Lo que cuesta el frío

| El invierno obligó al Estado, por ejemplo, a pagar más de cinco millones de dólares en seguros de salud, pero otros datos son guardados en secreto incluyendo cuánto costó la falta de previsión y algunas desinteligencias ante una temporada polar.

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FLORENCIA TRAIBEL

Cualquiera que haya pasado estos últimos meses en este país, sabe, entre otras cosas, que algo extraño le pasa al clima en Uruguay.

En abril se registraron las peores inundaciones desde 1959. Llovió en un día más del doble de lo que se esperaba en el mes. Mataron a tres personas y generaron una crisis asistencial en algunos departamentos; Durazno por ejemplo, de la que aún no se recuperan. Hay evacuados que no pudieron volver a sus casas.

Y cuando el agua parecía haber quedado atrás, vino el frío. El invierno más crudo en 50 años. Las temperaturas que llegaban al cero grado, las heladas y las alertas meteorológicas sobre olas de frío polar fueron constantes desde mayo. Según cifras oficiales, al menos seis personas murieron como consecuencia de las bajas temperaturas. Hasta llegó a nevar por unos minutos en Nueva Palmira, Tarariras y algunas pequeñas localidades de Colonia. No nevó en Montevideo, tal como se había anunciado.

En Argentina el gobierno asumió en julio que sólo los costos energéticos del invierno serán 3.800 millones de dólares y en Chile las autoridades ya saben que el "terremoto blanco" como le llamaron al frío polar, generó daños en la agricultura por más de 200 millones de dólares.

Pero Uruguay es otra cosa. Acá, cuando es de esperar que ya se haya sorteado su peor inclemencia, nadie sabe cuánto va a costarnos el frío.

Los rubros que ataca una ola invernal como la que, es de esperar, acabamos de pasar, son varios incluyendo los más obvios como las emergencias públicas y las redes de asistencia social del Estado. Pero también incluyen un ausentismo laboral tan importante que obligó al BPS a disponer de un millón de dólares más que el año pasado, sólo para cubrir los seguros por enfermedad.

Ninguna dependencia del Estado evaluó concretamente el impacto de las temperaturas más bajas en medio siglo. Para las autoridades "todavía es muy temprano" y hay que esperar que el invierno pase. Faltan 20 días para que deje lugar a la primavera.

Ni el Sistema Nacional de Emergencia y los Comités Departamentales, ni el Ministerio de Salud Pública, ni el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, ni el Ministerio de Desarrollo Social han estudiado el impacto del frío en nuestro país. Además, en Uruguay, a diferencia de otros países del mundo con los que solemos compararnos, todos los eventos climáticos sorprenden. Ninguno puede ser previsto.

El frío sorprendió a la propia Dirección Nacional de Meteorología. Después de las lluvias de abril, la dependencia estatal pronosticaba un invierno con "probabilidad de temperaturas por encima de lo esperado". En otras palabras, iba a hacer un poco de calorcito.

Así consta en el informe Previsiones para mayo, junio y julio elaborado por técnicos de esa oficina pero nada más lejos que eso.

Julio fue el mes más frío desde que la Dirección Nacional de Meteorología tiene registros, es decir desde 1951. El promedio de las temperaturas mínimas en todo el país fue de tres grados. Las heladas despertaron tres veces, sólo en julio, a Montevideo: el 12, el 29 y el 30. En Florida se hicieron sentir durante 16 días. Las zonas más afectadas del país fueron Tacuarembó, Soriano, Durazno Florida y Cerro Largo, donde los termómetros descendieron hasta los incómodos arrabales de los tres grados bajo cero. El 29 de julio se llevó un récord histórico: fue el día más frío del año. Esa jornada en las calles de Mercedes había que sortear los siete grados bajo cero.

Algunos expertos dicen que el invierno seguirá por lo menos hasta octubre y las bajas temperaturas continuarán castigando y molestando a los uruguayos. Mientras, el frío va dejando más trabajadores enfermos, hectáreas de campo improductivas, saturación de los servicios públicos de salud, menos oferta de combustibles y más demanda, sin que aparentemente nadie se alarme.

El caro ausentismo laboral

Con el frío, las autoridades sanitarias constataron un aumento de las enfermedades infecciosas y respiratorias. Para la gran mayoría de ellas, el Ministerio de Salud Pública no notificó vacunas y por lo tanto, tampoco previsiones específicas para los enfermos. La población debió cuidarse lo más posible, y con lo que tuviera a mano de acuerdo a sus posibilidades económicas, y esperar que el frío pase.

