Integrante del archipiélago indonesio, la isla de Bali atrapa con su paradisíaco paisaje. Allí, el contraste entre la diversión y la reflexión es evidente, creando una mezcla de experiencias fascinante que hace que Bali sea verdaderamente inolvidable. Ya sea surfeando en las olas, explorando las profundidades del océano, disfrutando de una noche de fiesta o de la rica cultura espiritual de la isla; Bali ofrece algo especial para todos los que la visitan. Sus contrastes son innegables y se convierten en parte de la cultura y el paisaje, creando una mezcla única de tradición y modernidad; así como de relax e intensidad.
Entre acantilados, playas paradisíacas, templos, zonas tropicales y arrozales, se dibujan estrechas rutas sinuosas, agotadoras para quienes las caminan y desafiantes para los motoristas que deciden transitarlas. Dada su geografía y que no existe el transporte público, contar con una moto se vuelve algo indispensable para poder recorrer cómodamente la isla. Aunque se pueden alquilar, también existen los Ojek, que son motos que ofician de taxi. Estos, pueden ser tomados en lugares estratégicos o mediante la aplicación Gojek. Bali es un destino turístico por excelencia y tiene mucha concurrencia, por lo que el tráfico por las rutas estrechas, sumado a la conducción por la izquierda, puede convertirse en algo un poco agobiante al comienzo. A pesar de esto, la vida allí es tranquila. Los habitantes del lugar, reconocidos como balineses, son amigables y a su ritmo relajado son capaces de transmitir una cálida hospitalidad, tanto al recibir a los visitantes, como para iniciarlos en la espiritualidad de la que hacen gala en toda la isla. Si bien el idioma oficial es el Bahasa Indonesio, muchos lugareños hablan balinés e inglés, aunque la comunicación muchas veces resulta un desafío. La mejor época del año para visitar esta remota isla, es durante la temporada seca, que va desde abril hasta octubre. La temperatura promedio es cálida y agradable, con máximas que oscilan entre 27°C y 32°C. Su temporada alta abarca los meses de julio y agosto, así como también a fin de año, por lo que si se prefiere evitar las multitudes y encontrar mejores precios, los meses de abril a junio y de setiembre a octubre pueden ser excelentes opciones, ya que el clima es agradable y hay menos turistas.
Bali ofrece una amplia gama de experiencias, la obvia es la de relajarse en playas remotas de arena blanca, y disfrutar de sus aguas color turquesa, y cristalinas. Pero también es considerado uno de los destinos más top para sentir y descubrir la adrenalina del surf, o para adentrarse en los secretos de la vida submarina. La isla también ofrece exuberantes selvas tropicales, cascadas ocultas y campos de arroz, que adornan su interior más allá de las costas, y cautivan a cualquier amante de la naturaleza. Ni hablar de los templos que se reparten por la ciudad, dignos de una majestuosa monumentalidad que vale la pena recorrer.
Situada en la zona más austral de la isla, se encuentra Bukit, una península pequeña, rodeada de archipiélagos y calas, donde el tiempo no importa y la energía se vuelve adictiva y perfecta para sumergirse en una burbuja muy alejada del mundo urbano. Aquí, la esencia balinesa se conserva intacta y se funde perfectamente con las zonas comerciales, sin que se pierda su encanto. Algunas de las playas más icónicas de Bali están allí, tal el caso de Balangan Beach, ubicada en Pecatu, en la zona de Jimbaran, una de las áreas más populares del lugar. Allí se encuentran varios warungs (puestos de comida local), como el clásico Yeye´s, y el moderno Warung Local, con platos saludables, acompañados de agua de coco fresca o jugo de frutas tropicales, a precios locales muy convenientes. La gastronomía balinesa ofrece una deliciosa combinación de sabores, y se caracteriza por ser muy picante. Literalmente, es una experiencia en sí misma. Ya sea en los tradicionales puestos, o en los restaurantes gourmet con calidad internacional, la comida de Bali satisface todos los antojos. Los platos típicos incluyen el Nasi Goreng a base de arroz frito con verduras y huevo; el Mie Goreng a base de fideos fritos también con verduras y huevo, y el Rendang (un curry de carne). Por supuesto que la oferta incluye mucho pescado, pollo, mariscos, tofu y el Tempeh (alimento fermentado de origen vegetal con alto contenido proteico) que es obligatorio probar. Y por supuesto vale recordar la variedad de frutas frescas y jugos exóticos deliciosos que se pueden encontrar en los mercados locales.
