Casos abiertos

| Surgen pistas en delitos que quedaron impunes: interrogan a nuevos testigos del crimen de Natalia Martínez, se busca el arma que mató a Marcelo Lebel y se apunta a un asunto de corrupción policial en el asesinato de Wilkerson Saldanha.

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Eloísa Capurro

En diciembre del año pasado la Jefatura de Montevideo difundió por primer vez la nómina de los diez delincuentes más buscados. La lista era liderada por asesinos. De ellos cinco han sido capturados. Los restantes cinco son todavía buscados. Por información puede llamarse al teléfono de la Jefatura, 1909.

Cada año quedan, de cada 100 homicidios, 15 sin resolver en Uruguay. Así ha sido históricamente. También hay robos que quedan impunes, donde sólo pueden asignarse fallas administrativas o mejoras en la seguridad, sin jamás encontrar el monto faltante, ni a los responsables.

Las razones de la ausencia de procesamientos pueden ser varias: fallas al fijar la hipótesis inicial del hecho, problemas al manipular la evidencia, incluso la falta de cooperación de los testigos. La verdad se posterga y crímenes que pasaron a encabezar las primeras páginas de los diarios, van quedando en el olvido. Lejos del foco de atención, lo que eran equipos enteros de investigación dedicando horas a encontrar el culpable, pasan a ser apenas algunos policías que buscan pistas escondidas entre todo lo que ya se ha dicho.

Ejemplos son la desaparición de Natalia Martínez en Piriápolis, el asesinato del agente Wilkerson Saldanha de la seccional 14 de Montevideo, el robo de 350.000 euros de la sede central del Brou, el homicidio de Luis Abel Schmidt en Mercedes y la muerte de Marcelo Lebel.

Son casos que quedan en la mesa quietos, debajo de un montón de expedientes en movimiento, esperando a que el tiempo ayude a encontrar el testigo clave o la evidencia contundente. Algunos avanzaron rápidamente y se estancaron de la misma manera. En otros no se pasó de las hipótesis iniciales y todavía se desconoce qué ocurrió exactamente. Y hubo casos en los que se llegó a tener sospechosos pero faltó la pieza que los implicara directamente en los hechos.

La Policía todavía los investiga y confía en que alguien en algún momento hable, comente, escuche, recuerde algo. Dicen que la naturaleza humana es imperfecta y que la gente se embriaga y habla, se asusta y habla, quiere admiración y habla. Que de alguna forma siempre alguien habla.

Pero mientras todo lo que reina es el silencio, estos bien podrían ser los delitos que más se han acercado al "crimen perfecto".

Efectividad policial

Según informó el subdirector de Policía Técnica, el número de efectivos que trabajan en el cuerpo es suficiente. También están satisfechos con su equipamiento. "Estamos en la senda de la transformación permanente".

Las claves de un crimen

v Una sola escena

Para la Policía Técnica en la escena del crimen puede trabajarse sólo una vez. Cada nueva persona que se acerque puede contaminar el lugar, aunque no mueva nada. "Una vez que las personas entran, contaminan con la suela de los zapatos, con el cabello que pueden perder, con la fibra de sus ropas", explicó el subdirector de la Policía Técnica, Roberto de los Santos. De hecho las grandes ciudades son los contextos más complicados para la preservación de una escena. "Hay más elementos de contaminación: seres humanos, animales y el ambiente que es más contaminante".

v Marcar el lugar

Para seguir esa primera regla, lo necesario es establecer un cercado que resguarde el lugar del delito. En esto todavía hay problemas. "La Policía tiene que trazar un perímetro para proteger la escena. Nosotros normalmente lo agrandamos o lo achicamos. Ya desde que llegamos estamos corrigiendo circunstancias", explicó el jerarca. La Policía mantiene abiertos cursos internos de forma permanente para comprender el trabajo de la Técnica.

v Trabajar en equipo

Uno de los elementos que la Técnica ha aprendido a implementar ha sido la investigación en equipo. Según De los Santos, lo mejor es contar con un efectivo de mente abierta y uno estructurado. Así se obtendrá la hipótesis más adecuada.

v No cerrarse a una teoría

A veces la teoría inicial de una investigación debe ser descartada por la evidencia. Uno de los casos que el jerarca más recuerda por la lentitud en su resolución, es el asesinato del joven Andrés Trigo en Colonia. Según él la falla allí estuvo en una mala teoría inicial. Otras veces lo que hay que hacer es una buena lectura de la evidencia. Esto ha sucedido con el trabajo de las emergencias médicas que, para reanimar al paciente, colocan una vía y la sangre que sale la tiran en el piso. "Nos cambiaron tanto la escena que juez, fiscal, médico forense y nosotros pensábamos que había sido un homicidio y había sido un suicidio", dijo.

v Algo siempre queda

La labor de la Policía Técnica es encontrar qué es lo que ha dejado el delincuente de sí en la escena del crimen. Porque algo siempre queda. En Minas un homicidio se resolvió por una gota de sangre debajo del tubo del teléfono. Gracias a esa minuciosa inspección, la Policía pudo apresar al culpable cuando se bajaba del ómnibus en el que había huido a Cerro Largo.

