Nada está perdido

El equipo mejoró, es cuestión de definir mejor

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Daniel Rosa

En Cali

El país en Colombia

La noche pintaba feo para Uruguay, porque entre los errores en la definición, las tapadas del arquero Marinovic y el 1-1 ante Nueva Zelanda, en los papeles el rival más accesible de la serie ya que ni siquiera tiene un fútbol profesional, el ánimo estaba por el piso y las posibilidades de clasificar a octavos de final parecían comprometidas. Pero… a última hora apareció Portugal, le ganó 1-0 a Camerún y le dio una mano a la Celeste.

Vayamos por parte. ¿Uruguay jugó bien? Sí, porque manejó bien el balón, hubo movilidad en ofensiva, se llegó con varios hombres al ataque, fue paciente para esperar a que se generaran los espacios y fue muy superior.

¿Mereció ganar Uruguay? No hay dos opiniones o, al menos, no debería haberlas. No sólo lo visto en cancha lo confirma, sino también los fríos números de la estadística: remató 25 veces al arco contra sólo 8 de los neozelandeses; 12 de esos disparos fueron al arco contra 6 del rival; los celestes tuvieron 14 córners contra 3 y recibieron 25 faltas que supusieron 4 amarillas, en tanto los de Verzeri hicieron 15 fouls y tuvieron un amonestado.

¿Defendió bien? Sí, le llegaron pocas veces. Hubo algunas fallas en la línea de tres y es cierto que no hubo un cierre adecuado en el gol, pero en general Nueva Zelanda no incomodó. ¿Atacó bien? También, porque se utilizó todo el ancho de cancha y se sumó gente a la ofensiva, dando varias opciones a quien debía meter el pase final.

Entonces, ¿por qué no ganó? Porque Uruguay falló en lo fundamental del fútbol: el gol. Uno puede aguantar el cero en el arco y rescatar un punto, pero para vencer hay que anotar.

El equipo celeste dejó pasar su momento, que fue el primer tiempo, porque se falló en la culminación o en el pase final. Para corregir, además, la falta sorpresa, porque se hace previsible atacando mucho por izquierda y Camilo Mayada llega por derecha y no lo habilitan.

Positivo. Dos aspectos fueron los más rescatables de Uruguay en el decepcionante empate ante Nueva Zelanda. Uno es que se levantó mucho el nivel futbolístico mostrado en el debut. Con Pablo Cepellini manejando el balón y los tiempos del juego, Matías Vecino dándole el empuje al equipo cuando es el momento de ser vertical y con Adrián Luna en ofensiva aportando movilidad, los celestes ampliaron el frente de ataque y el volumen de juego.

El otro punto alto fue la rebeldía mostrada por el plantel. Claro, sería preferible no tener que esperar a que le mojen la oreja para que reaccione, pero el gol neocelandés fue como ese bocinazo que viene de la calle y nos despierta a tiempo cuando uno ya apagó el despertador y se había dormido nuevamente.

Ahora hay que definir mañana ante Camerún, pero por lo ya expuesto del triunfo portugués, las posibilidades siguen siendo buenas, mejor incluso a que si hubieran empatado. ¿Por qué? Pues porque los africanos deberán salir a ganar sí o sí, ya que son últimos en el grupo. Esto permitirá que Uruguay haga el juego que históricamente mejor le sienta: jugar de contragolpe.

En el debut, portugueses y uruguayos tenían la misma responsabilidad, se respetaron mucho y ambos quedaron conformes con el 0-0. El martes la obligación la tenían los celestes por historia ante Nueva Zelanda y, si bien no le pesó, su ir al frente lo dejó expuesto al contraataque rival y así llegó el gol. Ahora sí la presión está del lado rival, dependerá de cómo Verzeri arme el equipo para explotar los huecos que eventualmente deje Camerún.

Posibilidades. Un triunfo pondrá a Uruguay en octavos de final y con cinco puntos incluso podría ganar la serie si lo logra por dos goles y Portugal y Nueva Zelanda empatan en Cali. Un empate también daría a los celestes la clasificación, pues le alcanzaría para ser uno de los mejores terceros. Es más, hasta podría ser segundo si los portugueses ganan su juego. Lo que está claro es que una derrota ante Camerún significará el adiós al Mundial.

El equipo viene en nivel ascendente y es una buena señal. Mejoró en funcionamiento y es hora de que lo haga en definición. De eso depende el futuro.

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