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¿Descuido o mala suerte? Treinta y Tres se debate entre el enojo y la solidaridad hacia médicos y enfermeros

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Propagación del virus

Las autoridades dicen haber previsto esta situación extrema y aseguran que se cumplieron los protocolos, pero hay olimareños que desconfían y acusan al personal de salud enfermo de irresponsables.

La huella de este enemigo invisible se percibe en cómo suena la ciudad. El ruido de los niños yendo y viniendo de las escuelas, jugando en las plazas, haciendo mandados con sus familias; eso ya no está. De nuevo, eso ya no está. En Treinta y Tres, casi todos pensaban que la batalla estaba ganada. Pero no.

Se habían retomado las clases y los comercios habían vuelto a abrir, aunque con horarios más breves y menos empleados. Incluso estaba previsto que el sábado pasado abriera una discoteca. Mientras tanto, los cumpleaños se estaban festejando otra vez y el parque del río Olimar congregaba a decenas de vecinos. Según el relato de varios pobladores, alguna que otra noche los jóvenes llevaban parlantes y hasta habían organizado un baile. Más tarde, sin un lugar para reunirse, deambulaban en grupos.

La Policía hacía sus rondas exhortando a que se evitaran las aglomeraciones, y en una oportunidad, ante una denuncia, tuvo que intervenir en una celebración masiva en una casa. Una vecina minimiza la efectividad de estos operativos: “O escuchaban el parlante y no pasaba nada, o se movían del lugar y seguían con la aglomeración en otra parte”. En cambio, el jefe de Policía, el general Gustavo Silveira, asegura que este patrullaje se repetía en los tres turnos y siempre logró su meta.

Tras el susto del desembarco de la pandemia en marzo pasado, y luego de un brote de 12 casos positivos a fines de abril —en su mayoría “importados” de Brasil, a través de un grupo de obreros que había venido a trabajar en una fábrica de cemento—, los olimareños reconocen que se permitieron “cierto relax” en los cuidados preventivos, “pero no más que en otros lugares del país”, señala la periodista Laura Vaz.

sindicato policial denuncia demora en cumplimiento de protocolo

Policía y sanatorios tienen menguado el número de funcionarios, ¿esto afectará a los servicios?

Carlos Costa, dirigente sindical, denunció que el Jefe de Policía de Treinta y Tres no cumplió con el protocolo cuando un oficial manifestó que había tenido contacto con un caso positivo y posteriormente se sintió mal. También reclama que existió demora en el aislamiento de quienes estuvieron en contacto con él. En cambio, el jefe Gustavo Silveira descarta la acusación y aprovecha para asegurar que a pesar de la treintena de oficiales que están en cuarentena, el servicio no está menguado debido a que el número de custodias por violencia doméstica son muy pocas. Por otro lado, el director departamental de Salud, José Quintín Olano, señala que se organizó un plan integrado por todos los centros de salud para aprovechar los recursos humanos y logísticos en conjunto. Explica que la ocupación de los sanatorios y el hospital es inferior a la habitual en esta época del año debido al éxito de la campaña de vacunación contra la gripe. En 10 días fueron vacunadas 15.000 personas. En las próximas semanas se inaugurará un CTI en el hospital público con ocho camas; hasta ahora el departamento cuenta con seis plazas en el Instituto Asistencial Colectivo. 

Por las calles, muchas veces, se circulaba sin usar tapabocas y distintos testimonios coinciden en que solamente algunos comercios lo exigían para ingresar.

Apenas 10 días atrás, la línea 0800 que centraliza las consultas de quienes tienen síntomas en el departamento había dejado de sonar, y tampoco había ningún paciente con un cuadro respiratorio internado. El país iba en cuenta regresiva en el número de personas que cursaban la enfermedad (12, hasta el jueves 18 de junio) y se habían celebrado los cero contagios, pero se volvió a encender la alarma.