El invierno no solo marcó hitos de temperatura. También aumentaron los registros de ausentismo laboral. Los trabajadores fueron las primeras víctimas de la combinación de bajas temperaturas y virus. Este invierno se enfermaron 20% más de trabajadores con cobertura de la ex DISSE y por períodos más prolongados que en 2006.

El Banco de Previsión Social (BPS) pagó, entre mayo y julio de este año, casi 112.338.584 de pesos en los subsidios por enfermedad que otorga a los trabajadores privados, públicos de Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y judiciales. Entre mayo y julio de 2006, los pagos por causal de enfermedad fueron de 83.271.431 pesos. El invierno de 2007 le viene costando al Estado casi 30 millones de pesos más que el año anterior.

Las cifras del departamento de prestaciones económicas del BPS representan sólo a los trabajadores que aportan al banco y que se ausentaron de sus puestos de trabajo por más de tres días.

Junio fue el mes con más trabajadores afiliados afectados por el clima. Se enfermaron en todo el país 14.606 personas. Mayo fue el mes más caro para el banco, destinándose 51.24% más de fondos que en mayo del 2006: casi 40 millones de pesos. Montevideo fue la ciudad más afectada. Por patologías virales vinculadas al frío en el 2006 se enfermaron 899 trabajadores de la capital. En lo que va de este invierno fueron 2.357.

Emergencias al máximo

El frío trajo más enfermedades y con eso más problemas en Salud Pública. Junto con los virus y las afecciones respiratorias, vino el caos en las emergencias públicas. Las puertas de entrada al Hospital Maciel, Filtro, Hospital Pasteur y el Hospital Pereira Rossell estaban a pleno. Las autoridades insistían a la población en acudir a las policlínicas, para descongestionar la situación, pero éstas tampoco pudieron lidiar con el asunto. Las emergencias públicas terminaron saturadas.

Los más perjudicados por este invierno fueron los niños. Hubo un aumento de las consultas por afecciones respiratorias antes de lo esperado, especialmente en niños menores de un año. "El pico de consultas se adelantó y se ha venido postergando en el tiempo y afectó fuertemente a los niños más pequeños" aclaró el director nacional de Salud, Jorge Basso. Los virus no eran nuevos, pero este año se presentaron más agresivos.

El Hospital Pereira Rossell fue el centro asistencial con más dificultades. La puerta de emergencia estuvo a punto de cerrarse. En los tres primeros meses de este invierno adelantado, abril, mayo y junio, se registraron 7.933 consultas, rompiendo el récord de los últimos 12 años.

Las esperas se hacían interminables: entre 12 y 24 horas para poder ingresar a sala. Sólo en ocho horas, fueron atendidos 200 niños. Incluso los propios médicos debieron poner a disposición técnicos para que examinaran a los niños en la propia puerta de emergencia. Así filtraban las consultas y determinaban qué cuadros debían se atendidos con prioridad.

Basso responsabilizó a los propios usuarios de no saber utilizar los servicios. "Se constató una concentración de las consultas en la puerta de emergencia que mucho de los cuadros podrían resolverse en policlínicas. Entonces los pacientes sobrecargaron las urgencias y eso generó naturalmente un período de espera de consultas mayores".

El 6 de julio los médicos explotaron. Estaban exponiéndose a una situación de riesgo y decidieron enviar una carta a las gremiales médicas: "La capacidad del hospital pediátrico para la admisión de pacientes está al límite", señalaron los médicos del departamento de emergencia pediátrico del Hospital Pereira Rossell. Lo hicieron a través de una carta al Sindicato Médico del Uruguay, la Sociedad Uruguaya de Pediatría y a la Sociedad Integrada de Emergencia Pediátrica.

El ministerio reconoció la falta de recursos e infraestructura para atender las emergencias principalmente en los servicios públicos de Montevideo. La crisis en Salud Pública no es nueva pero en situaciones como ésta es cuando se notan más sus deficiencias.

El departamento de pediatría del Pereira Rossell tiene 321 camas para internación y 20 camas de CTI, pero no fueron suficientes. Las autoridades habilitaron 57 camas más en el mismo edificio e instalaron una unidad inhalatoria de emergencia.

El colapso de la emergencia del hospital Pereira Rossell fue una señal de alerta que obligó al Ministerio de Salud pública a ordenar el traslado de pacientes a instituciones privadas.

