Berlín - Una Italia mezquina se convirtió hoy tetracampeona mundial en Alemania al superar 5-3 por penales a Francia en la segunda Copa del Mundo cuya final, se definió desde los doce pasos, tras el empate 1-1 en 120 minutos.
Italia, que había sufrido en Estados Unidos 94 al caer por 3-2 en los penales a manos de Brasil, sonrió hoy por esa misma vía y vivió su noche de gloria que le permitirá olvidar, al menos hoy, la amargura por el escándalo que sacude al calcio.
Zinedine Zidane abrió la cuenta a los 7 minutos de penal y amagaba un retiro glorioso como campeón y mejor jugador, hasta que, ya con el marcador 1-1 y en tiempo suplementario, arruinó todo con un insólito cabezazo al pecho de Marco Materazzi, que dejó a Francia con diez jugadores.
Fue una actitud de amateur de un gran profesional, que mereció la expulsión decretada por el árbitro argentino Horacio Elizondo, de buena labor, en el Estadio Olímpico, de Berlín, ante 74.000 personas, al cabo de una final tensa pero discreta.
Italia, que había empatado a los 19´ con gol de cabeza de Materazzi, terminó luego prevaleciendo en los penales, donde el único que falló fue el franco-argentino David Trezeguet, cuyo remate se estrelló en el travesaño.
Fue un castigo excesivo para Francia, que jugó mejor fútbol y arriesgó más, ante una Italia cautelosa en exceso, pero campeona de un Mundial acaso de buenos partidos, pero de opaco balance general, sin figuras de relieve.
Materazzi, el autor del gol del empate, había sido justamente quien cometió el dudoso penal que quebró el cero al cometerle falta a Florent Malouda, y cerca estuvo de convertir un gol en contra dos minutos más tarde en un intento de despeje.
Pero tuvo su revancha a los 19 minutos, al marcar el empate de cabeza en el área en un tiro de esquina de Andrea Pirlo y tras ganarle en el salto a Lilian Thuram, haciendo estéril el esfuerzo de Fabien Barthez y de Frank Ribery, parado en la línea.
El zaguero de Inter logró un empate que a la postre sería decisivo, pues Italia, que había tenido más la pelota y se había mostrado más incisivo en el primer tiempo, cedió la iniciativa a Francia en el segundo capítulo y resignó el ataque en el suplementario.
Italia había estado cerca a los 27´ con otro cabezazo de Materazzi y otro de Luca Toni que sacudió el travesaño a los 36 en otro tiro libre de Pirlo, principal vía de ataque de la azzurra que prometía renunciar al catenaccio y terminó abrazada a su viejo recurso.
Las proyecciones de Fabio Grosso y de Gianluca Zambrotta por los laterales que habían obligado a retrasarse a Ribery y a Malouda en el primer tiempo, se hicieron cada vez más esporádicas e Italia casi no volvió a llegar.
Ni siquiera los cambios que intentó Marcello Lippi, entre ellos la salida de un intrascendente Francesco Totti, le dieron peso ofensivo al equipo azzurro, que esperó en su campo, dejó que Francia se desgaste y terminó apostando a los penales.
Los de Raymond Domenech mejoraron en el segundo tiempo, sobre todo cuando recuperaron a Thierry Henry, que al minuto de juego sufrió un choque con Fabio Cannavaro y quedó semi inconciente, y que tardó 45 minutos en volver a aparecer en el juego.
Cuando lo hizo y cuando se juntó con Zidane, Ribery y Malouda, Francia mostró lo mejor del partido y llegó varias veces con peligro sobre el arco de Buffon, que pese a resignar un invicto de 500 minutos, volvió a mostrar la seguridad de siempre.
Fue justamente el arquero de Juventus, equipo que aportó ocho jugadores a esta final siendo el más implicado en el escándalo del calcio, quien al desviarle un cabezazo a los 103 minutos por sobre el travesaño le quitó la gloria a Zidane, quien después terminaría dilapidando todo en un rapto de locura.
Italia ni siquiera se animó con un hombre más, esperó y tuvo su premio, cuando no fallaron desde los doce pasos. Andrea Pirlo (de lo mejor del equipo en el torneo y jugador del partido para la FIFA), Materazzi, Daniele De Rossi, Alessandro Del Piero y Fabio Grosso convirtieron completando una efectividad absoluta.
Por Francia convirtieron Sylvain Wiltord, Eric Abidal y Willy Sagnol, pero falló David Trezeguet, que estrelló su remate en el travesaño y había ingresado en tiempo suplementario. El jugador oriundo en Argentina erró el segundo de la serie y permitió la consagración de otro compatriota de nacimiento, Mauro Camoranesi, que terminó alzando la Copa del mundo con la selección italiana.
Italia festejó y dejó de lado por un día la polémica por el escándalo, que con la consagración confirmada seguramente dará lugar al debate sobre la necesidad de una amnistía para los involucrados y la condena sólo para los dirigentes.
En base a ANSA