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Ángel "Tito" Bernardo tras la ruptura con Kesman: "Estoy decepcionado"

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"Tito" Bernardo.

ENTREVISTA

El periodista deportivo cerró su ciclo como comentarista de Alberto Kesman por decisión de Radio Universal. “Me tomó por sorpresa”, asegura.

"Tito" Bernardo.
"Tito" Bernardo.

-¿Cuáles fueron sus inicios en el periodismo deportivo?

-En el año 1975; el 30 de agosto para ser exactos. Esas fechas quedan grabadas. No había fútbol de la A y se jugó por la B El Tanque y Villa Española en el Estadio Centenario. Ese fue mi primer trabajo haciendo vestuarios en el equipo que comandaba el relator Rubén Casco para CX 26, Emisoras del Sodre. Casco era un personaje divino y tenía como comentarista a Osvaldo Heber Lorenzo. Yo era un asiduo concurrente al fútbol, jugué en algún momento pero era muy malo. Siempre me gustó de todos modos. Incursioné en los medios a través de Eduardo Mazzei, un hermano de la vida. Al año de empezar estaba comentando como suplente y estuve en ese equipo hasta que pasé en 1998 a Radio Universal, un etapa que se cerró a finales del año pasado.

-Luego de tres temporadas como comentarista principal de Alberto Kesman, se cerró el ciclo. ¿Cómo se procesó ese final?

-Me tomó por sorpresa porque fue una cosa abrupta. No lo esperaba, no habían existido motivos. Pero se me llamó por parte de la dirección de la radio y me preguntaron si no tenía intenciones de jubilarme. Dije que no, que tal vez para el año 2020 porque me sentía y me siento muy activo. Luego me ofrecieron cambiar la relación laboral en cuanto al pago y no llegamos a un acuerdo. Me enviaron a seguro de paro hasta el mes de abril pasado y luego me comunicaron que no iban a contar con mis servicios. Hicimos los números y llegamos a una solución pero la verdad es que quedé bastante desilusionado y decepcionado.

-¿Por qué?

-Porque no fue una decisión compartida sino unilateral. Pero bueno, aquí estoy, viviendo y aprendiendo. Más allá de eso, la empresa siempre ha cumplido. Nunca en 21 años que estuve hubo un problema de pago. Tampoco lo hay ahora respecto a la solución a la que arribamos. La desilusión pasa por otro lado.

-¿Quedó en relación con el equipo deportivo?

-No, no nos hemos visto. Yo tenía una gran relación con Alberto Kesman. Más allá de haber trabajado juntos, nos conocemos desde que tenemos 20 años. Pero bueno, fue una lástima que terminara de esa forma. Del resto del equipo, a excepción de Rafael Velazco, todos los demás vinieron después.

-¿Hablaron con Kesman en este tiempo?

-No, prácticamente no hablamos. Me sentí decepcionado, que es peor que estar enojado. Porque el enojo puede pasar o evacuarse de otra forma. Me dolió y me afectó en la parte espiritual. Fue un golpe fuerte a la autoestima. Los que me rodearon saben lo que viví. Gracias a Dios, a la familia y los amigos (con mayúscula) que estuvieron presentes, pude salir adelante. Si algo tengo para rescatar de este momento, ha sido la gente. Queda feo decirlo pero es la realidad y no puedo ocultarlo. Recibí mucho cariño: gran cantidad de gente me para o me han parado en la calle para preguntarme qué pasó. Eso es lo que a uno lo fortifica en momentos que no son los más deseados.

-¿Qué motivos le dieron?

-No me los explicaron. Al parecer la transmisión era muy escuchada. No había ningún problema con la empresa ni un descontento con compañeros. Como dije, fue muy abrupto. Pero bueno, sus razones tendrán.

-¿La medida alcanzó a su hijo Mauro Bernardo?

-No. Él presentó renuncia cuando se desencadenó mi salida. Pero fue por cuenta de él. Hacía 17 años que estaba en la emisora: hacía canchas y vestuarios, además de que en verano cubría vacantes en La oral deportiva. Le dolió lo sucedido conmigo y prefirió dar un paso a un costado. Continúa en el programa Gol de medianoche, pero ese es un espacio alquilado.