"La falta de camas en el sector público nos obligó a coordinar con privados para que pacientes del sector público se atendieran allí. Debimos resolver el tiempo de internación porque a veces, en el sector público llevan muchas horas y los tiempos en estos cuadros infecciosos son importantísimos", reconoció Basso.

La derivación de pacientes del sistema público para ser internado en mutualistas y sanatorios privados es usual. Especialmente cuando las capacidades de los hospitales públicos están colmadas, o no cuentan con los recursos suficientes para atender al paciente crítico.

Según cifras del MSP, sólo en Montevideo se destinaron unos 6.000.000 de pesos mensuales durante 2006 para la internación de pacientes del sector público (adultos y niños) en camas de CTI privados.

Para este invierno excepcional, el MSP se negó a brindar información sobre el total de camas contratadas y el costo de ese servicio. A pesar de que esa información no es secreta y el destino de los recursos públicos es de interés de todos los uruguayos, las autoridades de ASSE, Dirección Nacional de Salud y Dirección General de Salud aseguraron que era información confidencial.

Según un decreto de 2004, todas las compras estatales deben estar registradas en la página web de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Durante este invierno, sólo consta la contratación de 13 camas en Casa de Galicia el 28 de junio. El costo total de esa contratación fue de 239.898 pesos. La cartera volvió a contratar siete camas en la misma institución el 23 de agosto, por un total de 648.976 pesos.

El costo de las camas de CTI varía según las patologías de los pacientes y el tiempo necesario de internación. El rango de precios va desde los 10.000 pesos hasta los 25.000 pesos.

Oficialmente, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud Pública, el invierno mató a seis personas este invierno. Sólo una de las personas que fallecieron por hipotermia no vivía en situación de calle: un hombre de 52 años, que murió en Paysandú cuando trabajaba como sereno en un galpón. Los forenses establecieron que falleció por un paro cardiorrespiratorio por hipotermia.

Aunque las propias autoridades de ministerio saben que la cifra puede ser mayor, prefieren no arriesgar números. Según Basso, es difícil determinar certeramente las causas del fallecimiento de una persona en situación de calle. "Estamos hablando de pacientes con mucha vulnerabilidad y hay una multicausalidad. El frío es la gota que derramó el vaso. No se pude decir que hay una sola causa de muerte. No siempre queda el diagnóstico establecido en el certificado de mortalidad como causa exclusiva de hipotermia. Generalmente la gente que está en situación de calle tiene otra patología, por eso tenemos pocos casos identificados como hipotermia". Los fallecimientos que se asocian a la ola de frío se tipifican como muerte sin asistencia: muerte por causa natural, no violenta, sin la intervención de los médicos. Las cifras son altas para el país. En Argentina (con temperaturas que llegaron a los 10 grados bajo cero en algunas provincias) este invierno fallecieron por hipotermia 24 personas en todo el territorio.

Descreídos, los uruguayos esperamos que fuera pasajero. Dos o tres días de muy bajas temperaturas, para luego tener el mismo invierno rutinario de todos los años. Pero no fue así. El frío se mantuvo. La ola de frío polar, dejó de ser una fugaz "ola de frío" y se convirtió en una constante.

El invierno pasaba y las autoridades emitían comunicados con las recomendaciones básicas para el frío: salir abrigado, no exponerse mucho a la calefacción, alimentación saludable y vacunarse contra la gripe. Pero ninguna acción concreta como podrían ser un plan de prevención para temperaturas frías, traslado de zonas afectadas, ni vacunaciones donde la gente es más vulnerable, ni ahorro de energía o provisión de alimentos.

El MSP continuó insistiendo con la vacuna antigripal para prevenir la mutación de virus y que las enfermedades respiratorias se agudizaran. "Sí tuvimos muchas neumonías, bronquitis y neumococos. Es una bacteria muy frecuente pero que esta vez se presentó muy agresivamente", dijo Basso. La vacuna no protege totalmente contra la gripe, pero, evita las complicaciones y generalmente el virus es más leve.

La campaña antigripal ayudó en algunos casos. Este año, las autoridades de la salud incluyeron en la vacunación gratuita a los bebés entre seis y 23 meses, y resolvieron bajar la edad de los adultos mayores que deberían vacunarse de 60 a 55 años.

