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Fueron a cremar a su padre y funcionarios extraviaron el cuerpo

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Foto: El País

Irregularidades en el Cementerio del Norte

Sin cenizas para llorar. La intendencia pidió a los sepultureros que tengan más cuidado. Lo hizo luego de que en el Cementerio Norte extraviaran los restos de dos fallecidos. La comuna descartó sanciones al no poder detectar responsables. Las cenizas se perdieron en medio de un conflicto con Adeom.

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Hacía menos de 24 horas que habían perdido el cuerpo de su padre. Los restos entraron al crematorio pero nunca salieron. No estaban las cenizas, ni la urna, ni la chapa identificatoria, ni la orden de cremación. No había nada. El director del Cementerio Parque del Norte se dirigió a ellos sin mediar saludo.

-¿Ustedes son los del problema? -inquirió con tono despreocupado.

-No, el problema lo tienen ustedes -contestó Laura, una de las hijas del difunto desaparecido.

Los hechos.

Laura recibió la llamada a mediados de junio del año pasado. Del Panteón del Ejército donde descansaban los restos de su padre, retirado militar, que había fallecido hacía cinco años, le avisaban que debían reducir el cuerpo y le daban cita para el 2 de julio. Ese día retiraron el ataúd del nicho, lo abrieron y les comunicaron a ella y sus hermanos que por el estado de los restos no podrían reducirlo; habría que hacer una cremación. Les dieron fecha para el 15 de agosto a las 12:30 del mediodía.
Llegaron puntuales y vieron cómo los funcionarios volvieron a sacar el cajón. Les preguntaron si querían reconocer el cuerpo. Dijeron que no, que bastaba con haber visto la chapa identificatoria que tenía el féretro, con el número de documento de su padre grabado. Firmaron un papel, recibieron una urna de madera y escucharon atentos las indicacio- nes para llegar al crematorio, que esta-ba dentro del predio, a escasos metros de allí.

A las 12:45 entraron a la sala de espera del crematorio. Desde las ventanas pudieron ver cómo una camioneta con dos ataúdes se dirigía hacia allí; uno era el de su padre. Le preguntaron a una mujer, que estaba en idéntica situación, cómo era el sistema, si debían entregar la urna a alguien o si los iban a llamar. Les dijo que los llamarían y que estaban algo demorados por una asamblea de Adeom.

Recién a las 14:45 llegó un hombre, se acercó a ellos con una chapa identificatoria y les preguntó si era la de su padre. Le dijeron que sí, y le entregaron la orden y la urna. Era el encargado del crematorio, que les anunció que iban a demorar una hora o una hora y media, y que si querían podían irse y volver en un rato.

Se fueron y regresaron a los 50 minutos. Laura llegó y preguntó si las cenizas de su padre estaban listas; el encargado dijo que no. A las 17:30 volvió a preguntar, y le volvió a decir que no. Quince minutos más tarde fue él quien la llamó para decirle que habían perdido todo: las cenizas, la urna, la chapa identificatoria y la orden de cremación.

El ataúd donde descansaba su padre estaba vacío, así que suponía que ya lo habían cremado.

A partir de ese momento, para Laura y sus hermanos los hechos parecieron sucederse a toda velocidad. El encargado dijo que iba a seguir buscando. Un hermano de Laura advirtió que tenían identificada la urna por un detalle en la madera y que si le llegaban a dar otra se iba a dar cuenta. El encargado juró que nunca haría algo así y manejó la posibilidad de que un sargento se la hubiera llevado junto con otras de exmilitares que había retirado. Llamaron al sargento y dijo que no tenía esa urna. Laura se desmayó, Laura se despertó, llamaron al 911, les dijeron que tenían que ir personalmente, hicieron la denuncia a la comisaría número 12.

Al terminar todo este derrotero era ya casi la medianoche, y los restos de su padre no aparecían.

Nunca aparecerían.

Los del problema.

El 16 de agosto a primera hora Laura y sus hermanos estaban otra vez en el cementerio. Los recibieron el director, el jefe general del crematorio y el encargado con el que habían tratado el día anterior. La bienvenida fue con esa pregunta:

-¿Ustedes son los del problema?