Al cierre de esta edición, eran 59 los casos activos en Treinta y Tres, sobre un total de 80 a nivel nacional, y se registraban más de 460 personas en cuarentena. “El número de pacientes sospechosos ha crecido pero no exponencialmente. Por lo general los contactos nuevos a los que llegamos ya estaban en cuarentena por su vínculo con otro infectado. Esto sucede porque el virus se ha mantenido en un círculo relativamente concreto”, dice el ginecólogo José Quintín Olano, director departamental de Salud.

Todavía no se determinó cuál fue el primer caso. Olano tiene sus sospechas, pero no quiere compartirlas. Dice que, si bien el primer diagnóstico que trascendió fue el de una nurse del Instituto Asistencial Colectivo (IAC) —que además es la subdirectora del hospital público—, él no descarta que haya sido un paciente o un acompañante.

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Centro comercial e industrial de Treinta y Tres y la Sociedad Fomento recaudaron US$ 10.000 para hacer donaciones, por ejemplo al Batallón. Foto: Andrés Fernando Costa.

La Dirección Departamental de Salud está centralizando una exhaustiva investigación con la colaboración del resto de los centros asistenciales y un centenar de voluntarios. Por el momento se realizaron más de 1.100 hisopados en los domicilios de los sospechosos.

Replicando la estrategia aplicada en Rivera, el plan es realizarles el test rápidamente a todos los contactos y aislarlos por precaución. En base a los positivos, rastrear a esa nueva tanda de contactos; y a los que arrojaron un primer resultado negativo, repetirles el examen unos días después.

En cuanto a los tests aleatorios, si bien no se decidió cuál será el camino a seguir, Olano anticipa que quiere analizar a los usuarios de casas de salud y hogares (unos 170) y a los choferes de taxis, quienes en una ciudad sin ómnibus tienen un vínculo fluido con los vecinos.

Pero no todo es empatía en Treinta y Tres. Como el brote se concentró en un grupo de médicos, nurses, enfermeros y auxiliares —extendido a los pacientes, los acompañantes y los familiares de todos ellos—, parte de la sociedad se enfureció. Algunos pobladores trazan sus propias hipótesis y les recriminan a los cerca de 40 trabajadores de la salud infectados no haberse cuidado como era debido.

De guerreros a culpables.

Si hubo gente que unos meses atrás compartió la dirección de los obreros brasileños con Covid-19 e incitaba en redes sociales a tirarles piedras para que se fuera del departamento, ahora se está dando una “caza de brujas” bastante parecida cuyas víctimas, hasta hace poco, todos aplaudían y consideraban héroes.

Ya no.

“Es como que el virus no debía estar en Treinta y Tres: se trajo y es la culpa de otros”, dice el periodista Ariel Denis. El nuevo Peñarol – Nacional son “los enojados” contra “los solidarios”. Los primeros se expresan en redes sociales, en programas de radio y en audios de WhatsApp, que los enfermos reciben con tristeza.

“Hay una cuestión muy monotemática de hablar solo de esto y con un manejo no chequeado de la información: cada uno tiene su versión de cuál fue el primer caso”, complementa Vaz.

Esta sensación de desconfianza hacia los centros de salud y su personal se incrementó desde que los medios locales dejaron de recibir las cifras por parte de las autoridades departamentales y son comunicadas por el Sistema Nacional de Emergencias. “Entre vecinos circula la certeza de que hay más casos positivos, pero que las autoridades los comunican a cuentagotas para no generar temor”, dice una enfermera. Días atrás los rumores también aseguraban que una paciente había ingresado al CTI, y era falso.

En el departamento hay tres mutualistas y un hospital público, que de acuerdo a comentarios anónimos mantienen una relación un tanto conflictiva entre sí. Es habitual que el personal sea compartido por una o más instituciones. Por eso el brote se expandió rápidamente, y esto generó una reducción considerable del número de funcionarios activos en el servicio de ASSE y en el IAC, el sanatorio donde se originó el brote y el que tiene más positivos  —incluido su director, el internista Gonzalo Zipitría.

Del otro lado del teléfono, a este médico se lo escucha congestionado. Dice: “Desde hacía tres meses habíamos imaginado este posible escenario. Nos preocupaba el contagio en residenciales de ancianos y entre el personal de la salud. Era lo peor que podía pasarnos, pero teníamos un plan de contingencia listo y por eso el servicio está reforzado para no descuidar a los pacientes con y sin Covid-19”.

