Pocos lo conocen como Gastón Fernández. Es “Mosqui” Fernández para el mundo del fútbol. El apodo se lo pusieron Walter Pandianiy Coco Rodríguez en Basáñez, el primer equipo en el que jugó. “Pico y me voy. Era flaco y fino. ¡Y escurridizo!”, dice entre risas del por qué lo llamaban así. Después de una carrera irregular, de 13 años, hoy vive uno de sus mejores momentos como representante de jugadores.
Además de jugar en Basáñez, Fernández tuvo un corto pasaje en Peñarol (jugó en Tercera y en el 99 integró el equipo de Primera que dirigía Julio Ribas) y también jugó en Deportivo Maldonado, La Luz, en equipos de la C de Italia y en clubes de Centroamérica. “Después de que dejé de jugar, por un tema de contactos y de que te llaman para preguntarte dirigentes de clubes, fue así que me fue gustando la intermediación. Lo llevaba light, hasta que en un momento me contacto con personas importantes de El Salvador, que querían llevar a una figura”, cuenta Mosqui sin necesidad de preguntas del periodista.
Esa posibilidad de El Salvador cambió el rumbo de su trabajo. También el de su vida, porque poco a poco las puertas se fueron abriendo y las llamadas se empezaron a intensificar. “Tengo amistad con el Loco Abreu y le dije ‘mirá Seba, está tal posibilidad’ y me respondió que si era algo serio la escuchaba. Nos fuimos con él para El Salvador. Ahí fue cuando dije ‘voy a tomar más en serio este trabajo’. Es algo que me gusta, sentía que tenía condiciones para desarrollarlo”, admite.
“Después vas conociendo a otros agentes que están en otro lado, te vas vinculando, hacés el trabajito de hormiga, vas empezando y llegás a lo que soy hoy, no soy nada del otro mundo, pero bueno, tengo mi nombre y represento a muchos jugadores que hoy ya son amigos con la tranquilidad de que lo bueno de este país es que es chiquito, todos nos conocemos y que pueden decir cómo trabaja Gastón Fernández. Puedo trabajar mal o bien, pero ninguno puede decir que me mandé alguna macana. Mi caballito de batalla es la honestidad sobre todo”, puntualiza con orgullo.
Una realidad
Fernández creó la empresa GF Sports y hoy tiene como socio a Rafael Olivera en el exterior. “Lo de Sebastián me dio una gran repercusión, no por mí sino por lo que significa el Loco. Eso me abrió puertas en El Salvador, en Centroamérica y con otros jugadores. Si un tipo como Abreu acepta ir contigo a un lugar, y mantenés la relación con él, porque hoy es un amigo, habla a las claras de la situación. Eso transmite hacia el resto que sos una persona de confianza”.
Así como el pase de Abreu a Santa Tecla en 2016 fue clave para su carrera como representante, también le jugó a favor su amistad con Diego Forlán: “Todos saben que el círculo de Diego no es extenso ni abierto. Que vos estés al lado de una persona como Diego genera mucha confianza al resto y sobre todo al jugador”.
Esa amistad con el mejor futbolista del Mundial de Sudáfrica 2010 empieza cuando eran juveniles, ya que compartieron equipo en la selección Sub 20 que conducía Víctor Púa y que después jugó el Mundial de Nigeria en 1999. En esa generación también estaban el Ruso Pérez, Gonzalo Sorondo, Javier Chevantón y Fabián Carini, otro de sus grandes amigos. Mosqui era enganche o puntero, pero dejó de jugar joven, con solo 31 años, hace 12 atrás. “No me puedo quejar de mi carrera como futbolista, tampoco me dediqué al 100%. No tengo nada que reprocharme, porque quise hacer mi carrera así; me dio para jugar 12, 13 años al fútbol profesional. Tuve la suerte de vestir la camiseta de Uruguay, aunque fue en inferiores. Quizás me hubiese gustado otra cosa, pero no me quejo de lo que hice”, señala.
“A mí me representaba Humberto Schiavone, que estaba cerca de Paco, es decir, me representaba Paco, pero la realidad es que lo vi dos veces en mi vida. Cobraba un viático, pero yo tenía más contacto con Humberto, que fue el que me llevó a Peñarol en su momento. Después se sumó el Pollo Madrid a la empresa y también tenía contacto con él”, recuerda quien representa, entre otros, a Nahuel Furtado (Cerro Largo), Marcos Montiel (Nacional), Juan Acosta (Wanderers), Roberto “Indio” Fernández (Godoy Cruz), Jonathan Urretaviscaya (Racing), Gian Allala (Boston River) y Renato César (Guayaquil City). También trabaja con juveniles y con futbolistas mujeres.
