Las últimas bocanadas

Queda una cigarrería, un negocio cercado por la ley

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Dentro del pequeño local de la calle Colonia, el camino al mostrador es flanqueado por estanterías que van del piso al techo y que ofrecen tabacos, habanos y cigarros de todas las marcas y gustos, además de cualquier accesorio útil para fumar, ese hábito cada vez peor visto. Hojillas, pipas y soportes para pipas, boquillas, estuches, encendedores, ceniceros y hasta revistas para fumadores están en el inventario de este pequeño negocio familiar, último bastión de una especie en extinción.

Al fondo en el mostrador, el dueño del local, Mauricio Sánchez, recibe a los clientes de la cigarrería Embajadores. La tienda fue fundada hace más de 100 años por su abuelo y aún continúa en la familia. "Mi hijo vendría a ser la cuarta generación" dice Sánchez, señalando con un movimiento de cabeza a su hijo adolescente, quien lo ayuda con los clientes.

Aunque muchos almacenes o licorerías también venden tabacos o accesorios, allí la oferta es limitada. En una tabaquería el fumador puede encontrar todo lo necesario: "Brindamos un servicio completo" dice Sánchez. Por eso, es la última tabaquería de Montevideo.

Por política de la empresa, no venden tabaco nacional. Aunque parecen no tener claro cuál es el producto más requerido, las pipas y los tabacos aromáticos se venden muy bien, dice Sánchez mientras comparte el aroma a vainilla de uno de sus productos. El precio de las pipas, al igual que el de todos sus productos, va de lo económico a lo caro, dependiendo de la calidad. La pipa más cara sale 11.000 pesos, el mejor habano 1.300, y el paquete de 50 gramos del tabaco de mejor calidad 350.

Si bien el negocio se mantiene (en los 30 minutos que estuvo allí Qué Pasa ingresaron cinco interesados), requiere un esfuerzo excepcional. Los clientes son pocos, lo que permite conocerlos mejor. Cuando entran, muchos saludan a Sánchez por el nombre y por lo general, él ya sabe lo que vienen a comprar. Uno en particular saluda: "¿Cómo le va jefe?". Y directamente reclama el descuento reservado a clientes regulares.

Algunas situaciones coyunturales ayudan. Por ejemplo, últimamente se vendieron muchas nargüilas, también conocidas como shishas, las pipas de agua de Medio Oriente: están de moda entre los adolescentes y sirven también como decoración.

La política antitabaco promovida por el gobierno anterior obviamente repercutió en el negocio. Sánchez no fuma, y si bien no rechaza la intención de fondo de las políticas, está en desacuerdo con algunas medidas particulares. Por ejemplo, considera un error equiparar los cigarrillos con el tabaco suelto, ya que, dice, fumar en pipa es menos perjudicial.

Para evitar la compra compulsiva de cigarrillos, se ha prohibido que estén a disposición del público, y por ello, en los supermercados se pagan en caja y después se retiran en atención al cliente.

Según Sánchez, ahora se pretende ir un paso más allá y prohibir que estén a la vista. Y le preocupa que esto se aplique a todos los productos de tabaco. "Si eso llega a salir ¿Qué hacemos? Tenemos que poner un nylon negro en la vidriera, como si vendiéramos unas Playboy", comenta inquieto, mientras de fondo su hijo se queja, porque de aprobarse esta medida, de afuera el local va a terminar pareciéndose, dice, a un sex shop. (FRANCISCO MARQUES)

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