CASO 1. Buscando nuevos testigos

A más de tres años de la desaparición de Natalia Martínez Bengoa comienzan a surgir líneas de trabajo que, por lo menos, dan esperanza a su familia. La Policía se encuentra realizando interrogatorios a posibles nuevos testigos que estuvieron en la madrugada del 19 de enero de 2007 en el boliche de Piriápolis La Rinconada junto a Natalia. Testigos que, en algunos casos, tuvieron contacto con la joven aquella fatídica noche y hasta ahora no habían sido investigados.

Fuentes de la investigación señalaron que el avance de los últimos tres meses ha permitido encontrar información nueva que, si bien no ha arrojado evidencia contundente que permita inculpar al asesino, por lo menos ayuda a terminar de "armar el puzzle". Y son señales que la familia agradece. "Hubo instancias judiciales pendientes y se realizaron interrogatorios que, esperamos, empiecen a arrojar a algo de luz y conduzcan a adoptar algunas resoluciones que permitan acercarse a la verdad", señaló Ignacio Berti, abogado de la familia.

Para los Martínez Bengoa el calvario ha sido agotador. Durante 22 días emprendieron una búsqueda desesperada que ni siquiera descartó información proveniente de videntes. Las fotos de Natalia saltaron a las portadas de diarios y eran una imagen recurrente en la televisión. Amigos y familia se incorporaron de forma voluntaria a la búsqueda.

La desaparición fue tan repentina (fuentes policiales señalaron que en apenas cuestión de minutos se le perdió el rastro) que algunos investigadores pensaron incluso que, al apoyarse en la baranda de la rambla, Natalia hubiera caído hacia atrás y se hubiera ahogado.

Las verdaderas señales fueron apareciendo de a poco. Primero se encontró su cartera. Días después aparecieron su cédula, monedero y una sandalia. Estaban a poco más de seis kilómetros del boliche al que había asistido con tres amigas. Ellas y el portero fueron los últimos en verla viva.

Comenzaba a apremiar la necesidad de información. El entonces jefe del operativo, Ruben Rodríguez Trindade, pidió que el responsable se confesara, aunque más no fuera ante un sacerdote. Pero que hubiera algo para encontrarla.

Sin embargo no fueron las búsquedas oficiales las que dieron con el cuerpo sin vida de Natalia. Más de dos semanas después de su desaparición, dos personas que acampaban en un bosque de pinos lindero a la Laguna del Sauce, la encontraron. Su cuerpo estaba semi enterrado y quemado. La Policía la reconoció por el esmalte de uñas.

Inmediatamente las teorías comenzaron a surgir. Uno de los primeros sospechosos fue un librero de Piriápolis y dueño del BMW bordeaux al que Natalia se acercó al salir del boliche. La joven habría conversado unos minutos con el empresario. La Policía llegó a indagar su auto por pistas del cabello de Natalia, pero nunca se pudo comprobar su implicancia.

También se dijo que el homicidio podría haber sido una venganza, ya que se rumoreaba que el padre de la joven había sido informante de la División de Narcóticos. Pero esta hipótesis quedó descartada una vez que llegaron los resultados de la autopsia: la muerte no había sido premeditada. En junio de 2007 el padre de Natalia se suicidó. Era el día del padre.

Hoy la hipótesis policial es una: Natalia se fue con alguien a quien conocía, presumiblemente tomó alguna droga que le causó problemas de salud y quien la acompañaba prefirió no verse implicado. Los investigadores no descartan ninguna otra teoría, pero hasta ahora esa ha sido la única que se ha sustentado frente a la evidencia.

El tiempo es el principal problema al que se enfrentan para encontrar al homicida. La investigación judicial ha pasado ya por la mano de tres jueces que han debido interiorizarse en el caso, con el enlentecimiento que eso acarrea. "El expediente estuvo prácticamente un año sin movimiento", explicó Berti. Para el abogado, el mal manejo de la evidencia, ya es algo del pasado. "Ahora nos interesa que las cosas se hagan bien. Y que se le dé una vitalidad que el trámite reclamaba".