El MSP compró en marzo 350.000 dosis de vacuna antigripal a un costo total de 800.000 dólares. Luego, las dosis gratuitas se extendió a toda la población que quisiera vacunarse. La campaña finalizó antes de lo previsto porque los uruguayos agotaron el stock. A fines de junio se habían alcanzado las 300.000 dosis y las 50.000 restantes fueron reservadas para la segunda dosis que deben recibir los niños menores de dos años.

Además, el ministerio instaló cuatro puestos centinelas de control de influenza en distintas localidades del país. Así, el MSP intentó tener un registro de la cantidad de casos de gripe en el país.

El Sistema Nacional de Emergencia lanzó su primer alerta de frío extremo el 9 de julio. Eso fue cuatro días después de que colapsaran las emergencias públicas. Después vinieron tres alertas más: el 23, el 24 y el 26 de julio.

Autoridades del Sistema Nacional de Emergencia reconocieron que se estuvo atento al frío, pero no se accionó ningún protocolo especial.

"Si bien el mes de julio tuvo temperaturas muy bajas, las capacidades del país en cuanto a sanidad, energía y medidas de respuesta para atender a las personas afectadas, no se vieron superadas como para considerarlo como un hecho catastrófico", comentó el coronel Carlos Lorente, coordinador del Sistema Nacional de Emergencia. El frío no se consideró en Uruguay un evento extremo. Por ahora.

Las temperaturas bajas se sintieron, pero para el Sistema Nacional de Emergencia no hay mucho por hacer. Salvo que se registren fenómenos demasiados extremos como una nevada, no hay ningún operativo dispuesto. La dependencia se encargó de monitorear con la Dirección Nacional de Meteorología la evolución de las temperaturas. Además durante este invierno la oficina, que depende de Presidencia de la República, en coordinación con los comités departamentales de emergencia, dispuso de los camiones del Ejército para que el Mides pudiera trasladar gente a los refugios y el envío de frazadas para Río Negro y Treinta y Tres y el traslado de alimentos del Instituto Nacional de Alimentación, pero no hubo una acción masiva contra el frío. Hasta ahora las bajas temperaturas no superaron los límites para ser consideradas emergencia.

En Montevideo, el Comité Departamental de Emergencia (que depende del Sistema Nacional de Emergencia y de la Intendencia de Montevideo) puso a disposición del Ministerio de Desarrollo Social el Velódromo Municipal como refugio, le suministró camiones del Ejército y donaciones de alimentos. "Nuestra tarea es coordinar y articular las necesidades de los organismos para prevenir desastres", dijo Daniel Soria, coordinador del Comité Departamental de Montevideo. "Pero nada más. Luego se encarga cada dependencia del Estado".

Soria reconoció a Qué Pasa que temperaturas tan bajas no estaban dentro de lo previsto. "No teníamos previsiones de un invierno tan frío. Las empezamos a ver luego de que llegaran día a día los informes de Meteorología".

En el centro coordinador del Comité hay una guardia permanente para cualquier emergencia. Dos personas monitorean permanentemente la situación en el departamento, controlando las 24 horas los informes de meteorología y los partes de Jefatura y Bomberos. Durante este invierno, no hubo situaciones extremas vinculadas al frío que obligaran a intervenir directamente. "Hay que estar atentos, porque los eventos extremos sorprenden", dijo Soria. O nadie avisa a tiempo. Así ocurrió el 2 de abril, cuando la lluvia dejó en dos días 200 evacuados. Un día antes el comité había recibido el cese de alerta de Meteorología.

El Sistema Nacional de Emergencia anunció que el gobierno impulsará una ley para dar respuesta inmediata a las posibles catástrofes. Los operativos contra el frío no estarían inicialmente dentro del proyecto.

El frío dolió más en los sectores más carenciados. Los 196.000 uruguayos que viven en los casi 700 asentamientos de todo el país fueron los que más sufrieron de las inclemencias climáticas. Pero para ellos no había nada previsto.

Según un estudio del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de los primeros tres meses del 2006 el 19,6% de la población no tiene ninguna forma de calefaccionar sus hogares. Los que viven en hogares más precarios. Los asentamientos de Montevideo registran la mayor población sin calefacción, el 38%. Entre los que sí tienen artefactos para calentar sus casas, la energía eléctrica es la fuente más utilizada. Pero el 63% está "colgado" clandestinamente de la red eléctrica.

Frío sin crisis energética

A más frío más necesidad de calefaccionarse. Las demandas de electricidad, supergás y leña aumentaron en este invierno. La ecuación es simple y obvia. Con las temperaturas tan bajas, los uruguayos (consciente o inconscientemente) consumieron más energía para sacarse el frío de encima.