La profesional infectada había viajado a Montevideo y también al Chuy. “En Treinta y Tres tenemos una situación particular. Primero, el personal compartido funciona inevitablemente como un gran difusor, pero también atravesábamos una etapa de desconfinamiento progresivo y es una realidad que estamos cerca de la frontera. Muchos ciudadanos se desplazan hacia Yaguarón y el Chuy a hacer compras por una cuestión de precios —es una tradición cultural—, y en Brasil hay muchísimos casos y con una carga viral muy grande. Esto que estamos viviendo era una posibilidad y hubiera sido muy ingenuo pensar que no iba a suceder”, dice.

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Equipos médicos de departamentos vecinos llegaron a Treinta y Tres y aportaron varios móviles. Juntos realizaron más de 1.200 hisopados en domicilios. Foto: D.F.Costa

Sin embargo, la parte enojada de la sociedad considera que el rebrote era evitable y acusa al personal de salud de “haber roto el protocolo”, de “inconsciencia” y de “desobediencia a las normas”.

No se refieren únicamente a los traslados que habría hecho la nurse, sino a distintas versiones que circulan en grupos de WhatsApp y que los vecinos cuentan en las radios. Para este informe, se relevaron historias que aseguran que en al menos tres de los cuatro centros de salud hubo pacientes que fueron atendidos por personal que no usaba tapabocas, tanto médicos como auxiliares y recepcionistas.

Zipitría escucha los relatos y responde que no le consta ninguna infracción; a Olano tampoco. “Desde el principio aplicamos un plan de cuidado máximo”, dice. Sin embargo, el hecho de que al menos 17 de los trabajadores del IAC tengan Covid-19 y hayan contraído el virus pacientes que estaban ingresados por otras patologías, provocó que un sector de la sociedad “les hiciera la cruz”.

“Esto es como un duelo. Tras el fallecimiento primero viene el shock y después rápidamente se busca al culpable. Es muy simple cargarle la culpa a una funcionaria, a todo el personal de la salud o a una institución. Pero los funcionarios de la salud vivimos en la sociedad y esta infección está circulando; ninguno está ajeno de responsabilidad”, opina Zipitría.

En tanto, Olano, el director de Salud —que además es funcionario del IAC, y también es precandidato a la intendencia por el Partido Nacional—, sostiene que el contagio pudo haberse dado en los ratos libres, “en un momento de descuido”, porque “las medidas de protección se cumplieron durante las jornadas laborales”.

Es optimista en cuanto a la efectividad del rastreo y el progreso del foco. Más allá de que pronostica que habrá más casos positivos, tranquiliza: “Verdaderamente estamos captando a los sospechosos y a los positivos. Esto es una carrera de velocidad, el virus intenta contagiar a mis espaldas y yo intento aislar a los que el virus usa para contagiar. Lo que debo hacer es ir más rápido que el virus”.

Destino en rojo.

Con las clases otra vez suspendidas, la atención en policlínicas puesta en pausa, sin ferias barriales y con las actividades de esparcimiento canceladas por la intendencia, las calles del departamento volvieron a vaciarse.

Los olimareños se comparten entre sí fotos de los municipales desinfectando la vía pública; de los tanques de guerra que el Ministerio de Defensa colocó como parte de la estrategia de vigilancia epidemiológica en cinco vías de acceso al departamento, y una caricatura del artista Cristian Moreira titulada “Covid Park”, que emula el logo de la película Jurassic Park y muestra a un monstruo verde que ataca una camioneta Land Rover estilo Safari, idéntica a la que conduce Olano.

Darío Mariño, del plenario departamental del Pit-Cnt y trabajador de Antel, sale cada día a repartir telegramas y notó que últimamente el ambiente en la ciudad se parece al de una sucesión de feriados. “Se ve a poca gente y se circula con tapabocas, esta vez no solo para hacer pinta”, dice.