Con el ADN que se encontró en el cuerpo de Natalia se realizaron más de 10 cotejos. La declaración que en 2008 realizó uno de los dos inculpados por el crimen del armero y su hija en Piriápolis no condujo a ningún lado. "Lo que dijo fue que el otro (inculpado) le había dicho que un tercero había sido el responsable (del crimen de Natalia)", señalaron las fuentes.

CASO 2. Conexiones sospechosas

En la mañana del 7 de agosto de 2006, Luis Abel Schmidt de 67 años fue encontrado sentado en el patio de su casa, muerto. Tenía cinco balazos en la cabeza. Aunque su casa estaba frente a la ruta, los testigos sólo vieron a alguien que se acercó caminando. Fuentes de la investigación señalaron que el hogar de Schmidt relucía de limpio; allí no había evidencia. La cantidad de disparos hace pensar a la Policía en un odio profundo hacia la víctima.

La noticia cayó en mal momento para Mercedes. Hacía poco más de un mes que la ciudad se había visto conmocionada por el asesinato de Luis Gutiérrez (52), Gladis Aguirre (53) y la hija de ambos Marisel (27). Los cuerpos de las mujeres estaban atados de pies y manos en la cama matrimonial; el del hombre en su taller.

El nuevo homicidio se conoció cuando el único inculpado por el triple crimen, Mauro Gadea, esperaba su procesamiento. Se instalaron nuevas dudas: Schmidt era sereno y trabajaba frente a la casa de los Gutiérrez Aguirre.

Para la familia de las víctimas esto fue una razón más para desconfiar de la investigación policial. Creen que Gadea no lo hizo sólo y se preguntan por qué había dos nudos diferentes en las ataduras de las mujeres y a dónde fueron a parar los 20.000 dólares que Gutiérrez pensaba regalar a su hija. Dicen que tal vez Schmidt vio algo más. "Me dijeron que me dejara de hacer la detective porque no iba a ser nada lo que estaba llorando a lo que iba a llorar", dijo Hermenilda, madre de Aguirre.

La Policía da su versión: Gadea confesó haber obligado a la hija a atar a la madre, lo cual explicaría los dos nudos. Y con eso confían en que fue él el único asesino. Pero no descartan una conexión entre ambos casos. "Había una conexión laboral y los dos vivían sobre la ruta", expresó el jefe de Policía retirado Juan Martínez Perdomo. Se investiga el ámbito familiar.

CASO 3. Sumarios en trámite

Fuentes del Banco de la República (Brou) señalaron que hoy son cuatro los funcionarios que fueron sumariados por la institución a raíz de la desaparición en 2008 de 350.000 euros (casi medio millón de dólares). El dinero nunca fue encontrado y, según las mismas fuentes, los empleados no están acusados más que de fallas administrativas. El sumario debe pasar en las próximas semanas a la Oficina de Servicio Civil y luego al Tribunal de Cuentas.

Pero si administrativamente el proceso tuvo algún resultado (aunque todavía los acusados pueden apelar), distinto fue el resultado de la investigación policial. Las cámaras de seguridad registraron el momento en el que un paquete de 500 euros cae al suelo de la bóveda del Tesoro del banco, pero no qué sucede después. "Estaba en un punto ciego", señalaron fuentes policiales.

En un primer momento se especuló con que el robo podría haber sucedido después del cierre de operaciones e incluso se pensó en que fuera un robo "por descuido", es decir que alguien vio el paquete en el suelo y se lo llevó. También se especuló con que el dinero estuviera perdido en algún rincón de la sede.

Según informaron fuentes del banco, a raíz de estos hechos se incrementaron las medidas de seguridad y se revisaron los protocolos existentes dentro de la institución.

Algunos detalles nunca fueron aclarados. Por ejemplo cómo entraron los ladrones si para acceder a la bóveda se necesitaban tarjetas de identificación, incluso para los directores del banco. Esta fue una de las principales razones por la cual la investigación policial apuntó al personal de la institución, sobre el que se tomaron medidas como la suspensión del sueldo. Por la presión que esto conllevó, uno de los indagados se suicidó. Tampoco se aclaró cómo no se pudo localizar el dinero si se trataban de billetes de 500 euros, que sólo son usuales en las transacciones bancarias.

CASO 4. La evidencia que faltó

El mes pasado se cumplió un año del asesinato del agente de 27 años Wilkerson Saldanha. La seccional 14, donde reportaba el joven artiguense, realizó un homenaje en su honor. En su momento el hecho estuvo a punto de derivar en un paro del servicio 222 y llegó a enfrentar a la Policía con la entonces ministra del interior, Daisy Tourné. Pero esa muerte que tanto conmocionó, sigue hasta hoy sin aclararse.