-En la actualidad integra el panel de Rumbo a la cancha, ¿cómo surgió esa posibilidad?

-En mayo, una vez que se confirmó mi salida de Universal. Me llamó Jorge Baillo para plantearme la idea y así arrancamos. Hace tres meses que estamos. Es una cosa diferente. Para quien está acostumbrado a opinar y a tener un micrófono y un puente directo con la gente, es como tener una mordaza. Porque la televisión, como medio, es mucho más acotada y una vez por semana no es lo mismo que un programa de lunes a viernes más las transmisiones.

-¿Extraña ir a los estadios?

-He ido poco. El tiempo no acompaña mucho. Además, soy fanático del Estadio Centenario y cada vez se juegan menos partidos ahí. Yo vi todo en ese escenario, las épocas buenas y las malas. Con todo el respeto que me merecen los estadios de Peñarol y de Nacional, prefiero el Centenario. Así y todo, he ido a algunos partidos.

-¿Pero siente la falta?

-Se siente la ausencia de opinión. A veces estoy sentado mirando un partido y doy una opinión. “¿Con quién hablás?”, me dice mi señora. Es una deformación lógica de tantos años en la profesión.

-¿Qué es el fútbol para usted?

-Para empezar, es un divertimento. Entiendo que también es una pasión que mueve multitudes. Pero no hay que sobredimensionarlo. Me rió cuando se dice aquella frase de que “va la vida” en tal o cual partido. No, la vida va en otras cosas. No hay que darle el dramatismo que a veces conduce lamentablemente a que algunas personas cometan desmanes. El fútbol es divino pero es un deporte, nada más.

-¿Cuál es su visión del conflicto político existente en el fútbol en estos momentos?

-Que cuando la alcancía es chica, es bravo solucionar situaciones y conformar a todos. Estamos en un fútbol donde hay bajas recaudaciones. Es un país vendedor de jugadores. Los futbolistas son la salvación de los clubes, así que no hay más remedio que vender. Entiendo al hincha que se ilusiona con un jugador pero luego se decepciona porque hace dos goles y tira tres centros y se va. Hay que acustumbrae a eso, lo cual para una generación como la mía es difícil. Nosotros veíamos a Spencer 10 años en Peñarol, a Joya 9 o a Arrime por 4 años seguidos en Nacional. Esa situación se refleja en los títulos. A nivel de clubles, Uruguay no gana internacionalmente desde hace 30 años. Solo otros dos países han vivido la misma situación: Bolivia y Venezuela en todo Sudamérica. Eso sucede porque se van los jugadores que prometen y muchos de los que vuelven, vienen a cerrar su campaña. Hacen la diferencia a nivel local pero no la hacen en el ámbito internacional. Esa es la realidad. Salvo en la selección, donde se puede contar con los mejores.

-¿Esa sería la base del problema?

-En gran parte sí. Porque no se puede tener clubes fuertes en esas circunstancias.

-¿Tito es nombre también?

-No, mi nombre completo es Ángel Tadeo Bernardo. Pero cuando empecé, Rubén Casco me dijo: “Suena mejor Angel “Tito” Bernardo. Y quedó. Es mi apodo de toda la vida. En el barrio La Comercial, donde he vivido desde siempre todo el mundo me conoce por “Tito”.

-Decía que era malo para jugar fútbol, ¿cómo llegó a gustarle?

-Me encanta mirarlo y analizarlo. El Carnaval es otra de mis pasiones. Viviendo en este barrio, es difícil que no te guste porque hay una gran tradición carnavalera, con muchos escenarios en cada febrero. Soy un abonado del Teatro de Verano desde hace más de 30 años. He comentado cuando me invitan en alguna emisora donde tengo amigos. Mi hijo Mauro sí trabaja hace años en Carnaval del Futuro y también los sábado en Monte Carlo.

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