseguida, pero tuve que levantar todos los recitales de Mar del Plata. Habían mandado cartas del Ministerio de Justicia diciendo que teníamos que levantar el show porque iban a cortar la calle e iban a hacer escraches. Fue una locura. Cuando apareció ese quilombo, levanté el show y me fui. ¿Qué iba a hacer? A mí no me va a salvar la vida un show, dejame de joder. Pero así es. Las mujeres están en un momento muy especial, con sus problemas del aborto y de tener los mismos derechos del hombre. Esperemos que todo llegue a buen puerto.

—¿Cambiaste algo de tu repertorio a partir de este movimiento feminista?

—No, yo no tengo ningún tema agresivo hacia la mujer. El único que habían dicho que tenía un mensaje jodido era Si te agarro con otro te mato. ¡Qué poca cultura! ¿No se dan cuenta de que es una metáfora? Es una pelotudez. Mirá si va a ser en serio. Yo no canto ese tema hace cuarenta años porque no me gusta para el show, que es más lindo y más tranquilo. Pero se agarraron de esa canción como si fuera no sé... Estoy enojado con la prensa porque me pusieron como si hubiera sido un violador, ¡están locos! 

—Al margen de este movimiento, ¿cómo estás viendo el proceso político que atraviesa Argentina? 

—No es la Argentina en la que me crié. No es la Argentina que hicieron nuestros viejos inmigrantes judíos, tanos, gallegos. La historia fue cambiando. No es el país en el que yo viví en mi adolescencia ni hace poco tiempo atrás. Lo fueron destruyendo de a poco: afanaron, afanaron y afanaron. Es un bolonqui bárbaro. Tengo esperanza porque es lo último que se pierde. Espero que le vaya bien al presidente porque necesitamos que le vaya bien por el bien de todos. Espero que Dios lo ilumine. Se precisa que los ladrones y los violadores vayan en cana y que no los suelten, que es el problema que hay ahora. Uno mata a una persona que viene a matar y después el problema lo tiene uno. Es una locura. 

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