Marche preso

| Mientras tuvo aire y a Cardoso, Rocha vapuleó a los aurinegros, que terminaron en el 7º puesto del Torneo Apertura: 4 a 4

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JORGE SAVIA

Después del partido, en los alrededores del vestuario local, la parte "más pesada" de la barra de la Amsterdam, no sabía qué hacer. Ni qué decir. Porque, al fin y al cabo, Peñarol le había empatado 4 a 4 —y por poco no le pasa por arriba— al mismo Rocha que es flamante campeón del Torneo Apertura y que a los 3’ le iba ganando 1 a 0, y a los 56’ lo superaba por 4 a 1 y daba la sensación de que podía darle otra paliza histórica como la que el cuadro dirigido por Morena se había llevado con Danubio. Sin embargo, después que toda la hinchada carbonera pasara por ese claroscuro de sensaciones y emociones, al punto de que luego de que muchos preguntaran amenzantemente a coro "a ver cómo se van a salvar esta vez" esos mismos terminaron entonando canciones que significaban una reivindicación histórica de la enseña de sus amores, Peñarol culminó 7º en el Torneo Apertura, 15º en materia de goles en contra y, lo que es peor para ensombrecer su futuro, afuera de la Copa.

Si acaso, en definitiva, se dio la lógica. Hasta que a Rocha no le expulsaron a Cardoso por ponerse un gorro en el último de sus goles y que los celestes no entraron a sentir el desgaste obvio de los festejos consecuentes de la consagración plasmada el jueves pasado ante Rampla Jrs., fue un equipo compacto, sólido, que transformó en impotencia la rebeldía que expuso un inconexo Peñarol, que a los 29’ se quedó con 10 hombres por expulsión del colombiano García y apenas si llegó a inquietar el arco rival con llegadas y remates de Gaglianone y Rotundo, lo que da una idea clara de cuál y cómo fue el volumen ofensivo que tuvo el juego aurinegro en los primeros 45’.

No extrañó, entonces, que —pese a la notoria pelea interna entre Aldave y Cardoso por el protagonismo del segundo— el equipo dirigido por Luis González fuera ganando 4 a 1. Pero el goleador vio la roja, el campeón pareció quedarse sin piernas y, 10 contra 10 y con mayor espacio para desplegar su empuje, Peñarol con el ingreso del "Beto" Acosta empezó a remar contra la corriente, a revolear el poncho y a descontar diferencias pese a jugarse con 3 juveniles en el fondo.

A esa altura el elenco aurinegro tuvo argumentos —más físicos y espirituales que futbolísticos—para llegar al triunfo. Sin embargo, "tiene razón pero marche preso", como se dice de costumbre:IMpotente como Morena, reclamándole al juez después del partido por qué no descontó más minutos, quedó afuera de la Copa. Perdido como sus hinchas, que no sabían qué hacer en los alrededores. Es que Peñarol todo no sabe tampoco qué será de su futuro.

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