Por el momento el miedo al contagio no atiborró las farmacias, ni se incrementó la venta de alcoholes, guantes o medicamentos. El artículo de moda es la alfombra sanitaria y la gran novedad es que algunos supermercados les toman la temperatura a los clientes para ingresar.

En estos tiempos cada vez menos visitan Treinta y Tres. Las empresas de transporte Rutas del Plata y Núñez mantuvieron sus frecuencias, pero los ómnibus parten con menos asientos ocupados.

Karina Escobar extraña los días ajetreados en el hotel más grande de la ciudad. Únicamente cuatro de las 61 habitaciones están ocupadas y los huéspedes ni siquiera bajan para comer en el restaurante: piden room service. Detrás de una mampara que limpia asiduamente, Karina está sola en la recepción. La mayoría de los empleados están en seguro de paro y sin viajantes, ni vendedores, ni visitadores médicos, ni veterinarios, ni técnicos de forestación, ni los arroceros que habitualmente se hospedan allí, las jornadas le parecen interminables.

Además del presidente Luis Lacalle Pou, el secretario de Presidencia Álvaro Delgado y los ministros de Salud y Defensa y el presidente de ASSE, la semana pasada a Treinta y Tres llegó un camión del Ministerio de Desarrollo Social con 1.000 canastas.

Alejandro Sciarra, director nacional de Gestión Territorial, aclara que responde a un crecimiento de la demanda y a una proyección basada en la experiencia de Rivera. “Por la suspensión de las ferias, la población que vive del ingreso del día a día dio una marcha atrás”, plantea. La informalidad en este departamento ronda el 32%.

Para ayudar al equipo local a que los vecinos no se movilicen, el personal de las oficinas de Melo y Cerro Largo se trasladó al departamento y juntos entregan las canastas en los domicilios. Esta asistencia se suma a las 500 que ya habían arribado en marzo para complementar la tarea de las ollas populares y el comedor municipal, donde se alimentan unos 1.800 olimareños.

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Ministerio de Desarrollo Social entregó 1.000 canastas de alimentos. Foto: D.F. Costa

Desde la pandemia, 3.671 personas reciben cupones para retirar canastas en Treinta y Tres; $ 6.800.000 se transfieren mensualmente a los beneficiarios de la Tarjeta Uruguay Social (incluyendo la recarga para sobrellevar la crisis fruto del virus), mientras que otros $12 millones son depositados para cubrir las asignaciones familiares de unos 3.600 hogares.

Es que la pandemia se ensañó con uno de los departamentos con mayor porcentaje de hogares pobres.

La gran comunidad.

A Luciana Alfaro, presidenta del Centro Comercial e Industrial, el teléfono no para de sonarle. La campaña “Olimañeros” que idearon junto a la Sociedad Fomento propuso en sus dos primeras fases la recaudación económica de empresas y ciudadanos con el fin de realizar donaciones al Comité de Emergencia. Reunieron US$ 10.000.

Adquirieron 30 termómetros digitales. El plan inicial era tenerlos para realizar controles en ferias y en rutas, pensando en una eventual contingencia, pero de una semana a la otra “cambiaron drásticamente los planes” y resultó que estos eran los únicos disponibles en el departamento. Son los que ahora utilizan los militares.

También se compró material para confeccionar 2.000 tapabocas, y 1.500 bolsas de residuos y dos máquinas selladoras para hacer túnicas descartables.

En las llamadas que recibe, Alfaro toma nota de las necesidades y gestiona su compra o donación. El jueves pasado adquirió más de 30 metros de alfombra sanitaria y 500 litros de amonio cuaternario a pedido del batallón para desinfectar los autos que ingresan. “También conseguimos que empresas donaran a modo de préstamo generadores para llegar al cuartel, donde hay una treintena de soldados en cuarentena. Conseguimos fumigadoras, baños químicos y la donación de 200 canastas de alimentos”, cuenta Alfaro.

Este es otro indicio del costado solidario de la población. “Estamos actuando como una gran comunidad”, resume la empresaria. El siguiente paso es la recaudación de alimento no perecedero, y están preparando una estrategia para conservar los puestos de trabajo apoyando a las pymes a través de los préstamos de la Agencia Nacional de Desarrollo.

