"Nooo... al fútbol no voy... lo sigo por televisión. Estoy para otra cosa, disfruto de mis nietos, de mi quinta, tengo árboles, plantas, tengo muchas cosas que hacer en casa y alguna nana que otra también... entonces me quedo, miro por televisión y listo, lo disfruto igual", la voz firme e inconfundible del "Peta" Luis Ubiña sigue siendo tan clara como antes, como cuando enfrentaba los micrófonos desde vestuarios y hablaba del partido que había ganado con "su" Nacional.
Ese "Peta" Ubiña que se hizo un lugar en la historia grande del fútbol uruguayo a coraje y calidad, hoy dice que "han cambiado muchas cosas" y reconoce que "antes se jugaba fuerte, pero leal".
"¿Sabe lo que pasa?" Es todo muy distinto. Yo veo que ahora lo tocan nomás a un jugador y se da veinte vueltas en la cancha, se revuelca como loco... eso antes no pasaba ¡Nos moríamos de vergüenza! Nos pegaban, nos empujaban, pero tratábamos de no caernos, de seguir jugando y esperábamos la revancha. Todo cambió... ", dice con cierto aire de nostalgia.
Confiesa que sigue los encuentros del fútbol uruguayo y que le entusiasma ver que los estadios se llenan. "Hay como una euforia después de los que se logró en el Mundial de Sudáfrica. Hay como más ganas de ir al fútbol, y eso se ve cuando juegan los grandes. Antes no se daba tanto".
El "Peta" recuerda lo que significó aquel cuarto puesto que obtuvo con Uruguay en el Mundial de México `70.
"Llegamos como favoritos junto a Brasil, a Italia y a los alemanes. Todo el mundo hablaba de nosotros y teníamos un gran equipo, pero se nos lesionó Rocha y Rocha era como Diego Forlán. Sabíamos que con él empezábamos ganando 1 a 0. Pero bueno, así se dio y pasaron muchas cosas que mejor ni recordar. Nos cambiaron la sede. Teníamos que jugar en el estadio Azteca y nos mandaron a Guadalajara donde Brasil era local y había jugado todos sus partidos. Viajamos toda la noche a Puebla y al día siguiente a Guadalajara en ómnibus. Me acuerdo que llegamos al hotel y apenas si tuvimos tiempo para tomar un té con leche antes de ir a reconocer el campo de juego. Y cuando llegamos no nos dejaron entrar. Y hasta nos cambiaron la terna de jueces... ¡fue increíble todo lo que nos hicieron! No nos dejaron ni practicar en la cancha antes del partido y nos fuimos a dormir. Ya no se jugaban los partidos en la cancha, también se jugaban en las oficinas", dice.
"Después, bueno, Brasil era un cuadrazo. Pelé, Gerson, Tostao... un cuadrazo. Perdimos y terminamos cuartos, para todos fue un fracaso, todo mal. ¡Si habrá sido fracaso que ni mi vieja me fue a esperar al aeropuerto! No había nadie, y mire ahora... hubo más gente en la calle que cuando Uruguay salió Campeón del Mundo en el 50... todo cambió mucho", afirma.