Que sean profesionales, que se cuiden, que no se expongan mediáticamente y que mantengan una línea sobria a lo largo de la carrera son los condimentos esenciales que llevan a que Fernández se fije en un jugador para representarlo.
En árabe
Mosqui trabaja también como ojeador del Abha, un club de Arabia Saudita. “Hicieron una evaluación de los perfiles de agentes de acá. Tuve algunas entrevistas y se dio la oportunidad de trabajar juntos. Me piden referencias de jugadores, hago el scouting, les paso las opciones y después ellos deciden”, profundiza sobre su rol.
Quizás el caso más mediático de su historia como representante o intermediario se dio con el zaguero argentino Fabián Noguera, quien utilizó su cláusula de salida para dejar Nacional antes de la llave de octavos de final de la Libertadores contra Boca, y así poder arribar al equipo árabe. Esa situación incluso desencadenó la ruptura de la relación laboral entre el jugador y su representante, el argentino Christian Bragarnik.
“A Fabián no lo conocía, lo había visto 10 minutos cuando acompañé a Montiel a realizarse la revisión médica. El primer jugador que presenté para Abha fue Lele Cabrera, tuvo la aceptación, hubo oferta pero él no aceptó. En ese momento les pasé otras tres opciones: el chileno Rocco, un brasileño que era inviable por la plata que pedían y Noguera. Cuando les paso las opciones, ven su perfil y me dicen que les interesa”, explica.
“En ese momento, yo incluso actuando contra mis beneficios, levanté el teléfono y llamé al gerente de Nacional. Le avisé a Sebastián (Taramasco). Le dije lo que estaba pasando y le advertí ‘mirá que lo más probable es que vengan por Noguera’. Ahí me dijo que no podía ser y le respondí que yo estaba cumpliendo con lo mío. Si fuera de otro país, ni siquiera llamo, pero sentía que tenía que cumplir con Nacional éticamente de avisar antes que pasara lo que terminó ocurriendo”, añade.
Posterior a ese hecho, Fernández consiguió el número del defensa y le transmitió lo que estaba pasando: “Me dijo que le interesaba, le pregunté con quién tenía que hablar, pero me dijo que hablara directo con él. Le transmití que le iba a pasar la oferta y me dijo que él lo manejaba y lo arreglaba con su representante. Volví a llamar a Nacional para confirmarles que ya estaba la oferta, y ellos querían poner la condición de que tenía que jugar contra Boca”.
“Acá se tienen que enojar con ellos mismos los dirigentes. El período de pases que tenemos en Uruguay no puede ser. Mucho menos para un país exportador como somos nosotros. Por otro lado, la gente tiene que entender que para traer jugadores de la calidad de Fabián, hay cosas que tienen que aceptar los dirigentes, como la cláusula de salida que tenía. De lo contrario, no lo podés traer. Pongamos un ejemplo: si el club no le puede pagar los 50.000 dólares que quiere el jugador, te va a poner una cláusula para salir a otro lado a ganar ese dinero. Acá no se paga mucho y se puede seducir con otras cosas. Si vos tenés los períodos de pases que van en contra del mundo, va a seguir pasando. Ya me había pasado algo similar con Kagelmacher cuando fuimos al León”, recuerda.
Fernández también admitió que Noguera había tenido una oferta de Chile y una de Colombia para irse, que el dinero era un poco más que en Nacional, pero que las había desechado. “La oferta de Arabia no había ni que mirarla, era solo firmar”, aclara.
Los agentes
Mosqui destaca la buena relación que tiene con los representantes uruguayos. “Yo priorizo siempre al futbolista. Soy un convencido de que si tengo 15 equipos con las puertas abiertas para trabajar, y Flavio Perchman tiene 15 equipos más, el Chino Lasalvia 15 más, Pablo Rivero otros 15, si yo tengo buena relación con ellos, yo tengo 60 equipos para mis jugadores. A veces ganás un poco más, otras un poco menos y pasa que en ocasiones jugadores de ellos se van a clubes donde vos tenés las puertas abiertas, y es más o menos lo mismo. Lo principal es el futbolista, hacer vínculos, mover el marcado, que ellos puedan salir al exterior y hacer su diferencia económica. Tengo excelente relación con todos los empresarios de acá”, concluye quien establece que la FIFA no quiere a los agentes y que le pone todo tipo de “trabas”, como dar exámenes con temas jurídicos y normativas que ellos prácticamente no utilizan. “No pasa en ningún negocio del mundo que a vos te pongan un tope al dinero que podés ganar”, cierra.