Colombia seguía ayer con conmoción la situación de Luis Fernando Montoya, ex técnico del Once Caldas baleado el miércoles en Medellín y que quedará cuadrapléjico, según los reportes médicos.
Las autoridades colombianas han detenido a cuatro individuos, dos hombres y dos mujeres, por estar presuntamente involucrados en el intento de robo en el que el técnico Luis Fernando Montoya sufrió heridas de bala que lo dejaron cuadrapléjico.
IRREVERSIBLE. Montoya, que este año sacó campeón al Once Caldas en la Copa Libertadores, permanece en estado grave en un hospital de Medellín. Según un parte médico emitido antenoche, el estado de salud de Montoya es "crítico y su pronóstico neurológico es malo".
El médico Ignacio González, parte del grupo que atendió al técnico de 47 años, dijo a la prensa que una de las balas se alojó entre la tercera y cuarta vértebras cervicales, "lo que implica que la médula perdió toda su función a ese nivel y se confirma que queda cuadrapléjico".
El estado en que quedó Montoya fue comparado al del actor Christopher Reeve, quien sufrió lesiones irreversibles al caer de un caballo. El afectado pierde la movilidad desde el cuello hacia abajo.
González añadió que "el problema que tenemos en este momento es que la lesión afectó los músculos de la respiración y depende de un respirador para poder oxigenar sus tejidos. Su estado es irreversible".
CUATRO DETENIDOS. La policía, en tanto, proseguía con la investigaciones del hecho e identificó a Javier Alonso Calle Angarita como el presunto asaltante que habría disparado en dos ocasiones contra Montoya.
Calle Angarita, de 37 años, fue detenido el miércoles en la tarde, una hora después de que en compañía de Edilberto Montoya, de 25 años, asaltaron la residencia de Montoya en la población de Caldas, a las afueras de Medellín.
El delincuente Montoya fue detenido previamente, luego que estrelló la motocicleta en la que se movilizaba contra un vehículo de la policía.
También fueron detenidas las mujeres Luz Dari Yepes, de 31 años, y María Helena Herrera, de 33, en un automóvil en el que se halló el revólver con el que se disparó a Montoya, según la policía. Los cuatro pasaron a órdenes de la Fiscalía, se anunció.
MOMENTO FATAL. Las mujeres habrían seguido a la esposa de Montoya, Adriana Herrera, luego de que retiró dinero de un banco de la población de Envigado con el fin de adquirir unos regalos para niños pobres.
Los hombres llegaron a la residencia de Montoya y cuando su esposa Adriana se disponía a entrar la empujaron al interior. Montoya en ese momento jugaba en el piso de la sala con su hijo José Fernando de tres años.
"Yo llegaba a la casa después de hacer unas compras para unos niños pobres. Luis Fernando deseaba compartir con ellos su alegría. El me llamó al celular varias veces y me preguntó que había comprado", relató Herrera a la radio RCN.
"Los hombres se me lanzaron y nos exigieron la plata, Luis Fernando introdujo una mano en el bolsillo y el tipo seguramente pensó que iba a sacar una arma y le disparó", añadió.
OREN POR EL. La familia del ex técnico pidió ayer orar por la salud del entrenador, que se debate entre la vida y muerte.
"Estamos destrozados pero muy pegados de Dios, que tiene un mar de misericordia y estoy segura de que la va a derramar sobre Luis Fernando, para que él se pueda recuperar. El es una persona buena y mi Dios premia a las personas buenas", expresó.
La esposa del entrenador señaló que "lo único que pido a todos, a toda Colombia, es que sus oraciones sean para Luis Fernando".
Escobar y Usuriaga
El caso de Montoya es el último de una serie de episodios luctuosos para el fútbol colombiano, que se inició con el asesinato el 2 de julio de 1994 de Andrés Escobar, baleado a la salida de un bar en Medellín pocos días después de anotar un gol en contra en el partido que Colombia perdió en el Mundial de Estados Unidos.
Escobar fue tiroteado por narcotraficantes y apostadores que le habían reprochado por haber marcado el autogol.
El último caso se dio el pasado 11 de febrero en Cali, con el asesinato, en confusas circunstancias, del ex futbolista "Palomo" Usuriaga.
Otros jugadores asesinados fueron Felipe Pérez, Arley Rodríguez, Norberto Cadavid y Jairo Calanche Zulbarán, además de los directivos Pablo Correa Ramos, Octavio Piedrahita y Carlos Arturo Mejía y hasta el árbitro Alvaro Ortega. Mucha de esa violencia está ligada a los nexos del narcotráfico con el fútbol colombiano.