Según el INE la fuente más utilizada para calentar los ambientes es la leña (39, 8%), luego el supergás (21,1%), la electricidad (14,5%), el queroseno (2,4%) y el gasoil (1,5%). Todas estas fuentes de calefacción aumentaron la demanda en invierno, y claro, su precio al consumidor.

En una cruel ironía, si algo hay que agradecerle a la lluvia que nos inundó en abril es que nos dejó un invierno sin restricciones energéticas. Las autoridades de UTE prefieren no imaginarse qué hubiera pasado si a este frío, se le sumara escasez de energía. Seguramente los usuarios seríamos víctimas de un nuevo aumento de tarifas. Según el vicepresidente del ente, Pedro Aurrecoechea, entre enero y julio se consumió un 23% más energía que en el mismo período de 2006 y 2005. El 9 de julio se rompió el pico de demanda histórico. El Parque Térmico Uruguayo generó 1557 megavatios. Quince días después se volvió a romper el récord: 1.602 megavatios a las 19.45. Además el ente superó otro registro y generó en un solo día 30 gigavatios.

Las autoridades de UTE aseguraron que el parque térmico nacional se encuentra en condiciones de atender toda la demanda de energía que se requiera en cualquier momento. Incluso con tanto frío.

El aumento del precio de los combustibles también se sintió en invierno. A comienzo de agosto, los combustibles aumentaron 5,5%. Ancap ya había ajustado los precios el 12 de julio un 3,8%. El supergás aumentó 6,2%. Pero a pesar del incremento en los precios, la demanda de supergás siguió creciendo. En Ancap se está cerca de superar los registros históricos del 2000. La empresa Ducsa distribuyó hasta el 15 de agosto 11.878 metros cúbicos de supergás, es decir un promedio de 700 metros cúbicos por día. Las cifras muestran volúmenes muy superiores a 2006. Julio fue hasta ahora el mes donde se registró el pico más alto de venta de supergas en el año: 967 metros cúbicos por día. Incluso la empresa debió salir a repartir fuera de fecha, dos domingos del mes. En julio de 2007 se vendió 75% más supergás que el mismo mes del año pasado.

En 2006 apenas llegaron a los 650 metros cúbicos diarios. Eso sin contar los inconvenientes surgidos para paralización de las tareas en la refinería de La Teja, que llevó a reducir las cargas de las garrafas de 13 kilos a ocho. Hubo problemas en el abastecimiento de clientes. El supergás escaseó y la demanda superó la capacidad de las empresas. Algunos repartos se vieron suspendidos. La crisis del supergás se cobró una víctima. El gerente general de Ancap Sergio Lattanzio fue cesado en el cargo por orden del ministro de Industria, Jorge Lepra.

Con el abastecimiento de supergas solucionado, sobrevino otro inconveniente. El frío no solo aumentó la venta de supergás, sino de estufas. Y a fines de julio lo que escaseó fue la garrafa. Las empresas distribuidoras Acodike, Riogas y Ducsa se quedaron sin garrafas de 13 kilos. Sólo podían reponer, pero no entregar nuevas. Actualmente la situación está superada y por ahora el reparto de garrafas volvió a la normalidad. Por ahora, parece que se llegó al techo de venta de garrafas.

La venta de leña también subió, estiman casi un 40%, y con eso, el precio que aumentó el kilo en casi un 10%. Las entregas también se vieron demoradas.

El invierno viene siendo beneficioso también para algunos comerciantes. La venta de electrodomésticos aumentó en supermercados, cooperativas y casas de electrodomésticos, según consta en una encuesta trimestral de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Uruguay. El relevamiento afirma que las condiciones climáticas favorecieron la demanda de calefactores. Y al aumentar la demanda, también aumentaron los precios de los electrodomésticos para calefaccionar en un 1,36%. Aumentaron en cambio los precios de los calefones eléctricos, las estufas a gas, los hornos y cocinas a gas, entre otros.

El frío también afectó a los productores rurales. Las zona más golpeada fue el norte del país, donde las temperaturas alcanzaron los 14 grados bajo cero a nivel del suelo. Las cifras del impacto de la helada en las producción agropecuaria tampoco están estimadas. La Dirección Nacional de la Granja evalúa la creación de fondos retornables para los pequeños productores más perjudicados. Todavía no se saben montos ni plazos.

Es que este invierno, todo está por evaluarse.

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