La familia fue acompañada por el sargento, que volvió a repetir ante los jerarcas que no se había llevado la urna. El 15 de agosto se cremaron 20 cuerpos, 10 de ellos procedentes del Panteón Militar, y el sargento retiró tres de exsoldados sin deudos que los reclamaran. Luego fue el propio encargado el que reconoció que si se hubiera llevado la urna del padre de Laura, debería haber firmado el documento de retiro, y ese papel no estaba.

El director sostuvo que desde que él empezó a trabajar allí, en 2014, se habían cremado 50.000 cuerpos, que era rarísimo lo que estaba sucediendo y que el encargado del crematorio había ido a buscar la urna hasta en una cañada, “por si alguna persona mal intencionada la había tirado”. El funcionario probó que esto era verdad mostrando los zapatos y las puntas de sus pantalones empapados de agua y barro.

El caso se derivó a la intendencia. Se abrió una investigación administrativa que duraría 60 días, pero la comuna pidió una prórroga y demoró 120. Su resultado, más los testimonios de la familia, son la base de este relato. La resolución que emitió el gobierno departamental concluye que “más allá de la evidente irregularidad acaecida en el horno del complejo crematorio que dio origen a estas actuaciones y ante la imposibilidad de exhibir responsabilidad administrativa a ningún funcionario, se sugiere el dictado de resolución que disponga la clausura de la investigación dispuesta sin atribución de responsabilidad”.

O sea, al no encontrarse culpables, se decidió no sancionar a ninguno de los que estaban en el crematorio. Eran cuatro: tres empleados y el encargado, que entraba y salía pues también desempeñaba otras tareas, y que ese día se había ido dos horas a una asamblea de capataces.

Los restos, además, desaparecieron en medio de un largo conflicto de Adeom con la intendencia. Los trabajadores exigían reducciones en la jornada y pago de complementos por ir domingos y feriados. Para mostrar las condiciones en que debían desarrollar sus tareas, en mayo habían colgado en sus redes sociales fotos de huesos dentro de bolsas y de cajones rotos, arrumbados, amontonados en distintas áreas del Cementerio Norte. Diez días después de la desaparición del cuerpo del padre de Laura, el 24 de agosto, los trabajadores lograron un convenio con la intendencia para mejorar sus condiciones laborales.

Triunfo para Adeom en puja por condiciones en cementerios

En mayo de 2018, Adeom subió a su cuenta en Twitter fotografías que mostraban féretros abiertos, sucios y amontonados al aire libre; también había bolsas de nylon negras con huesos dentro, y ratas muertas. Todo cerca de la cocina que utilizan los funcionarios.

Las imágenes se hacían públicas en medio de un conflicto de los trabajadores del sector Necrópolis con la Intendencia de Montevideo. Reclamaban mejores condiciones de trabajo y asistencia psicológica.

El posteo también se hacía en momentos en que la intendencia iniciaba una investigación por el supuesto pago de coimas de parte de empresas privadas para que se hicieran reducciones de cadáveres antes de tiempo, y dejar así libres los nichos y los panteones. Esto sucedió luego de que el semanario Búsqueda recogiera declaraciones de funcionarios. “Hay empresas que quieren sacar rápido los cuerpos, y si usás una cuchilla para salir de esto te dan $ 40 de propina; si les dejás una momia, tenés lío. Entonces, hay compañeros que agarran un Tramontina y lo cortan en pedazos, pero el uso del cuchillo no es parte de la tarea”, decía uno de ellos.

El conflicto se terminó resolviendo el 24 de agosto, una semana después de que desapareciera un cuerpo en el Cementerio Norte (ver nota principal). Los funcionarios de Fúnebre y Necrópolis consiguieron bajar sus jornadas laborales a seis horas diarias, eliminar la multiplicidad de tareas, y lograron la no obligatoriedad de ir a trabajar los domingos y feriados no laborables. Para esto se armó un sistema de guardias, con complementos económicos.

El procedimiento.

