Regresó al Uruguay a mediados de diciembre. "Vine a pasar las fiestas con mi familia pero íntimamente, siempre lo hago con la intención de quedarme, de regresar a mi tierra a mi país, a mis querencias", dice hoy mientras disfruta la paz de su Nueva Palmira.
Para Wilson Graniolatti, "es mucho tiempo en el exterior". Hoy, con familia mexicana conformada, ha hecho inversiones en el Uruguay que le permiten darse ciertos gustos: "el fútbol, por ejemplo, porque lo que más quiero es poder volcar algo de lo que aprendí y coseché en el exterior, aquí, en el fútbol uruguayo que tanto me dio".
Graniolatti empezó en las formativas de Nacional y en la temporada 1985 pegó el gran salto a Primera División. Estuvo apenas dos años en los tricolores porque sus actuaciones lo pusieron en la mira de varios clubes del exterior. Fue el Toluca mexicano el que termino ganando la pulseada y se lo llevó a tierras aztecas.
"Ahí empezó otra etapa de mi vida. Jugué en el Toluca, pasé al Santos de Torreón, al Atlante, tuve un pasaje fugaz por Deportes Concepción de Chile y volví al fútbol mexicano al siguiente año para jugar en el Atlas", afirma.
Ya cerca del final de su carrera le picó el bichito de entrenador. "Me recibí en 1994 y empecé con buen pie porque Ricardo La Volpe me llevó como su ayudante de campo al Atlas, al Toluca y a la selección mexicana. Fueron muy buenas experiencias, aprendí mucho, el fútbol mexicano es exigente, muy competitivo y con gran jerarquía", admite.
Después de su pasaje por la selección mexicana asumió en el Veracruz, en la temporada 2004, de ahí pasó al Santos Torreón en 2006 y terminó en Tijuana en 2008/09.
"En un momento se parecía a Irak, pero no todo lo que pasa en Tijuana es malo, la pasan mal los que hacen las cosas mal", dice.
"Mi idea es quedarme aquí, en mi país, ya es hora de pegar la vuelta, y cuento con el apoyo de mi familia, algo que es fundamental", cuenta.
Es que Janette, su esposa, y sus hijos Wilson (17), Evani (15) y Joanna (13) son mexicanos, pero acompañan a su padre a donde vaya.
"Hubo algunos contactos con gente del fútbol. Y lo primero que me preguntan es si soy caro. Me río. A esta altura de mi vida, si decidí volver es porque el tema no pasa por lo económico, eso está claro", dice Graniolatti.