A Saldanha lo encontraron sus compañeros de trabajo. Su moto y su arma reglamentaria habían desaparecido. Mientras realizaba un patrullaje vio a dos personas en actitud sospechosa y se acercó para interceptarlos. Ellos intentaron fugarse y, al no poder hacerlo, forcejearon y Saldanha terminó baleado con su propia pistola.

Allanamientos cerca de la zona dieron con dos armas de distinto calibre y la moto de Saldanha.

En total hubo 10 indagados por el caso. Se pensó que la autoría fuera de dos mayores de edad, que finalmente terminaron procesados por delitos de rapiña pero no por este homicidio. Los investigadores se habían mostrado convencidos de que que uno de estos jóvenes era culpable, ya que en su casa se había encontrado una linterna y un llavero del agente. Pero la evidencia no fue suficiente para probar su participación en el crimen. De hecho el arma homicida nunca apareció.

Una fuente del caso dijo que una de las líneas de investigación que hoy maneja la Justicia es que Saldanha conociera alguna situación de corrupción policial. "Posiblemente para que no fuera a hablar alguien lo mandó matar", señaló.

Para la Policía el caso fue un ejemplo de la falta de seguridad en los servicios 222. De hecho por este crimen se convocó a un paro por 48 horas en el servicio, que sólo fue desactivado cuando se firmó un acuerdo estipulando la necesidad de dos o más agentes en lugares de riesgo.

CASO 5. En busca de la pieza clave

Varias veces la Dirección de Investigaciones de Prefectura Naval pensó estar a punto de cerrar el homicidio del publicista Marcelo Lebel, hijo del jefe del Estado Mayor de la Armada, Federico Lebel. Pero el caso sigue abierto. En base a los datos de un testigo clave se elaboró un identikit que llegó a coincidir con la descripción física de tres personas, pero todas presentaron coartadas que fueron corroboradas. Hasta hoy la pieza clave, el arma, no ha aparecido.

La testigo en juego acompañaba a Lebel en su auto, tras salir de un boliche de la Ciudad Vieja. En la Barra de Carrasco, Lebel estacionó el auto y fue interceptado por un rapiñero.

A Lebel le pegó un tiro allí mismo e intentó huir. Lebel salió del auto y confrontó al delincuente, quien le acertó un segundo disparo. El publicista murió en el acto; su cuerpo fue hallado a unos 13 metros del auto. El rapiñero se fugó con mil pesos. La joven, quien vio el rostro del delincuente, escapó antes del segundo disparo y llamó al 911.

Una de las sospechas más firmes que se tuvo durante la investigación apuntaban a un conocido delincuente, que vivía en un asentamiento detrás del Aeropuerto de Carrasco y tenía un extenso prontuario. El hombre estaba preso en Canelones por lesiones contra su pareja.

Aunque la testigo llegó a reconocerlo, el juez de la causa determinó que fue de forma incompleta. Al faltar el arma homicida, no existían otras pruebas. Fuentes policiales informaron que esta persona murió meses atrás en lo que pudo haber sido un ajuste de cuentas.

Fuentes navales señalaron que hoy la investigación se centra en la búsqueda del arma. No se descarta que los proyectiles extraídos del cuerpo de Lebel, sirvan en el futuro para realizar cotejos que determinen al culpable. Además agregaron que el hecho conmocionó a la fuerza: muchos marinos viven cerca de la escena del crimen y además Lebel era conocido desde que era niño.

Los más buscados por la policía

En diciembre del año pasado la Jefatura de Montevideo difundió por primer vez la nómina de los diez delincuentes más buscados. La lista era liderada por asesinos. De ellos cinco han sido capturados. Los restantes cinco son todavía buscados. Por información puede llamarse al teléfono de la Jefatura, 1909.

Mauro y Vicente Rodríguez

Los hermanos Rodríguez Marabotto, apodados "El Flauta" y "El Flaco" respectivamente, son buscados por el delito de homicidio. El 29 febrero de 2007 presuntamente mataron de un disparo a Luis Alberto Ferreira en Veracierto y Núñez de Arce. La Policía estimó entonces que se trató de un ajuste de cuentas.

Roberto Calleros

v "El Canario" Calleros, buscado por homicidio, está acusado de matar a cuchillazos al dueño del bar "Los Tanques", del Cerrito de la Victoria, en noviembre de 2008.

Agustín Olivera

v Buscado por homicidio y rapiñas, Agustín Olivera, alias "El Negro" Olivera, había logrado escaparse del Complejo Carcelario de Santiago Vázquez (ex Comcar) el año pasado.

Walter Arbello

Arbello es buscado por tentativa de homicidio tras prender fuego la camioneta de su esposa a quien, según la Policía, le pegó un tiro en la espalda y otro en el muslo. Fue en junio de 2008.

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