Una vez que el cuerpo llega al área de hornos, el encargado retira la chapa que está en el cajón, llama a la familia, les pregunta si esta tiene el número de cédula de identidad del difunto y si esto es así, recibe la urna y la orden de cremación. Después se dirige al crematorio, y allí deja sobre el cajón la urna, la orden y la chapa. Los sepultureros -así se denomina también a los trabajadores del crematorio-, abren el ataúd y antes de tomar el cuerpo vuelven a verificar que se trate del fallecido correcto, lo que hacen por una pulsera que debieron ponerle antes de cerrar el féretro, que tiene también su número de cédula.

En el crematorio del Cementerio Norte hay cuatro hornos. Se decide en cuál se pone cada cuerpo en virtud de sus dimensiones. Los trabajadores los movilizan indistintamente, no hay un responsable por difunto. Esto se hace así porque, dependiendo del tamaño del cuerpo, a veces los deben cargar en los hornos entre varios.

Al lado de cada horno hay un estante donde se debe poner la urna, la chapa y la orden de cremación. Al finalizar el procedimiento, uno de los sepultureros vuelca las cenizas en una urna de metal -no en la de la familia, en otra-, y esta es trasladada a la sala de enfriamiento y molienda.

Se esparcen sobre una mesa de metal y se aguarda a que se enfríen, luego se pasan por un molinillo hasta que queden con una textura parecida a la de la harina. El resultante se vierte en la urna de la familia, allí dentro también se pone la chapa, y todo, junto a la orden de cremación, le es entregado a la familia, que a cambio debe firmar un papel acusando el recibo.

Las hipótesis.

Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto

La intendencia intentó determinar en qué parte de la cadena estuvo el error, o el boicot, o lo que haya sucedido para que los restos desaparecieran.

Hay dos tipos de cremaciones, de restos frescos o momificados. Los primeros suelen demorar una hora y media dentro del horno, y los otros más o menos 40 minutos. Los restos del papá de Laura estaban momificados. Los cuerpos se creman de a uno, salvo en casos de desalojos -cuando tienen que sacar de los nichos restos de fallecidos que nadie reclama.

Una de las hipótesis que manejó la comuna, y que se devela en las preguntas hechas a los funcionarios del cementerio durante la investigación, fue que se hayan cremado dos cuerpos al mismo tiempo. El encargado negó esto, pero también reconoció que no era la primera vez que se suscitaban irregularidades.

-¿Pudo pasar que cremen dos cuerpos juntos?

-No, no se hace así.

-Cuando se trata de restos de desalojos, ¿no creman más de uno en un horno?

-Sí, pero solo en el caso de desalojos. No se entreveran con frescos nunca, y además ese día en mi turno, que me acuerde, no hubo desalojos. Estos se hacen a última hora, para no entreverar nada y tener más disponibilidad de hornos. Finalizada la tarea, se sacan las cenizas, se limpian los hornos y se vuelcan en un tacho al costado del crematorio.

Unos días antes sí se habían realizado desalojos, y el encargado contó que en esa oportunidad desde la dirección del cementerio le llamaron la atención luego de que una compañera del turno de la mañana advirtiera a la dirección que habían quedado cenizas en el molinillo.

-Pregunté y uno de los trabajadores me dijo que uno de sus compañeros se había equivocado, y había pensado que esas cenizas eran de unos restos.

O sea que el sepulturero confundió cenizas de desalojos con otras que eran de difuntos cuyos familiares esperaban por ellas. Es curioso que haya pasado esto siendo que, supuestamente, según dijo el encargado, los desalojos se hacen a última hora cuando ya no hay deudos aguardando en el crematorio.

El jefe contó también que el 14 de agosto, un día antes de lo sucedido con el padre de Laura, había desaparecido una urna que luego fue encontrada, inexplicablemente, en otra parte del cementerio.

Otra de las hipótesis que arriesgó la intendencia en sus interrogatorios fue la posibilidad de que hayan puesto las cenizas de dos cuerpos en una sola urna. El jefe general del cementerio, un mando medio entre el encarado y el director, fue interrogado sobre esto:

-¿Pueden haber colocado en una misma urna cenizas de dos cuerpos?

