Valentina Lares Martiz, El Tiempo de Bogotá, Grupo de Diarios América
Ni Shakira, ni siquiera los atributos de Pamela Anderson se venden tanto como los nuevos productos que ofrecen los vendedores ambulantes del centro de Caracas: la mercancía "revolucionaria", cuyo protagonista es el presidente Hugo Chávez.
Al principio de la agudización del conflicto político venezolano, hace ya cuatro años, comenzó la venta de pequeñas constituciones de color azul como la que muestra el presidente constantemente en sus alocuciones y algunos afiches con su imagen. Pero hoy, tras identificar en los chavistas a un nuevo mercado capaz de comprar cualquier cosa que los identifique con "el comandante" (especialmente tras el referendo del 15 de agosto), la venta de artículos con la imagen del presidente se ha convertido en un gran negocio: su figura puede verse dibujada en pines, bordada en gorras, estampada en boinas y plasmada en relojes.
Uno de los que cuenta con la mayor variedad es el puesto de Diego Arreaza, perfectamente identificado con el "producto" pues siempre usa una boina roja, símbolo chavista característico. Según sus cálculos, de la mercancía bolivariana obtiene por lo menos 541 dólares quincenales, lo cual justifica su risueña respuesta al ser interrogado sobre por qué decidió comerciar con la imagen del presidente: "Pues por qué va a ser, porque se vende más". Las gorras (llamadas "cachuchas") son el pilar de su negocio y asegura que le compran entre 100 y 150 al mes. Pero los relojes con un Chávez sonriente alzando el puño —y que cuestan entre cinco y seis dólares— han comenzado a ser los artículos más pedidos.
Arreaza compra la mercancía a personas que llegan los lunes y martes por la mañana con bolsas cargadas de los diferentes productos y los venden al por mayor. Según él, no se trata de una gran industria que los manufactura, sino de gente que los fabrican de forma artesanal.
Pero esto va más allá del mercadeo. O, por lo menos, así lo dice Luis Alveárez, cuyo "punto de venta" —una frágil mesa a unos metros de la plaza Bolívar de Caracas— se encuentra al lado del de Arreaza. Él prefiere presentarse como un "ayudante ideológico de la revolución" que no compra la mercancía a los mayoristas, sino que él mismo fabrica las camisetas que vende: piezas con figuras de Lenin, Marx, Sandino, y, por supuesto, Chávez.
Según Alveárez, su apoyo a la revolución consiste en que sus camisetas (que cuestan cinco dólares) representan figuras históricas de la izquierda mundial: "Yo me salgo un poco del esquema mercantil porque le doy a conocer a la gente las raíces del proceso revolucionario y así vamos formando a las próximas generaciones". Ambos vendedores coinciden en que la mayoría de sus compradores tienen entre 20 y 30 años, son participantes de las manifestaciones públicas que se realizan en Caracas para defender el gobierno de Chávez. Destacan también que los turistas se han convertido en su clientela, atraídos por la novedad de un país que vende figurines alusivos a su mandatario.
Se oye y se ve
Además de las camisetas, las gorras y las chapas, la mercadería bolivariana se diversifica con otros productos que tienen mucha demanda: discos compactos piratas con música original sobre la "revolución" y Dvd con documentales sobre el gobierno y Chávez. Títulos musicales como Changa Chávez y Clásico de Santa Inés (batalla venezolana cuyo nombre retomó el presidente para lo que sería su puja por el referendo) se comercian al lado del documental irlandés sobre el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, La revolución no será televisada, y películas sobre la vida del Che Guevara o títulos recientes como Fahrenheit 9/11, de Michael Moore. Estos artículos, también piratas, se consiguen a precios que van desde uno hasta tres dólares. Para el profesor y politólogo Omar Noria, la venta de artículos con la imagen de Chávez —aun cuando es el presidente y no un prócer o una figura histórica— no debe extrañar. "Los pueblos latinoamericanos siempre han buscado la mitologización de sus figuras públicas, entre ellas la de los presidentes, y eso responde a la necesidad de crear mitos y de consolidar un sentido de identidad nacional".
Noria apunta que en el caso de la venta de cualquier tipo de artículos con la figura del mandatario se produce al mismo tiempo la banalización del mito que se quiere crear. "La paradoja es que en este caso a Chávez se le reduce a ser una simple mercancía. Uno podría decir que su figura ha pasado a ser un fetiche más del capitalismo contra el que pregona". El experto destaca que, en todo caso, tanto la mitologización como la banalización de su figura han sido promovidas por el propio Chávez. "Él ha buscado convertirse en un héroe nacional vivo".
Eso es quizás lo único que tiene claro un cliente que se acercó al puesto de Arreaza a comprar relojes. "Me llevo uno para mí y otro para mi hermano; porque ahora que ganó el comandante, hay que estar bien identificado con la revolución". ©