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Gobierno estudia plan para profesionalizar la enfermería, subir los sueldos y bajar el multiempleo

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auxiliares de enfermería

LA HORA DE LA ENFERMERÍA

Aunque creció la matrícula en las facultades de Enfermería, preocupa el déficit de personal calificado. Apenas 20% está licenciado. Entre los auxiliares, los sueldos bajos empujan al multiempleo.

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Podría ser que la pandemia despertó la empatía por el otro, lo que en los pasillos de los sanatorios llaman “un romanticismo por el cuidado”. O tal vez haya una explicación más pragmática: en tiempos de sobrecarga, el sistema de salud necesita más manos y en ese contexto estudiar enfermería equivale a una inserción laboral segura y rápida. Como sea, el último año la matrícula en la Facultad de Enfermería de la Universidad de la República creció 50% y alcanzó un récord. Pasó de 360 ingresos en 2013, a unos 2 mil.

Algo similar sucedió en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica del Uruguay (UCU). Las 11 carreras que la integran registran un aumento sostenido desde hace al menos cuatro años y se posicionan con el 44% del total de las nuevas inscripciones de la institución. “De todas ellas, Enfermería se destaca”, dice el decano Augusto Ferreira.

En tanto, entre las escuelas del sector privado, que únicamente están habilitadas para formar auxiliares, se dieron situaciones distintas. De las 48 que existen distribuidas en todo el país, algunas cerraron debido a la crisis económica que provocó el covid, pero otras crecieron más que nunca. Entre todas están formando a unos 7 mil alumnos por año, informan desde el Plenario de Escuelas de Enfermería.

A días de abrir las inscripciones nuevamente, los centros de estudios pronostican que la historia se repetirá y alcanzarán una matrícula todavía mayor. Esto para la enfermería uruguaya es una excelente noticia, un respiro que alivia en medio de un panorama de alerta que preocupa a las autoridades sanitarias.

simulación clínica

Escuelas de auxiliares prueban alta tecnología

Desde el Plenario de Escuelas de Enfermería que forman auxiliares, Alejandro Sención, doctor en investigación bioquímica y representante del colectivo, dice que el impacto de la pandemia provocó el cierre de algunas escuelas y el auge de otras, especialmente de las que incorporaron alta tecnología, como la simulación clínica. “Es una herramienta que se usa a nivel internacional y uno de sus fines es evitar el error y bogar por la seguridad del paciente”, aclara. Según explica, se usan estrategias por las cuales se imitan entornos reales desde ámbitos prácticos y luego, mediante el registro de materiales audiovisuales y una cámara Gesell, se detectan y analizan los errores. A fines de diciembre, la diputada de Cabildo Abierto, Silvana Pérez, presentó un proyecto de ley para que el sistema educativo incorpore programas de simulación en sus planes de estudio, y promover investigaciones en la materia.

“Lo comparo con una prueba de esfuerzo. Cuando te hacés un electrocardiograma por ahí las cosas no se ven, pero en la prueba de esfuerzo saltan muchas que no se percibieron antes. En este caso pasó lo mismo: con el covid saltaron todas las alarmas de las debilidades del sistema sanitario y en nuestro país la enfermería está siendo un problema”, plantea Mercedes Pérez, decana de la Facultad de Enfermería.

Mucho antes de que el virus provocara agujeros en las dotaciones de los prestadores de salud, un censo realizado en el colectivo de enfermería en 2013 y una encuesta en 2014 ya advertían importantes deficiencias en la cantidad y calidad del personal que —como se explicará más adelante— estarían afectando la calidad de los servicios. “La enfermería en el Uruguay se caracteriza por un déficit de gran magnitud de licenciados, una masa importante de auxiliares con heterogeneidades importantes en la calidad de su formación y un perfil de competencias desactualizado”, concluye un informe de la Comisión Nacional Asesora de Enfermería (CONAE) al que accedió El País.

Cuatro a uno.

La historia reciente de la enfermería en nuestro país es intrincada. En cuanto a la formación, cambió repetidamente de institucionalidades hasta afianzarse 17 años atrás como una carrera de la Universidad de la República. El punto de inflexión surge a partir de la creación en 2005 de la CONAE, cuya misión es definir políticas para desarrollar la enfermería y asesorar al Ministerio de Salud Pública (MSP) al respecto.

enfermeros
El 80% de los enfermeros son auxiliares y solo el 20% son licenciados.

La CONAE está integrada por los actores más representativos del ámbito asistencial, académico y gremial. ¿Qué pasaba antes? “Eran colectivos dispersos, sin coordinación. Cada uno resolvía desde su feudo como podía y como quería, sin que hubiera una visión global de la profesión”, dice una fuente desde el ministerio.

