No siempre los de afuera fueron hechos de palo

| De Monti a Camoranesi, hasta Eusebio o Vieira, nacionalizar jugadores ha dado frutos

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LUIS CABRERA

Cuando el uruguayo Miguel Andreolo levantó la Copa del Mundo de 1938, su selección, Italia, ya había hecho moneda corriente la estrategia de reforzar sus filas con jugadores de otros países.

En 1934, Italia estaba decidida a ser campeón y para esto fue a buscar los servicios de varios jugadores del vicecampeón de 1930: Argentina. En total fueron cuatro los albicelestes que se consagraron en tierra italiana, logrando alguno de ellos lo que Uruguay les había negado antes y, en los caso de Luis Monti y Raimundo Orsi, por partida doble, dado que también habían caído en Ámsterdam 1928.

Andreolo, denominado "Miquele" por los europeos, no fue el único uruguayo en defender la selección "azurra", un camino que siguieron estrellas celestes como Alcides Ghiggia y Juan Alberto Schiaffino. Aún así, el ex tricolor fue quien más lo hizo, con 26 participaciones.

La mecánica de nacionalizar jugadores fue explotada con éxito por Italia e imitada, con menores resultados, por otros países europeos de la época, por lo cual fueron varios los cracks que terminaron disputando mundiales con banderas ajenas. Por ejemplo, el húngaro Ferenc Puskas jugó para España en 1962 y Eusebio, nacido en Mozambique, Mozambique, para Portugal en 1966.

Cambios en los reglamentos de la FIFA tornaron cada vez más difícil la situación, limitando la presencia de los jugadores "100%" nacionalizados en las selecciones. Nunca faltaron, claro está, los de sangre nacional, pero nacidos en otros países, como el caso del campeón del mundo del 2006 Simone Perrota, hijo de italianos pero nacido en Inglaterra, ni los nacidos en el país pero hijos de extranjeros, como Zinedine Zidane, el astro francés con sangre argelina.

La situación se volvió a modificar en las últimas décadas, cuando el crecimeinto de la Unión Europea multiplicó la presencia de extranjeros en los clubes de las ligas más poderosas, abriendo así el cupo de los no comunitarios a futbolistas africanos y sudamericanos.

Con este contexto, el mundial de Alemania 2006 hizo que sólo 11 países de los 32 que participaron no contaran con jugadores nacionalizados. El argentino Mauro Camoranesi se consagró campeón con Italia, siguiendo el ejemplo del senegalés Patrick Vieira, quien festejó con Francia en 1998.

Uruguay, como las otras selecciones sudamericanas campeonas del mundo, no suelen contar con "extranjeros" -es todo lo contrario en el caso de brasileños y argentinos, dos de los países que tienen más futbolistas integrando otras delegaciones- pero esta política no es imitada por países como Paraguay, que podría ir a Sudáfrica hasta con 4 argentinos, o México, que tendrá a Guillermo Franco, uno de los pocos "nacionalizados" que la afición acepta.

En Europa, el caso es diferente. Un candidato como Alemania tendrá hasta tres polacos, un yugoslavo y un brasileño. Francia irá con un congolés y un senegalés y Portugal podría viajar con un zaireño y tres brasileños (Deco, Pepe y Liedson), además de Nani, quien nació en Cabo Verde.

Sudáfrica 2010 podría ser otro punto de quiebre en el tema de los nacionalizados, si es que la FIFA logra imponer la norma del "6+5", algo que negocia con la Comunidad Europea. La ley obligaría a los clubes a tener en cancha seis jugadores nacionales, limitando el cupo de extranjeros pero alentando a que más foráneos intenten lograr la ciudadanía.

Las cifras

18 selecciones de las que estarán en Sudáfrica contarían con al menos un jugador nacionalizado.

0 futbolistas extranjeros han jugado para Uruguay durante una Copa del Mundo.

S. Aquino (Paraguay)

Con esposa e hijos guaraníes, el corazón del argentino Sergio Aquino está en Paraguay, selección que defiende desde 2008, fue convocado pocos meses después de obtener la nacionalidad. Aquino nació en Laguna Blanca pero jugó siempre en el fútbol paraguayo.

Blaise Nkufo (Suiza)

El veterano delantero del FC Twente, recientemente fichado por un equipo de la MLS, debutó en la selección helvética en 2002, luego de haber disputado diez temporadas en el fútbol suizo. NKufo, nacido en Zaire, lleva siete goles para la selección europea en 29 partidos.

Deco (Portugal)

Tras seis años de residencia en Portugal, donde defendió los colores del Porto, Deco debutó en la selección en 2002 justamente ante su Brasil natal, a quien le anotó de tiro libre. Su convocatoria fue polémica, rechazada hasta por Figo, quien luego cambió su postura.

L. Podolski (Alemania)

El compañero de Klose en el ataque alemán, nació en Gliwice, Polonia, el 4 de junio de 1985. Cuando su familia se mudó a Alemania, Podolski fichó con el FC Köln, antes de pasar al Bayern Münich. Debutó en la selección en 2004 y marcó tres goles en el mundial pasado.

G. Franco (México)

El oriundo de Corrientes se inició en San Lorenzo hasta que el salto a Monterrey durante tres temporadas le dio la ciudadanía mexicana. Su debut llegó un año antes de Alemania 2006, a donde el argentino fue como representante del "tri". En Sudáfrica volverá a estar.

M. Camoranesi (Italia)

Haber levantado la Copa del Mundo pasada ubica al tandilense como uno de los "nacionalizados" más exitosos en los mundiales. El actual jugador de la Juventus logró la ciudadanía, cortesía de su padre, y defiende a la selección "azurra" desde hace ya siete años.

En México, tras polémica, quedó solamente Franco

El fútbol mexicano, el de bolsillos más profundos en latinoamérica, se nutre constantemente de futbolistas foráneos, por lo cual no es extraño que varios de estos terminen adoptando la ciudadanía mexicana. Actualmente son casi 90 los jugadores foráneos que militan en la Primera División del fútbol azteca.

Sin embargo, para los hinchas del "tri", una cosa es ver a sus clubes con jugadores extranjeros y otra a su selección, algo que quedó claro durante las pasadas Eliminatorias cuando el pueblo futbolero hizo sentir su voz contra las convocatorias de Sven-Göran Eriksson, entonces entrenador del combinado mexicano.

Con los resultados ayudando poco y nada, el sueco debió defender su elección de convocar hasta cuatro futbolistas foráneos de las críticas de hinchas, prensa y hasta futbolistas, como Jared Borgetti, quien calificó como "un poquito difícil de aceptar" una selección con tantos extranjeros.

La polémica, que Ricardo Lavolpe había salado en el 2005 limitando el cupo al argentino Guillermo Franco y el brasileño Sinha, terminó siendo uno de los factores que precipitó la llegada de Javier Aguirre, casualmente el entrenador que en el 2001 convocó al primer nacionalizado a la selección en 40 años.

Por lo pronto, Aguirre tranquilizó las aguas: solamente Franco estará en Sudáfrica.

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