-No entran dos cenizas en una urna. Además, estas situaciones no explican que no haya sobrado una urna, ni la desaparición de la orden, ni la chapa.

También se manejó la posibilidad de que se haya roto la urna, y que ante esto alguno de los sepultureros haya decidido deshacerse de ella para evitar reprimendas. Esto también fue respondido por el jefe general:

-Si se rompiera la urna entregada por la familia, ¿eso podría hacer perder por alguna razón las cenizas?

-No. Ha pasado que trajeran jarrones y en el movimiento de trabajo se rompieran y se le explica al familiar que se rompió, pero las cenizas siempre se entregan, en una bolsa o en otro recipiente, pero no se pierden.

La comuna intentó determinar si la urna no fue entregada por error a otra familia. Le contestaron que esto ha pasado en alguna oportunidad, pero que enseguida los deudos que reciben la urna equivocada suelen alertar sobre la equivocación.

Quien hace las entregas a los familiares es el encargado, a quien los sepultureros le dejan sobre un mostrador las urnas una vez que están listas. Los trabajadores del crematorio sostienen en sus declaraciones que dejaron todas las urnas sobre ese mostrador, y el encargado insiste en que si la familia no firmó el recibo él no la pudo haber entregado, ni recibido.

Al crematorio no puede entrar nadie que no sean los tres sepultureros y el encargado, y a la oficina donde quedan las urnas sí suelen ingresar miembros de distintas empresas fúnebres, pero conocen el procedimiento y saben que deben firmar antes de llevarse una.

La intendencia cuestionó también al jefe del crematorio sobre cuánto tiempo le dedicó a la búsqueda:

-¿Cuánto tiempo y dónde buscó?

-Estuve como hasta las 19 o incluso más del día 15, ya era de noche. Busqué en toda la cuadra, en cada espacio. Mis compañeros también buscaron, pero no apareció nada. (…) Al otro día fui temprano, recorrí no solo la parte interna del horno, sino la externa y aún más lejos de las inmediaciones del horno y no encontré resto de nada.

-¿Se le dijo a la familia que los restos podían estar en una cañada?

-Yo busqué dentro del crematorio, en el exterior inmediato del crematorio, en unos depósitos de urnas que hay en zonas un poco más alejadas y sí, también fui a una laguna que hay en el cementerio y tampoco encontré nada. No tendría razón de estar en ninguno de esos lugares, pero igualmente busqué por todos lados.

-Con los tres funcionarios que tenía a cargo en el crematorio, ¿ha tenido problemas vinculares?

-Antes de esto, no; el trato entre nosotros era normal, el mismo que tenía con todos los demás compañeros. Al menos yo lo sentía así. Ahora no tenemos trato por esto que pasó.

Adeom difundió fotos que muestran la cocina de funcionarios del Cementerio Norte. Foto: El País
Adeom difundió fotos que muestran la cocina de funcionarios del Cementerio Norte. Foto: El País

Enfrentados.

Tras lo sucedido, el encargado pidió traslado a otra área del cementerio, a tubulares, y aunque dijo no haber tenido problemas con sus dependientes, sí denunció haber recibido mensajes que podrían considerarse amenazantes.

Al parecer en el crematorio solían hacerle bromas a un funcionario que se había divorciado, le mandaban audios de WhatsApp diciéndole que lo llamaban desde el piso ocho de la intendencia, que es donde se manejan las retenciones para funcionarios separados con hijos. Al encargado, luego de lo sucedido, uno de los sepultureros le envió mensajes diciéndole que lo llamaban desde el piso tres, que es donde está el área jurídica de la comuna.

Quien mandó el audio dijo que lo hizo “en tono de broma”. Otro de los sepultureros negó tener cualquier tipo de problema con su superior, pero el tercero advirtió que el encargado trabajaba de forma desorganizada y que se solían ver desbordados en sus tareas:

-Usted expresó que la capataz de la mañana realiza otro tipo de control, ¿a qué se refería?

-Por la experiencia que tiene se maneja diferente, conoce más los tiempos.

