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Michel Araújo: un cuento de hadas o de futbolistas

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Lautaro

HISTORIAS

Para el delantero de Fluminense todo comenzó en un baile en Colonia del Sacramento al que el portero lo dejó entrar aunque tenía 16 años. Esa noche cambió su vida y comenzó su carrera profesional.

Michel Araújo jugó el miércoles pasado la primera final de su carrera profesional. Fue cuando su equipo, Fluminense, le ganó por penales la Copa Río a Flamengo. Él ingresó al final y el penal que remató dio en el palo, picó en la línea y salió. Pero nadie le saca la emoción de haber vivido su primer Flu-Fla. Y hoy tiene revancha, dado que ambos equipos volverán a enfrentarse en el primer partido para definir el título carioca.

“Era mi primera final y fue sin público. Yo había visto un partido frente a Flamengo con 60.000 personas en el estadio y un ambiente impresionante. Además, fue sufrida y tuvimos que defender gran parte del partido. Defendimos y apostamos al contragolpe. Nos pusimos en ventaja pero nos empataron al final y fuimos a los penales. El mío fue raro. Yo tenía pensado tirarlo al medio, pero el arquero me dijo que se iba a quedar ahí y cambié a último momento. Intenté cruzarla, la tocó él con la mano, pegó en el travesaño, picó en la línea y salió. No tuve mucha suerte”, relató Michel desde su apartamento, ubicado en un condominio privado en Barra da Tijuca.

Es que la vida de Michel Araújo es digna de un cuento de hadas o de futbolistas. Se crió en Colonia de Sacramento, en una familia de siete hermanos. Tuvo muchas carencias en su niñez y adolescencia, hasta que se mudó a Montevideo para defender a Racing. Y fue gracias a sus buenos partidos frente a los grandes, que Fluminense puso sus ojos en él. “Ahora ya caí que esto es una realidad, pero al principio me sentía en un sueño. Jamás pensé que iba a jugar en Fluminense y a vivir en Rio de Janeiro. A fin del año pasado estaban buscando un jugador encarador y vieron mis videos. Cuando supe que era Fluminense le dije a mi representante que era prioridad y que me quería venir para acá. Por suerte se dio y hoy lo estoy disfrutando mucho. Y acabo de ganar mi primer título como profesional”.

Araujo
Michael Araújo haciendo de las suyas con la camiseta de Fluminense en el pecho. 

Tiene recién 23 años y contrato hasta fines de 2023. Aún no ha podido conocer mucho de la “Ciudade Maravilhosa” porque estuvo un buen tiempo encerrado haciendo cuarentena. “Es una ciudad que tiene todo para visitar y pasear con la familia, pero lo único que pude recorrer fueron las playas antes de la pandemia. La que más me gustó fue Prainha, una playa chica con las montañas en el fondo. ¡Es increíble!”.

Llegó en enero a Brasil y debido a la pandemia del coronavirus, recién lleva seis partidos jugados. Pero ya habla bien el portugués. Está tomando clases y sus compañeros le han enseñado muchas palabras. “Es un idioma muy lindo. Todavía me confundo algunas palabras y me agarran para la joda”.

Cayó tan bien el plantel del “Flu”, que Ganso lo adoptó y lo considera su sobrino. “Hay jugadores muy importantes, pero son muy buenas personas. Me apoyaron mucho, los brasileños son muy macanudos”.

lo mejor

"El regate es mi esencia"

“Lo mejor que tengo dentro de una cancha es el regate. Es mi esencia. Sin eso no me siento jugador. Tengo que estar siempre en contacto con la pelota para asistir a mis compañeros”, dijo sobre sus virtudes.

EL BAILE. Michel fue padre a los 17 años y hoy Lautaro tiene 5 años. Su mujer, Margarita, y su familia fueron muy importantes para el delantero y los responsables de que haya ido a Montevideo a probarse en Racing. “Ella fue la que inició todo este sueño”, dijo sobre Margarita a quien conoció en un baile en Colonia del Sacramento, de donde los dos son oriundos.