La comisión puso la lupa en las cifras. Los números del Sistema de Habilitación y Registro de Profesionales del MSP dicen que tres de cada 10 trabajadores de la salud son enfermeros: 34.453 personas. Suena a una cantidad sólida, pero no es suficiente. La distribución territorial se concentra en Montevideo. La carencia de personal se siente especialmente en el primer nivel de atención, es decir donde las autoridades confían que pueden resolverse el 80% de los problemas de salud.

En la enfermería uruguaya, el 83,6% son mujeres y el 16,4% hombres. Predominan los jóvenes. Del total del personal 27.734 son auxiliares y 6.719 licenciados. Este es un dato clave: solo el 20% de los enfermeros tiene los conocimientos de la formación universitaria. Esta “desproporción excesiva” ha sido señalada por distintos organismos internacionales.

Es que hay “dos escalones” en la enfermería. La carrera universitaria de la que egresan licenciados (o nurses, como se les decía antes) insume cuatro años y medio. Al culminar, se pueden hacer posgrados, maestrías y doctorados (que por ahora no están disponibles en Uruguay). A los dos años de cursar, el estudiante obtiene el título intermedio de auxiliar de enfermería, con la intención de que pueda ingresar al mercado laboral. A su vez, se puede estudiar directamente para ser auxiliar. Las escuelas que forman auxiliares establecen como únicos requisitos la mayoría de edad y tercer año de liceo aprobado; algunas cuarto. La cuota mensual oscila entre los 3 mil y 5 mil pesos, informan desde el plenario que las agrupa.

“En el resto del mundo la proporción entre auxiliares y licenciados es al revés: la inmensa mayoría son enfermeros profesionales. Acá la relación es de cuatro auxiliares por un licenciado. Si no se revierte, el sistema de salud no brinda el nivel de cuidados que debe brindar”, plantea Ferreira, el decano de la UCU y presidente de la CONAE.

Desde la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), la licenciada adjunta a la Gerencia General, Inés Lavega, explica que la principal diferencia está en que en la mayoría de los otros países “el auxiliar no hace tareas asistenciales con el paciente, si no el licenciado”. ¿Por qué esto implicaría un riesgo? “Porque les faltan los conocimientos que les da la formación universitaria. Está estudiado que en servicios manejados solo por auxiliarles hay una alta tasa de complicaciones sanitarias que no deberían pasar”, plantea Blanca Fernández, la presidenta de la Asociación de Nurses del Uruguay (ANU).

Aunque la ley de enfermería (2011) regula la actividad, y su reglamentación (2014) define las competencias para los licenciados y para los auxiliares, la realidad es que ante la carencia, la mayoría del personal licenciado realiza tareas de gestión y no de asistencia al paciente, ni de enseñanza ni de investigación como está previsto. En ocasiones, la falta de licenciados impide que los prestadores de salud cumplan con las dotaciones establecidas para algunos servicios del tercer y segundo nivel de atención.

Mercedes Pérez
Mercedes Pérez, decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de la República. Foto: Leo Mainé

“Un licenciado puede tener a cargo entre cuatro y seis usuarios en cuidados intensivos, y se supone que debería hacer la asistencia directa al más grave de ellos, pero a veces esto es imposible porque tiene más pacientes a cargo. Lo mismo pasa en las salas de cuidados convencionales. Hay instituciones que no pueden respetar las dotaciones porque no hay personal suficiente para dar la cobertura”, indica Lavega desde ASSE, que emplea a 2 mil licenciados y a 9.400 auxiliares.

Este panorama empeora en el primer nivel de atención. Además de que aún falta definir su dotación, “hay déficit de personal y encima de todo hay una distribución muy heterogénea y desigual en el interior del país: en el interior no conseguís enfermeros”, lanza Lavega.

En resumen, varios servicios disponen de auxiliares haciéndose cargo de competencias para las que no están preparados y en algunos casos sin un licenciado que los supervise de forma directa. Las consecuencias de esta situación constituyen el eje del reclamo que viene expresando el Sindicato Único de Enfermería, integrado por auxiliares.

Sin pausa.

Un sanatorio, una policlínica, una emergencia, una ambulancia. “¿Quién está ahí las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días del año?”, repiten quienes trabajan en enfermería.

