Un brazo, ¿también "patea" penales?

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JORGE SAVIA

La definición de tres de los cuatro partidos disputados recientemente por la Copa Bimbo, en cierta medida reavivó, o trajo nuevamente al tapete, el cada tanto manido tema de la ejecución de los penales.

Desde siempre, y más aún desde que se implantó y generalizó la moda de decidir encuentros, y también campeonatos, desde el punto marcado en el área grande a una distancia de doce pasos del arco, el tema ha sido, sino de discusión, al menos de análisis.

Bibilotecas. En ese contexto, entonces, hay quienes -entre los que se cuentan los propios protagonistas del fútbol- dicen que lo de la ejecución y la eventual contención de los penales es un tema de suerte, una cuestión de azar, o de las circunstancias; hay otros que, en cambio, consideran que mucho va en la intuición -casi irracional o, al menos, espontánea, impensada- de los dos actores de la crucial jugada; y, por supuesto, no faltan los que sentencian que un gran porcentaje depende del preciso o impreciso manejo que pueden hacer de sus recursos técnicos, tanto el arquero como el jugador que remata.

También, como se sabe, hay un grupo -no menor y, por tanto, para nada descartable- de opiniones que sostienen, en forma ya más terminante, que el arquero no tiene casi nada que ver, o que hacer, porque sólo se erra un penal mal tirado; en otras palabras; cuando un penal es bien pateado, resulta inatajable. Es inapelable.

Estilos. Después, el abanico de propuestas, o de fórmulas, es casi a gusto del consumidor: que hay que mirar al arquero para ver hacia dónde se mueve; que no hay que mirarlo, que se debe patear abajo y/o a colocar la pelota -en ese caso, por lo general, con un remate suave- contra un palo, como lo hacía el "Pepe" Sasía en los 50 y 60; y, sin olvidar la tesis de los que a veces "pican" la pelota, como lo ha hecho el "Loco" Abreu varias veces en los últimos años, están los que enfatizan que el penal hay que tirarlo fuerte y alto, incluso al medio del arco, como lo hacía Juan Martín Mujica en los 60 y parte de los 70, con unos zurdazos rectos e impresionantes que eran capaces de "arrancarle" la cabeza o las manos al arquero que no se agachara o, también, al que tuviera una reacción rápida como para intentar atajarlos.

España. Pues bien; para todos, piensen como piensen, o digan lo que digan, todo pasa por la cabeza, los pies y las manos del que se para detrás de la pelota y el que está en el arco.

Sin embargo, en España surgió hace no menos de 15 años una tesis que sostiene que el arquero, para tener mayor chance -sólo eso- de atajar el penal debe tomar en cuenta los brazos del ejecutante.

Parece extraño, pero el hilo conductor de la teoría tampoco es descabellado: el arquero debe prestar atención a la posición del brazo del lado del pie de apoyo del que remata.

Así, se establece que si el ejecutante tira la pelota al palo más lejano a la pierna con la que remata, el brazo del lado del pie de apoyo se mueve junto al cuerpo, mientras que si el jugador "cambia" y dirige el balón hacia el palo más cercano, necesariamente -por imperio de las leyes de la naturaleza- tiene que abrir el brazo, para mantener el equilibrio, porque si no, se cae o, por lo menos, el cuerpo le queda mal balanceado.

¿Verdad? ¿Mentira? Como todos los aspectos del fútbol, es opinable. Toda regla tiene su excep ción, al fin y al cabo; pero las fotos de ejecuciones de penales muestran que "algo hay": el arquero puede intuir a qué lado le van a patear, mirando el brazo más cercano al pie de apoyo del ejecutante.

Concretamente: en la foto de la izquierda, Gerardo Alcoba tira de derecha, al palo cercano y abre el brazo izquierdo, quizá no demasiado, lo que no le permitió acomodar mejor el cuerpo para rematar en forma acertada.

Un poco más al medio, Gustavo Varela remata de derecha al palo más alejado, con su brazo izquierdo próximo al tronco, no despegado.

Siguiendo en el mismo sentido, Pablo Míguez saca la derecha al palo más próximo a esa pierna y lo hace con su brazo izquierdo casi en forma de ala.

Por último, Antonio Pacheco remata de derecha al palo más alejado de esa pierna, con el brazo izquierdo, ya suelto por el envión del cuerpo, que hizo palanca, sin separarlo demasiado.

Son testimonios. Relativos. Parciales. Después, es como dijo Seré: "Un penal en el partido lo tira el mejor; en una definición, no". O como contó Álvez: "En las prácticas Máspoli no dejaba tirar penales; decía que si yo atajaba uno, quedaba nervioso el que erraba". En suma: cuestiones del momento, según las crónicas policiales.

Otero: "Si no, ese papelito no hubiera incidido tanto"

"Es clave el momento emotivo con el que se va al mano a mano; pero hoy hay estadísticas, mucho conocimiento. Si no, en el Mundial 2006, ese papelito que tenía el arquero alemán contra Argentina, y que parecía que no decía nada, no hubiera incidido tanto". (Celso Otero, entrenador de arqueros de la selección)

Seré: "Si embocan, pero no llegan, no sirve de nada"

"La decisión del arquero es importante. Yo, a veces, quedaba colgado en un palo… y lejos de donde iba la pelota, pero si acertaba, casi seguro que llegaba. Hoy la mayoría demora en tirarse. Hay arqueros que embocan el palo, pero no llegan a la pelota; entonces, no sirve de nada". (Jorge Seré, ex arquero)

Álvez: "Taffarel se tiró bien en todos y no agarró uno"

"Va mucho en la suerte, en el momento. En la final de la Copa América del 95, le dije a Enzo (Francescoli): `Me voy a tirar en todos para el mismo lado; dos, al menos, van a ir para ahí. Tal cual, pero es el momento. Taffarel se tiró bien en todos y no atajó ninguno de los cuatro". (Fernando Alvez, ex arquero).

Garate: "`Matute` primero mira dónde va el arquero"

"A los arqueros les digo que esperen, que no se la jueguen antes. Si el arquero se juega antes, para el que patea es más fácil, porque ve a dónde tirarla. Es lo que hace `Matute`: mira y después que ve a dónde se mueve el arquero, él se la patea al otro lado…" (Omar Garate, entrenador de arqueros de River Plate).

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