Más hacia el oeste se encuentra la playa de Uluwatu, un spot imperdible, perfecto para practicar surf y para relajarse en las calas que la marea baja regala. Luego, cuando sube, todo desaparece y queda sumergido. Se dice que si no visitas esta playa, no has estado en Bali. Le sigue Padang Padang Beach, todo un clásico de la Isla de los Dioses, imposible de obviar en ese paraíso. También se la conoce con el nombre Labuan Sait, y está catalogada como una de las mejores playas del mundo. Como sucede en casi casi todas las costas de la isla, para su acceso es necesario hacerlo por las rocas y bajar una decena de escaleras muy estrechas, lo que exige estar en forma. Pero la particularidad de esta es que de camino se atraviesa una especie de cueva con una enorme piedra donde las mareas suben y bajan de manera drástica.
Luego de disfrutar del día de playa, se estila visitar Single Finn, un parador perfecto para tomar un cocktail refrescante o una Bintang (cerveza clásica del lugar) y así disponerse a disfrutar de la mejor puesta de sol con buena música en vivo. Los domingos son los días de mayor concurrencia. Allí también se ubica el Templo Pura Luhur Uluwatu, un recinto sagrado, que forma parte de los seis templos que establecen los pilares fundamentales de Bali. Su nombre hace referencia al lugar en donde está construido: al borde de una roca en un acantilado de 75 metros proyectado hacia el mar. El culto aquí es verdaderamente sagrado, y su entorno lo hace único e inolvidable. Además, al pie de este precioso acantilado se encuentra una pequeña cueva con un templo muy pequeño en su interior, donde se puede experimentar una sanación y limpieza espiritual sin igual. El templo y sus alrededores están habitados por monos en estado salvaje, que interceptan a los visitantes -no siempre de manera amigable-, para robarles las pertenencias a los más distraídos. Se dice que los monos ayudan a espantar a los demonios.
Sobre las sinuosas calles de Ubud, hay tiendas de arte y artesanía locales, que se tutean con centros comerciales más modernos, dedicados a marcas internacionales. Es en esa mezcla de contrastes que también radica la fascinación que produce la isla, a visitantes de todas las culturas. Mientras llegan miles provenientes del mundo, las creencias y tradiciones ancestrales se mantienen profundamente arraigadas, pues allí todos valoran su patrimonio, y trabajan para mantener sus costumbres vivas, incluso en medio del flujo constante de turistas.
Los jóvenes llegan a Bali en busca de diversión en las típicas fiestas en la playa. Lugares como Kuta y Seminyak, son conocidos por su vida nocturna animada, con bares y clubes que ofrecen música en vivo, Dj´s internacionales y fiestas temáticas. La famosa Fiesta de La Luna Llena en la playa de Canggu es un evento mensual, que atrae a multitudes con su ambiente festivo y vibrante. Pero todo se vuelve mucho más mágico al atardecer, cuando la isla se enciende y vibra con mucha energía, gracias a las ceremonias religiosas y festivales que aportan un sentido de espiritualidad y comunidad que se puede sentir en cada rincón. Allí el hinduismo es parte integral de la vida cotidiana y a pesar de la animada escena juvenil y las fiestas en la playa; la espiritualidad es una parte intrínseca de la vida en Bali. El territorio, en su totalidad, está salpicado de miles de templos y santuarios, y las ceremonias religiosas son una parte fundamental de la vida cotidiana. Es muy común ver ofrendas en las calles, como la tradicional Canan sari, realizada por las mañanas a manos de las mujeres balinesas, quienes creen que el cosmos se divide en tres niveles: el cielo (donde viven los dioses hindúes), el mundo (donde viven los humanos), y el infierno (donde habitan los demonios). Esta ofrenda pretende mantener el equilibrio entre el bien y el mal, ya que se utiliza para mostrar gratitud a los dioses del cielo. Pero también honra a los demonios del infierno para que se queden dónde están y no entren en el mundo. Los viajeros también pueden asistir a ceremonias y festivales, como el Melasti o el Galungan, para experimentar la riqueza espiritual de la isla. Se pide respetar y no pisar las ofrendas que se colocan en todas las veredas.
Sin dudas Bali es un destino que deja huella a quienes lo visitan. Hay un antes y un después para los que fueron y quieren volver, porque no solo se trata de un desafío en lo físico, sino también en lo emocional. Cambian las prioridades, la mirada, y los principios con los que se vive en las grandes urbes del ajetreado mundo occidental.