Es que Treinta y Tres suele ocupar el “podio malo” en el índice de actividad, con un promedio inferior al nacional. Y según información proporcionada por los representantes de los trabajadores en el Banco de Previsión Social, desde aquel viernes 13 en que llegó la pandemia se recibieron 808 solicitudes al subsidio de desempleo (159 por despidos).

Para Olano, el precandidato que no se permite “pensar ni dos segundos” en hacer campaña, la actitud ahora debe ser concentrarse en no salir para que el virus no gane terreno.

Es difícil.

Lucía Costa, maestra jubilada y directiva de la comisión que gestiona el hogar de ancianos, cuenta que desde marzo está sola en la casa con su perro. “Estaba contenta de que pronto iba a retomar las clases de pintura y podría visitar el hogar, y de golpe estamos peor que nunca. Lloré toda una mañana. Pero me dije, basta, ponete las pilas porque esto también va a pasar. Y se me fueron las lágrimas”.

dolidos

Carta pública de una auxiliar de enfermería que respondió a las críticas

“Cuando nos enteramos de un caso nuevo, no se pregunta cómo está la persona:se quiere saber quién es, dónde trabaja, quiénes son sus padres; no con la intención de comprobar si tuvo un contacto contigo, sino para averiguar qué estuvo haciendo”, dice una vecina enojada con la estigmatización que está viviendo el personal de la salud infectado. Tona Saravia, presidenta del sindicato del Instituto Asistencial Colectivo, se refiere a la nurse que hasta ahora es la identificada como el primer positivo del rebrote en Treinta y Tres como “la carmelita”. Como sigue trabajando en su horario habitual, para no arriesgar la salud de su marido, Saravia se quedó sola en su casa y cada mediodía pasa por lode su suegra, donde su marido la espera con la comida pronta. Por la ventana le entrega una vianda y ese es el único contacto que tienen. Luego de contar cómo es su rutina cotidiana afectada por la pandemia, recomienda leer una carta que una auxiliar de enfermería que contrajo el virus compartió en redes sociales. Dice: “Cuando vayas a consultar a emergencia o estés internado o por entrar a cirugía, preguntate antes si hiciste las cosas bien. Preguntate si te duele “el costado” porque tomaste Coca Cola, o comiste un asado con grasa, o te tomaste un whisky el fin de semana. Preguntate si tu pico de presión y tu diabetes será por tu obesidad. Preguntate si comiste sano, si hiciste ejercicio y tomaste más de dos litros de agua. Preguntate si fumar te ayudó en algo. Pero preguntate vos. Porque nosotros, los enfermeros, no te cuestionamos, ni te decimos ‘jodete vos te lo buscaste’ como muchos de ustedes nos están diciendo ahora. Todo lo contrario. Nosotros te contenemos, te escuchamos, te aconsejamos, te acompañamos, tratamos de evacuar tus miedos; te calmamos los dolores, te bañamos, te hacemos masajes en el cuerpo para que te sientas mejor y no lastimes tu piel; te damos la mano antes de dormirte en una cirugía jodida y te ayudamos a despertarte diciendo que todo está bien. Te damos aliento y cuidados cuando llega tu bebé al mundo… ¡Y muchísimas cosas más! Esto es un consejo solamente, porque nosotros, aunque muchos nos den la espalda en estos momentos, el día que nos precisen volveremos a tender la mano, prestar el hombro y la oreja. Porque para eso estudiamos y amamos lo que hacemos. Con orgullo volveré con mi cabeza bien en alto. Porque pertenecer al equipo de salud hoy es ser un guerrero”.
Por otro lado, la nurse con Covid-19 también se expresó en Facebook. “A los que me tiraron tanta tierra encima los perdono, no sabían lo que hacían. La enfermedad es muy complicada, sobre todo por el aislamiento y porque mis hijos son negativos y no los puedo ver. Ya eso es bastante dolor, más los propios de la enfermedad”.

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