Ahora una historia: “Yo soy jefe de enfermería de una emergencia y recuerdo que una vez le llamé la atención a una auxiliar porque no tenía el uniforme de la institución. Era una mujer que parecía mayor de la edad que tenía, estaba avejentada. Entonces me contó que era madre soltera. Que tenía tres trabajos como auxiliar. O sea que cada día, trabajaba 18 horas. Este era el último turno y no había llegado a tener a tiempo el uniforme limpio. Empecé a preguntarles a las otras auxiliares cuánto trabajaban y vi que esta historia se repetía”.

sindicato único de enfermería

"Estamos trabajando por fuera de la ley"

Alejandro Montero está al frente del Sindicato Único de Enfermería, compuesto mayoritariamente por auxiliares. Dice que su caso es una muestra de las condiciones laborales del sector que integra: tiene tres trabajos, sus jornadas dentro de los servicios de salud son de 18 horas diarias. El sindicato que dirige es joven y congrega cerca de 2 mil socios. Si bien no tiene representación dentro de la Comisión Nacional Asesora de Enfermería, ha conseguido una gran presencia mediática y visitaron a distintos legisladores planteando el principal de sus reclamos. “Estamos trabajando por fuera de la ley”, lanza. Tal y como lo ve este gremio, la reglamentación de la ley que regula al personal de enfermería enumera las tareas del licenciado, “que son de carácter profesional, acordes a su nivel de formación, que es universitario”. El asunto es que dentro de esas 53 competencias detalladas para el licenciado, habría 27 que según Montero “los auxiliares compartimos con los licenciados en el día a día”. De esas 27, a su vez, habría siete que son “netamente asistenciales”. ¿Por ejemplo? “Cualquier tipo de procedimiento invasivo o que te administre un medicamento. Nosotros no podemos dar ni una pastilla, pero en la práctica eso es lo que pasa”, denuncia. “El asunto es que como falta personal profesional, si nosotros cumplimos con la ley y no hacemos esas tareas se paraliza el sistema”. La norma indica que el auxiliar “debe actuar bajo la supervisión del licenciado” y que realizará las tareas asistenciales “delegadas por el licenciado”. “Pero la reglamentación de la ley no aclara que el licenciado será responsable legal por el paciente en todos los casos y tenemos situaciones de compañeros que han sido formalizados tras el fallecimiento de un paciente debido a que realizaron una tarea que por norma no les corresponde”, dice Montero. Según la lectura del sindicato, “una competencia específica de un nivel profesional no podría ser delegada a un nivel inferior de capacitación”. Sobre esto han consultado a distintos abogados, algunos coinciden con ellos y otros no. “Pero mientras lo interpretamos en el medio hay más de 30 mil trabajadores que día a día trabajan sin saber la normativa vigente en el país, jugados a lo que les pueda pasar por realizar tareas para las cuales no tienen formación”, plantea.

Según información del MSP, en la enfermería se registra 30% de multiempleo, aunque desde el sindicato conformado por auxiliares dicen que sería el doble.

La pregunta de fondo es por qué la mayoría apuesta a un título intermedio en vez de a la licenciatura. “El gran problema es que no hay casi diferencia entre los salarios. Una licenciada cobra poco y el auxiliar un poco menos”, resume Pérez. Según el último laudo, el licenciado cobra unos 40 mil pesos nominales, mientras que el auxiliar, de acuerdo al grado, entre 36.400 y 30 mil pesos nominales. “Son de los sueldos más bajos de la salud”, indica una fuente del ministerio.

A su vez, debido a la exigencia del trabajo, los turnos en enfermería son de seis horas. La suma de ambos elementos provoca que entre auxiliares y licenciados se acumulen dos o tres trabajos, lo que hace casi imposible que tengan un día libre. “Requiere de mucha empatía, pero a la larga desgasta porque las situaciones muchas veces son complejas, de mucha presión. Es agotador. Muchos enfermeros sufren burn out”, describe la decana.

Entonces, ¿en qué condiciones está esa persona junto a nuestra cama que nos asiste cuando llega el peor momento?

Plan de cambio.

En el país de m’hijo el doctor, la enfermería ha permanecido en un segundo plano, “es un tema cultural”, opinan desde la CONAE. “Los sueldos se han mantenido bajos porque no somos sindicatos con fuerza. Hay un individualismo que caracteriza a la licenciatura en enfermería porque trabajamos apagando incendios y eso no te permite ocuparte de nada más”, dice Fernández, de la ANU.

CONAE
Integrantes de la CONAE junto al ministro Daniel Salinas.

Gustavo Giandre, de la Federación de Funcionarios de Salud Pública, enfermero desde hace 37 años, plantea que la vorágine del trabajo “hace que no termines la carrera una vez que te absorbe el mercado laboral”. A eso se le suma que, la mayoría de los prestadores, “aunque tengas una especialidad no te la retribuyen económicamente”. Entonces, ¿qué motiva la profesionalización?

