JOSE MASTANDREA
Sí.... así... con dos zetas", dice con su rostro juvenil y con ojos vivaces mientras deletrea su apellido. Gonzalo Pizzichillo, a sus 20 años, empezó a hacer realidad un sueño que estuvo acunando durante mucho tiempo: jugar en el fútbol grande de Montevideo vistiendo la camiseta de Peñarol.
Fue una de las sorpresas que Diego Aguirre tenía reservada para el inicio del Torneo Apertura. Y el delantero la aprovechó: "Cuando hice el gol me enloquecí... ni pensé en la amarilla. Solo quería festejar. Cuando vi que la pelota entró me quedé en blanco, la euforia me desbordó y me saqué la camiseta sin pensar en las consecuencias", dice todavía asombrado por ese bautismo a todo gol.
—Ahora que pasaron los días ¿cómo viviste ese primer partido como titular?
—Es difícil explicar la sensación que uno siente al entrar a la cancha con la camiseta de Peñarol. Pero lo viví tranquilo. Bastante bien. Y con la suerte de haber ganado y de haber hecho un gol. Empezar ganando importa y más en este grupo que trabajó mucho y se mantiene muy unido.
—¿Y cómo fueron las horas previas?
—Tranquilas. Tuve el apoyo del cuerpo técnico y del plantel. Las fui llevando bastabte bien pero cuando uno se va a acostar no puede dejar de pensar en el partido y un poco de nervios siempre le vienen.
—¿Con quién compartiste la habitación?
—Con Mieres.
—Tu coterráneo...
—Sí, ya lo conocía de allá, de Paysandú y la verdad es que hablé mucho con él. También con Fernando González (el arquero que debutó) porque los dos estábamos pasando por lo mismo. A medida que se acercaba la hora del partido uno sentía la ansiedad, los nervios lógicos de saber que va a jugar en primera, que va a debutar, que va a ser titular.
—¿Se puede decir que fue un debut soñado?
—Y sí...
—¿Qué fue lo que soñaste?
—Que hacía tres o cuatro goles. Goles de todo tipo y de todas las formas así que se puede decir que lo soñé... que el gol que hice lo soñé.
—¿Qué fue lo primero que pensaste cuando hiciste el gol?
—(Suspira) En mucha gente... en todos aquellos que siempre estuvieron alredor mío. En mis hermanos, mis tíos, mis amigos de Paysandú, en Pablo Forlán, en Raúl Lambertti... yo qué sé... si me pongo a decir uno por uno seguro que me olvido de alguien. Pero pensé en todos los que me apoyaron... esa es la verdad.
—Ya hace dos años que estás en el club ¿cómo fueron?
—Buenos... muy buenos. Llegué a mitad de año en la temporada 2002. Jugué el segundo año de Cuarta y ya prácticamente alterné en la Tercera y me ascendieron al Primero. A principios de año me lesioné los meniscos y me tuvieron que hacer una artroscopía. Por eso se demoró esta oportunidad pero Diego (Aguirre) siempre me hablaba y me preguntaba cómo estaba, cómo me sentía. Yo veía que la chance me podía llegar en cualquier momento y me llegó.
—Ahora que sos goleador te van a pedir goles...
—(Se ríe) Y sí... ojalá pueda repetir lo del otro día. Pero lo importante es que el equipo gane. Uno está cada vez más comprometido con el grupo. Espero poder jugar y hacer goles pero siempre y cuando gane Peñarol.
—Fue un buen cabezazo ¿se puede decir que ese es uno de tus fuertes?
—Me gusta mucho cabecear pero tengo claro que hay que definir como venga. Lo importante es que la pelota entre.
—Se les hizo difícil Cerrito.
—Sí, es verdad. Pero nos quedamos. En el fútbol no hay lugar para la resignación, no se puede bajar los brazos, hay que pelearla hasta el final.
—Ahora se viene Wanderers.
—Sí... es un equipo difícil como todos ¿no? Trataremos de sumar, de ganar los tres puntos. Sabemos que cada partido va a ser una final. Y eso me gusta.
Gonzalo Pizzichillo. El goleador del apellido difícil. Allá se quedó. En el apartamento de Pocitos que comparte con una de sus hermanas: "Somos cinco, yo soy el más chico de todos. Tengo una hermana en Paysandú, otra en Punta del Este, y una que vive aquí conmigo. También otro hermano que está Montevideo. Sí... se puede decir que soy el mimado de todos", confiesa sin sonrojarse.