“El baile era para mayores de 18 años y yo tenía 16. Pero como el portero era amigo de mi padre le pedí que me dejara pasar. Le tengo que agradecer hasta el día de hoy. La vi medio tímida en un rincón, me le arrimé y la saqué a bailar. Ahí comenzó todo, aunque me costó al principio. Llevó un tiempo porque yo soy tres años más chico y ella no quería saber nada conmigo. Tres años no es nada, pero en ese momento eran 19 contra 16, estaba difícil para remarla. Me llevó bastante, como cuatro o cinco meses. Hoy es todo amor”.

Margarita
Margarita, el cable a tierra en la vida de Michel, con Lautaro. Ambos están felices en Río.
el regalo

Una cámara de fotos para Margarita

Para el día de la madre, Michel y Lautaro le regalaron una cámara de fotos a Margarita. Y pronto ella comenzará a hacer un curso de fotografía.

Michel es consciente de que si no fuera por su talento, su técnica y su velocidad, el cuento de hadas no hubiera existido. “Siempre me pregunto dónde estaría hoy si no hubiera sido jugador de fútbol. Si no hubiera encontrado a mi señora y su hermano no me hubiera llevado a Montevideo porque tenía un amigo con conocidos en Racing. Si no me hubiera metido en el mundo del fútbol estaría trabajando en alguna fábrica, en la construcción o repartiendo alimentos, haciendo de delivery. Siempre me pongo a pensar en eso, en dónde estaría hoy porque tampoco tengo muchos estudios como para haber hecho una carrera. Sólo ciclo básico terminado”, relató.

Fue su cuñado, Luis, quien insistió para que viniera a Montevideo y hasta le consiguió donde vivir en la capital. “Tenía un compañero de trabajo que estaba vinculado al fútbol, Juan Manuel González, y como tenía un contacto en Racing me vine a probar para jugar en la Cuarta División. Ahí empezó todo. Mi cuñado me pagaba una residencia estudiantil y después me llevó a vivir a su casa. Le debo mucho a Luis. Y también portero de aquel baile, je. Lo menos que puedo hacer es llevarle una camiseta de Fluminense”.

Hizo su primera pretemporada con la Primera División de Racing en la Laguna Merín con el “Vasco” Santiago Ostolaza como técnico. Antes, en Colonia del Sacramento, había hecho el baby fútbol en el Real de San Carlos y luego, ya en cancha de once, pasó a Juventud de Colonia. Y tras un pasaje de un año por Uruguayos de Miguelete y de jugar en la selección Sub 18 de Colonia llegó al equipo de Sayago.

CARENCIAS. En su familia eran siete hermanos y él es el del medio, con tres mayores y tres menores. Cuatro hombres y tres mujeres. “Mi infancia fue muy dura, tuvimos carencias de todo tipo. Mi madre trabajaba de cocinera, en restaurantes o en carritos, y un tiempo en el hospital. Mi padre era pescador y también trabajó en una draga, sacando arena y cuidó caballos de carreras. Siempre peleándola. Nos criamos con muchas carencias, de no tener para comer. Fue muy difícil. Y después, cuando yo tenía 12 años mi madre se fue y las cosas empeoraron. Nos quedamos con mi padre y un hermano más chico en la casa y ahí sí que la pasamos mal de verdad. Al principio la seguí viendo a mi madre, pero hoy ya no tengo más contacto con ella. Fueron muchas cosas que acontecieron que no voy a contar ahora. Tampoco quiero que mi madre quede como una mala persona. Ella sabe lo que hizo en su momento. Por suerte hoy todos los hermanos salimos adelante y estamos todos muy bien”, afirmó.

“Hoy vivo con mi hijo una realidad muy distinta y estoy orgulloso de poder darle una comida o un juguete que me pida. Es algo simple pero muy lindo”.

Cuando lleguen las vacaciones que podrá disfrutar en febrero se irá derechito a Colonia del Sacramento. Pero antes tiene varias finales por jugar. Y hoy volverá a estar frente a frente con De Arrascaeta.
“En el partido del miércoles intercambiamos unas palabras durante el partido, le dije que aflojara que la estaba tocando mucho, je. Y después le pedí para cambiar la camiseta. Me habló rebien y me felicitó por el título”, contó sobre Giorgian de Arrascaeta. “No lo conocía personalmente, nunca había hablado con él. Cuando llegué a Rio habló con mi representante y su puso a las órdenes. Incluso tengo su número pero nunca me atreví a mandarle un mensaje”.

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