CESAR BIANCHI
Desde su tan exitoso como prolongado pasaje por el San Pablo de Brasil (1977-88), Darío Pereyra se consagró a la idiosincrasia del fútbol brasileño. Y una temporada más en Palmeiras y otra en Flamengo terminaron de imbuirlo de la esencia misma de ese fútbol preciosista por excelencia que, pese a su jamás olvidada —al contrario— condición de uruguayo, conoce como nadie.
Esa razón, en definitiva, fue una de las que llevó a El País a hablar en dos tiempos con el ex futbolista de Nacional, de 46 años, que dirige al equipo sensación de la actual edición de la Copa Libertadores de América: el Paysandú de Belem, que juega mañana ante Boca Jrs. en Buenos Aires. Diez días atrás, en una primera instancia, la comunicación fue con el apartamento en el que reside el otrora volante tricolor en Belem, para hablar de su vida actual, del Paysandú, y de su gran campaña. Y ayer, la conexión fue con la habitación 1525 del Hotel Sheraton de la capital argentina, para que el entendido se refiriera al rival que tiene Nacional esta noche en el Centenario.
Estratega de la victoria del equipo del estado de Pará sobre el tan promocionado Santos de Robinho y Diego —ya no más "el Santos de Pelé"—, Pereyra reveló su manual de "cómo ganarle al Santos", idéntica circunstancia a la de esta noche ante Nacional.
—¿Qué le dirías a la gente de Nacional de cómo es el Santos de visitante?
—Como todos los equipos brasileños, ellos tienen una forma de sentir y jugar el fútbol que no cambia demasiado ya sean locales o visitantes.
—¿Y cómo es el Santos?
—Es un equipo muy joven, con muy buenas individualidades, pero que por eso mismo de que les falta madurez, un día son capaces de pintarte la cara y otro, por ahí, no pasa nada. No es que se achiquen, sino que tienen altibajos.
—¿Y sienten la marca?
—No. Pero son livianos. De mediacancha hacia el frente, son peligrosos porque son rápidos y hábiles. Pero, te repito: son livianos.
—Eso en ataque, ¿y atrás?
—Y... es al revés: tienen gente grande, que se hace sentir en el juego aéreo, pero por eso mismo son bastante lentos, pesados.
—¿A Nacional lo viste?
—Algún partido por televisión.
—¿Y que te parece que puede pasar?
—Y... no le va a ser fácil, pero está claro que tiene que ganar ahí, en el estadio. Después, en Villa Belmiro, le va a ser más bravo. Tiene que ir con una ventaja. Ojo, el Santos no es un equipo invencible, se le puede ganar. Nosotros le ganamos. Pero no nos regalamos. Hay que jugarle con equilibrio, yo diría que un poco a la uruguaya, afirmándose de atrás para adelante.
—¿Y tu equipo? ¿Antes del comienzo de la Copa esperabas esta campaña?
—La verdad es que no la esperaba. Nosotros comenzamos este trabajo en enero. El año pasado en el primer semestre el equipo había andado más o menos bien y fue campeón de la Copa de Campeones Regionales y por eso es que ganó un cupo para jugar la Libertadores. Después, en el campeonato brasileño, estuvo a punto de descender a Segunda División, y se salvó en el último partido. Ahí se comenzó un trabajo nuevo y entré yo al club. Ví los jugadores, llevé otros, hicimos pretemporada y comenzamos el campeonato estadual. Fue todo un proceso. El cuadro fue mejorando de a poco. Pero es verdad que no esperábamos una clasificación a la segunda fase de la Copa en la forma que lo hicimos, tan anticipada.
—Pero notoriamente es un equipo ofensivo, ya que fue el más goleador del Grupo 2 (donde también jugaron Sporting Cristal de Perú, Cerro Porteño de Paraguay y Universidad Católica de Chile) con 14 goles a favor...
—Eso sí, a veces hasta pecamos de demasiado ofensivos. A veces recibimos goles por buscar siempre ganar, como producto de jugar al ataque, podemos recibir alguno de contragolpe.
—Algunos equipos, como Universidad Católica cuando los visitó en Pará, se vacunaron para jugarles a ustedes de visitante...
—¿Para evitar qué enfermedades?
—Eso te iba a preguntar.
—(Se ríe). Nada, nada. Nosotros fuimos a Perú y también nos tuvimos que vacunar, pero no sé por qué. Cuando yo jugaba al fútbol en el sur y veníamos a jugar a Belem, no nos vacunábamos y no pasaba nada.
—¿Cuál es el techo del Paysandú en la Copa Libertadores?
—Nosotros vamos paso a paso. Primero fue clasificar a la Copa, después fue clasificar a la segunda fase y lo hicimos hace dos partidos cuando sumamos 10 puntos, después fue clasificar en primer lugar y aunque quisimos evitar encontrarnos con Boca Juniors, ellos salieron segundos de su grupo y acá estamos. Será un rival muy difícil en esta instancia, pero si pasamos... quién sabe, capaz que llegamos a la final.
"Peñarol me da igual"
—Días atrás se nombró a Juan Ramón Carrasco como técnico de la selección. Teniendo en cuenta que tu nombre fue uno de los candidatos para dirigir las juveniles de Uruguay y que este presente te sonríe desde Paysandú, ¿dirigir la selección es una deuda pendiente?
—Todo técnico tiene como meta el sueño de dirigir la selección de su país, pero para mí no es mi momento. No estoy al tanto del fútbol uruguayo, precisaría estar un tiempo dirigiendo en el país para empaparme de su realidad y después poder aplicar una metodología de trabajo.
—También se habló de Nacional a principios del 2002, cuando competiste con Carreño y Espárrago como sucesor de De León.
—Sí, ahí hubo una diferencia. Tengo un buen relacionamiento con los dirigentes de Nacional, hablaron conmigo y no sé si finalmente no llegué por una diferencia económica o por falta de conocimiento de los jugadores de ahí. Eso ya pasó. Algún día me gustaría volver a mi país a dirigir algún equipo de Uruguay y aplicar lo que he aprendido por acá para poder ganar un Campeonato Uruguayo, hacer un buen papel en la Libertadores y después sí pensar en dirigir la selección.
—¿Dirigirías a Peñarol?
—Sí. Me da igual, Nacional o Peñarol.