-¿Y eso en qué impacta a usted en la tarea?

-En el control. Si fuera con ella no se hubiera perdido la urna, ella sabe esperar los tiempos y los maneja como ningún otro capataz. Ella, por ejemplo, no hubiese aceptado las cremaciones de tubulares, ella hubiera dicho no tengo lugar. Si en un turno se pueden hacer hasta 10 cremaciones no se pueden 13, y ella esto no lo hubiese permitido.

Supuestamente, según este trabajador, por turno se pueden hacer hasta 10 cremaciones y no 20, como se hicieron el 15 de agosto del año pasado.

Mayores cuidados.

El que firma las conclusiones de la investigación es Ernesto Beltrame, director del área jurídica de la intendencia, quien trabaja en el muy famoso, para los empleados del Cementerio Norte, piso tres. En su infor- me advierte que “no es posible individualizar al responsable de la pérdida, ni de parte de los sepultureros que trabajaron, ni del jefe operativo, cuyas conductas no indican que hayan obrado con culpa o dolo”.

Seguidamente Beltrame advierte que ya en anteriores oportunidades se debió exhortar a las autoridades del Cementerio Norte “a instaurar sistemas donde sea posible identificar qué acción realiza cada funcionario cuando se trata de manipulación de cuerpos o restos”. En este sentido el jerarca recuerda que en 2016 ya se había dado un caso de “desaparición de restos de una fosa en esa necrópolis”.

A raíz de esto, Beltrame advierte que el gobierno departamental “sugiere” que se exhorte a los directores de cada cementerio, “en especial al del Norte”, a realizar “un protocolo de actuación que permita identificar la tarea que diariamente realiza cada funcionario”.

Laura y sus hermanos ya tienen decidido apelar lo decidido por la intendencia.

Paralelamente, como hubo una denuncia policial, el caso está en manos de la Justicia. Se encuentra en la fiscalía letrada penal de flagrancia de 14° turno, a cargo de Sylvia Lovesio. La fiscal advierte que aún no ha avanzado en el tema, y que está a la espera de que le envíen el informe de la intendencia, al que accedió El País para este artículo.

Desde Adeom, la secretaria general, Valeria Ripoll, dice no estar interiorizada en este caso, pero advierte que “muchas veces las familias dicen que desapareció un cuerpo, y en realidad lo que pasa es que en lugar de enviar el cuerpo a cremar, lo sepultan”. Y agrega: “No es que desaparezcan cuerpos en el Cementerio Norte. Nunca pasa que un cuerpo se pierda y nadie lo encuentre. Nunca”.

“No me pasa por la cabeza”

Laura, una de las hijas del difunto desaparecido el 15 de agosto en el Cementerio Norte, fue citada por la intendencia para contar lo que había pasado. Allí, dijo que el director del cementerio le pareció “una persona lamentable”, que al recibirla le preguntó si ella y sus hermanos eran “los del problema”, y que tuvo varias expresiones “fuera de lugar”.

“Pedimos explicaciones, y para nuestro asombro nos dicen que fueron a buscar la urna a una cañada, a lo que preguntamos por qué; yo no sabía a qué altura había una cañada en el Cementerio. Nos dijeron que podía haber alguien malintencionado que hubiera retirado las cenizas y las hubiera tirado allí, lo que no se me pasa por la cabeza pensar cómo es posible (que suceda). Lo único que respondieron fue que iban a hacer una investigación administrativa, que iban a hablar con los funcionarios y que iban a declarar. Yo luego de esto me retiré, porque no me sentía bien de nuevo ante la frialdad y la falta de respeto del director”, sentenció.

El director, en tanto, citado también por la intendencia para explicar la desaparición, dio algunos detalles sobre la operativa que son, por lo menos, polémicos. Allí dijo que, aunque este no fuera el caso, hubo ocasiones en las que han tenido que suspender las cremaciones por cortes de luz, y decirles a las familias que vuelvan al otro día. Sostuvo que cuando pasa esto, el difunto queda dentro del horno hasta que vuelven a trabajar al día siguiente.

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