Aun en este escenario, en julio de 2020 una encuesta arrojó que unos 10 mil auxiliares estarían dispuestos a terminar la carrera. En la actualidad, hay varios que ya lo hacen —este programa tiene 300% de crecimiento en la UCU— y en ese sentido, ASSE tiene un convenio con el Consejo de Educación Secundaria para que los auxiliares que no terminaron el liceo lo hagan mediante planes especiales, con el fin de acercarlos a la universidad. “Es hora que desde la parte institucional se facilite la formación, premiando, motivando y flexibilizando”, dice Lavega.

Toda esta problemática es el corazón del Plan Nacional de Desarrollo de la Enfermería que elaboró la CONAE. A su vez, acaba de culminar el proyecto de Diálogo Político de Enfermería estimulado por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, que tienen los ojos puestos sobre las necesidades de la enfermería. El resultado del proyecto es un nuevo insumo que la CONAE presentará a las autoridades. “Necesitamos generar el desarrollo de políticas en enfermería”, insiste Ferreira, al frente de la CONAE, y quien asesoró al presidente Luis Lacalle Pou en temáticas de salud durante la campaña electoral.

El ministro Daniel Salinas se ha mostrado “receptivo” y “atento”, incluso más que jerarcas de administraciones pasadas, plantean integrantes de la comisión. El subsecretario de Salud, José Luis Satdjian, confirma que se está trabajando en “profesionalizar la enfermería, lo que incluye adecuar normativa vigente, fortalecer la educación permanente y tomar acciones para disminuir el multiempleo”. Para que el asunto realmente tome relevancia, representantes de la CONAE también se reunieron con los integrantes de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados y la de Senadores.

Daniel Salinas
Ministro de Salud Pública Daniel Salinas.

Dentro de las siete líneas de trabajo que proponen, Ferreira plantea concentrarse en tres prioridades. La primera es lograr la profesionalización de los auxiliares que ya están ejerciendo. Para el año 2030, quieren aumentar en un 60% la disponibilidad de licenciados.

Luego, la definición y reglamentación de las dotaciones del personal para todos los servicios de salud. “Yo tengo en la mira que Uruguay tiene que tener un decreto de dotación de servicios para todos los niveles. Ese decreto debe ser flexible, adaptándose a la realidad de la cantidad de profesionales disponibles, podría ser progresivo para darles tiempo a los prestadores de salud”, dice Ferreira.

En tercer lugar, proponen la necesidad de crear cargos de tiempo completo. “Con más carga horaria, mejor pagados, donde puedan desarrollar (también de forma progresiva) las cuatro dimensiones del rol de la licenciada”, dice Ferreira.

¿Cómo financiar este plan? “Hay varias estrategias, la profesionalización o cumplimiento en la dotación podrían estar prendidos a una meta asistencial, o a lo que el Fonasa les paga a los prestadores, o podrían redistribuirse los recursos”, plantea el presidente de la CONAE. Es consciente de que debe acompañarse de un incremento en los salarios, lo que va a generar resistencias.

“Está demostrado en el mundo que invertir en la profesionalización de la enfermería genera ahorros en el sistema de salud, disminuyendo la morbimortalidad de los pacientes”, plantea. Por ejemplo las infecciones o las caídas de los usuarios; son indicadores de calidad asistencial que en nuestro país solo algunos miden y “los que lo hacen no lo difunden”, indica una fuente del MSP. “Con una enfermería profesional y las dotaciones correctas se van a reducir los eventos adversos. Habrá menos infecciones, menos escaras, menos mala praxis y menos días de estadía del paciente internado. ¿Tenés una idea de la cantidad de dinero que esto le significa a los prestadores? Es impresionante la cantidad de dinero”, dice Ferreira.

En la CONAE confían en que el 2022 será un año clave. Tal vez así, en pleno auge de las carreras de tecnología, con trabajo remoto, sueldos en dólares y premios de todo tipo, la enfermería levante cabeza. Dice Gianre, desde la Federación de Funcionarios de Salud Pública: “Hay carreras mejor pagas, con días libres, vacaciones largas. Enfermería tiene un montón de dificultades; trabajás los domingos, no existen los feriados, perdés la noción entre el día y la noche, pero el brindarse por el otro te da algo distinto. Cuando un paciente te agarra la mano y te mira con los ojos vidriosos, estar ahí te da una satisfacción que nadie desde atrás de una pantalla va a poder sentir”.

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