La pregunta es ¿Hay un problema que avanza o es solo un mal momento pasajero?, la actividad de esta temporada en Maroñas muestra un par de señales preocupantes en cuanto a las apuestas y en cuanto a la presencia de ejemplares de la generación 2021.
Van 60 reuniones en nuestro máximo escenario y en ellas se han disputado 626 carreras, el año pasado en la misma cantidad de reuniones las carreras habían sido 677, es decir, 51 más. Los llamados no tuvieron un cambio que los haga bajar y es más se han llamado algunas categorías combinadas buscando dar más chances. Cuando desglosamos nos encontramos con un dato que llama la atención y es la participación de los ejemplares nacidos en 2021. Sin considerar los clásicos, durante el 2023 los productos dos años disputaron 82 carreras, este año ese número cayó hasta las 58 competencias, una caída drástica cercana al 30%. Tras pasar a tener tres años la situación se mantiene ya que de 29 carreras bajamos a 21. Por lo tanto, los ejemplares 2021 corrieron 33 carreras menos por lo que el 65% de las carreras que faltan son de la nueva generación.
Esta situación marca una alerta ya que es una anotación muy baja de productos. Consultando posibles razones se manejan varias, la sequía complicó el desarrollo de los animales, problemas de importación desde Argentina con plazos demorados, menor llegada de ejemplares desde Brasil más las lesiones que siempre son recurrentes. Sin embargo, no existe la percepción de que haya menos potrillos ya que hay muchos por debutar y eso es una buena noticia, porque el número reducido de carreras nos hacía pensar en un menor interés de parte de los propietarios.
En cuanto al juego el resultado del año es aceptable, se está apostando un 7% más por carrera que en 2023 pasando de 692 mil a 738 mil pesos por carrera. Sin embargo, hay una alarma encendida y es respecto a las últimas reuniones, donde el juego ha caído. En 2023 entre la reunión 41 y la 60 la media de apuestas fue de 675 mil y este año es de 660 mil. Además, este año el juego mejoró en las reuniones grandes, pero empeoró en las reuniones comunes, en las que el hipódromo se ve muchas veces casi desierto. Por ahora no hay nada que asuste, pero sí alarmas que obligan a estar atentos.