El programa de Martin Lorentzon y Daniel Ek, Spotify, se baja en un santiamén. Una vez instalado, basta poner el nombre de una canción y voilá: aparece la original y todas las versiones que se hayan grabado de ella. No hay que bajar nada más, no hay que esperar ni pagar. Spotify estaba pronto en 2002, pero recién hace tres años empezó a funcionar, luego de largas negociaciones con los principales sellos discográficos y editoriales musicales. El servicio, por supuesto, no es el único que ofrece música de manera legal, pero según los entendidos es, hasta ahora, el mejor. Hasta hoy, sólo europeos pueden acceder a él, pero pronto será global. Y la computadora será la rockola más grande del mundo.